Fiestas galantes
Con la muerte de Luis XIV y el comienzo de la regencia bajo Felipe de Orleans, una antigua forma de vida volvi¨® a animar los palacios y la corte de Francia. Volvieron las elegantes y decadentes formas, frenadas tras los desastres de los ¨²ltimos a?os del reinado anterior y, con un nuevo monarca ni?o, el siglo XVIII comenz¨® a perfilarse en lo que a moral, arte y costumbres se refiere, tal como ha llegado hasta nosotros..Albert Gu¨¦rard califica a estos a?os de caos ¨¦tico, aludiendo al aire desenfrenado, c¨ªnico y elegante, a las fiestas galantes que un d¨ªa tras otro se sucedieron en un pa¨ªs al borde de la bancarrota, por encima de un pueblo abocado a la miseria.
Esta vida de una aristocracia esc¨¦ptica, hedonista y burlona, parodia de la fe y de cualquier clase de virtud, o creencia, tomada a su vez con cierto aire indulgente, cuando no con tintes de aut¨¦ntico sarcasmo, es la que ha llevado en gran medida a su filme Bertrand Tavernier. La otra cara del siglo, la ruptura con un pasado estricto, en cerrado en etiqueta r¨ªgida, maniatado a la muerte de Luis XIV, ha preferido darla a trav¨¦s de la figura del regente, en cierto modo humano y hasta cordial, precursor de una burgues¨ªa dentro de esa fiesta que cada d¨ªa comienza y de la que ¨¦l viene a ser cabeza y part¨ªcipe principal. Interpretado con la eficacia acostumbrada por Philippe Noireu, ¨¦ste acierta a dar a su personaje un perfil liberal y generoso que a veces parece comunicar a los dem¨¢s en torno, y de cuyo enfrentamiento con amigos o amantes surgen en ocasiones breves momentos donde alienta un certero esp¨ªritu po¨¦tico.
Que la fete commence (Que empiece la fiesta)
Direcci¨®n: Bertrand Tavernier.Int¨¦rpretes: Philippe Noiret, Jean Rochefort y Marina Viady. Francia. Hist¨®rica. Versi¨®n original subtitulada. 1973. Local de estreno: Gayarre.
El pueblo aparece, entrevisto apenas, en los diversos oficios de las grandes casas y, sobre todo al final, un poco tra¨ªdo a duras penas, en un alegato que s¨®lo a medias convence dentro del tono de humor de la historia. A lo largo de ¨¦sta aparece mucho m¨¢s eficaz y acorde la fallida y apenas iniciada suerte de la Rep¨²blica de los Bretones, como la de su protagonista cordial y heroico a su manera.
Bien realizada e interpretada, con una eficaz fotograf¨ªa esta fiesta galante, burlona y cruel, amoral, pagana y descre¨ªda, con su aldabonazo final, preludio de la revoluci¨®n que se avecina; puede quedar in¨¦dita, sin embargo, para gran parte del p¨²blico medio, no franc¨¦s, por desconocimiento, de la historia, a la que sigue tan fielmente en sus circunstancias art¨ªsticas, biogr¨¢ficas o econ¨®micas.
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