Del internacionaIismo a la escalada
Un importante dirigente de la Rep¨²blica Popular de Angola, Lucio Lara, acaba de hacer una grave acusaci¨®n al Mercado Com¨²n. El l¨ªder marxista africano asegura que la ?participaci¨®n armada de Francia en la guerra de Zaire es s¨®lo el comienzo de una intervenci¨®n mucho m¨¢s amplia de los pa¨ªses de la Comunidad Europea en Angola?. Lara coincide con los rebeldes katangue?os que intervinieron en la invasi¨®n de Shaba: esta guerra localizada y, seg¨²n ellos, falsamente ?internacionalizada?, es s¨®lo el preludio de una invasi¨®n occidental contra la ex colonia portuguesa.
Hay, en efecto, cosas muy raras en la ?guerra de Shaba?. Es un conflicto no localizado, cuyo frente nadie o casi nadie conoce. Pocos podr¨ªan indicar tampoco el n¨²mero de combatientes a un lado y a otro. Y las informaciones que desde los dos campos se ofrecen resultan, como m¨ªnimo, dudosas. De escuchar las versiones que ?v¨ªa Luanda? se publican en Lisboa, dir¨ªase que los katangue?os (o, como ellos prefieren llamarse, los soldados del Frente de Liberaci¨®n Nacional del Congo) controlan casi toda la provincia y est¨¢n a punto de hacerse con la ciudad de Kolwezi, punto clave de la zona cupr¨ªfera.
De aceptar las versiones provenientes de Kinshasa ?v¨ªa Bruselas? y Par¨ªs, en Kolwezi y en sus alrededores no pasa nada: el frente se localiza a ochenta kil¨®metros de la capital provincial y se halla estabilizado. Los katangue?os dicen que hora a hora afluyen a sus filas j¨®venes voluntarios de la regi¨®n. Los zairenses aseguran que en los ¨²ltimos d¨ªas sus tropas avanzan inconteniblemente. El jefe de Gabinete del general Mobutu declaraba ayer a la emisora nacional francesa que ten¨ªa en sus manos pruebas fehacientes de que hab¨ªa cubanos entre los katangue?os. Desde Angola se indica que hay tambi¨¦n franceses en las filas del ej¨¦rcito zairense. Hasta el diario La libre Belgique insist¨ªa ayer, por boca de su enviado especial a Shaba, que los ?consejeros? franceses eran numerosos y que la ayuda gala no se limitaba a transportar tropas marroqu¨ªes. Un portavoz oficial del Gobierno franc¨¦s respondi¨® ayer a estas acusaciones diciendo que la presencia de especialistas galos en Kolwezi era algo normal dados los acuerdos de cooperaci¨®n firmados en los a?os 1973 y 1974 entre Francia y Zaire. Estos acuerdos contemplan la posibilidad de que los ?consejeros? franceses se ocupen de entrenar a las tropas zairenses y mantengan en buen estado el material b¨¦lico.
Cuando, a partir de noviembre de 1976, Cuba envi¨® sus hombres y sus m¨¢quinas de guerra para apoyar al MPLA de Agostinho Neto en Angola, lo hizo en nombre del llamado ?internacionalismo proletario?, difusa noci¨®n que lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Marruecos, Sud¨¢n, Egipto, probablemente T¨²nez, Costa de Marfil, Gab¨®n y otros pa¨ªses amigos del general Mobutu, afirman que la intervenci¨®n marroqu¨ª en Shaba se hace en nombre del ?internacionalismo africano?, que es tambi¨¦n una noci¨®n difusa, aunque mucho m¨¢s clara que la argumentaci¨®n cubana.
Giscard dijo ayer noche que Francia no hab¨ªa sustituido a nadie ayudando a Mobutu, y mucho menos a Estados Unidos, que Francia tiene una pol¨ªtica exterior independiente y que, por supuesto, no se trata de enviar soldados para que luchen en la sabana katangue?a contra las bandas guerrilleras provenientes de Angola. De modo que el gesto de Francia es s¨®lo eso, un gesto ?de seguridad y solidaridad?. Se trata ahora de saber si este gesto no desencadenar¨¢ otros parecidos: si, por ejemplo, Cuba —cuya ¨®ptima posici¨®n en los pa¨ªses revolucionarios de ?frica no ha hecho sino afirmarse en los ¨²ltimos meses—, no se ver¨¢ obligada a enviar m¨¢s ?voluntarios? a Angola, lo que a su vez desencadenar¨ªa una acci¨®n m¨¢s en¨¦rgica de los aliados de Zaire e, inmediatamente, la respuesta de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Al final de esta cadena de acciones y reacciones se encontrar¨ªa, naturalmente, Estados Unidos. La ingenuidad evang¨¦lica de Jimmy Carter y de su embajador Young en los temas africanos es, hoy por hoy, insostenible e impresentable. No se puede pretender con seriedad que la primera potencia militar del mundo se inhiba de lo que est¨¢ sucediendo en ?frica Austral y Central, entre otras razones, por que cuando los intereses de una gran potencia est¨¢n en juego, la voluntad individual de su presidente, por muy sugestiva que les parezca a los liberales, resulta irrelevante.
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