Hasta el minuto 86 no marc¨® Rub¨¦n Cano
Hasta cuatro minutos antes del final no pudo el Atl¨¦tico marcarle un gol a Las Palmas. El equipo canario jug¨® un partido. de feroz defensiva que, a ratos, desconcert¨® a los madrile?os. La buena tarea de Camevali contribuy¨® lo suyo a que el marcador tardara en moverse. El Atl¨¦tico, que arriesg¨® mucho, pues jug¨® sin Vibero durante casi todo el partido, mereci¨® el triunfo, aunque su juego no fuese bueno.Tradicionalmente el Atl¨¦tico es equipo que hace sufrir a la afici¨®n los malos ratos m¨¢s inesperados. El domingo, tras la victoria del Barcelona en Valencia, un traspi¨¦ en casa hubiera sentado peor que nunca, y resultaba inesperado por el estado de inspiraci¨®n y euforia que reinaba en el club tras el excelente segundo tiempo ante el Hamburgo. Y el Atl¨¦tico, fiel a su tradici¨®n,les hizo sufrir a sus incondicionales -el. fr¨ªo y la televisi¨®n impidieron que al Manzanares se acercaran otros aficionados que los m¨¢s fieles- un tormento de 86 minutos, tiempo que tard¨® en batir a Carnevali y en el que se descubri¨® atr¨¢s tan frecuentemente que hizo temer no ya que fuera incapaz de ganar, sino incluso que se cargase con una derrota
Las Palmas se present¨® en el Manzanares con un cerrojo cl¨¢sico. El equipo salt¨® al campo preocupado primordialmente de arropar a Carnevali y sin apenas inter¨¦s por el marco de Reina. Los centrocampistas fueron, m¨¢s que constructores, marcadores, y cuando el bal¨®n estaba en su poder se limitaban a entreg¨¢rselo a alguno de los tres hombres de vanguardia -frecuentemente s¨®lo dos, porque Juan? fue muchas veces un lateral en persecuci¨®n de Mareclino- y all¨¢ se las apa?asen ellos.
Para saltar un cerrojo hacen falta inspiraci¨®n y suerte, y el Atl¨¦tico, el domingo, pareci¨® no estar en -posesi¨®n de ninguna de las dos cosas. Su presi¨®n continua 60 se traduc¨ªa, apenas, en jugadas- de peligro, porque las individualidades no mostraban gran -soltura para l¨ªbrarse de la persecuci¨®n de sus pares. Cabe decir que en toda la primera parte el m¨¢s valioso jugador de? ataque atl¨¦tico fue Marcelino, que galop¨® por su banda hasta la l¨ªnea de fondo muchas veces, pero seguido por Juan?, como queda dicho, para centrar casi siempre bien. El resto fueron trotes sin acierto de Ayala, descolocaci¨®n pernianente de Bermejo, trabajo in¨²til de Rub¨¦n Cano por eludir el marcaje implacable de Roque -acertad¨ªsimo siempre- y voluntad, en general, por parte de todos, perosin acierto.
En favor del Atl¨¦tico hay que decir, que busc¨® la victoria con ahinco y que arriesg¨® mucho por conseguirla. Desde el cuarto de horajug¨® pr¨¢cticamente sin l¨ªbero, porque Pereira se incrust¨® en la media y la defensa se quedaba sin respaldo. Eso hizo que algunos contraataques de Las Palmas ofrecieran un peligro tremendo y que las galopadas de Morete pusieran en vilo a los incondicionales. Los desaciertos de Miguel Angel. quefue para Morete, m¨¢s que un apoyo, un obst¨¢culo decisivia, salvaron al Atl¨¦tico de un par de go pasaban los minutos, el do m¨¢s nervios Atl¨¦tico fue ,y seve¨ªa menos clara Dosib¨ªlidad de gol. La sustituci¨®n de bajo por Aguilar dio algo de alegr¨ªa ataque, y el cambio de posici¨®n entre Benegas, que se adelant¨®, y Alberto, retrasado a la defensa para organizar desde atr¨¢s con campo por delante, supuso un nuevo riesgo, pero le dio al equipo tambi¨¦n m¨¢s posibilidades.
En general, en los ¨²ltimos minutos mejor¨® el aire ofensivo del Atl¨¦tico, pero quedaba por saber si habr¨ªa tiempo para batir a CarneYa??, espl¨¦ndido siempre que tuvo queentrar en juego. Al final, a cuatro minutos de que terminase el encuentro, Benegas alcanz¨® un bal¨®n casi perdid? por la l¨ªnea de fondo y lo cedi¨® a Rub¨¦n Cano, el jugador de. moda, para que ¨¦ste batiese a Carnevali. Alegr¨ªa para la hinchada y victoria, con lo que la ventaja sobre el Barcelona se inantiene, lo que, dado que ha transcurrido una jornada m¨¢s, es como decir que ha aumentado.
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