El laberinto belga
HOY DECIDEN seis millones de belgas el futuro inmediato de su pa¨ªs en uhas elecciones que, pese a ser un¨¢nimemente consideradas como ?aburridas? e ?insignificantes?, pueden influir no poco en el rumbo de Europa. De las nuevas c¨¢maras y consejos municipales podr¨¢ salir una respuesta aproximada a los problemas cada vez m¨¢s acuciantes de un pa¨ªs que, anta?o, presum¨ªa de estabilidad pol¨ªtica y econ¨®mica.El pasado 9 de marzo, el primer ministro, Leo Tindemans, decidi¨® disolver las C¨¢maras y convocar nuevas elecciones. La regionalizaci¨®n y las huelgas generales de principios de a?o, producto del discutible plan de austeridad, desencadenaron la crisis del Gabinete, cuya ca¨ªda se debe, sin embargo, al partido ?Rassemblement Wallon? que era miembro de la coalici¨®n gubernamental y que, en un momento dado, decidi¨® retirarse de la misma.
B¨¦lgica es un pa¨ªs donde coexisten dos comunidades ling¨¹¨ªsticas: la valona y la flamenca, que reclaman ambas una estructura federal, pero que no se han puesto de acuerdo en el estatuto que debe regir en la capital de la naci¨®n. La comunidad franc¨®fona desear¨ªa que Bruselas contase con un estatuto parecido al de las otras regiones, pero los flamencos consideran que esto les colocar¨ªa en inferioridad de condiciones, ya que pese a estar situada en una zona flamenca, Bruselas tiene una mayor¨ªa franc¨®fona.
La crisis econ¨®mica, lejos de haber apaciguado los ¨¢nimos de las dos comunidades, los exacerb¨® considerablemente. La crisis ha tocado sobre todo a Valonia, regi¨®n tradicionalmente rica. Flandes, en cambio, goza ahora de una situaci¨®n relativamente estable, con una tecnolog¨ªa avanzada y una inversi¨®n extranjera sostenida. En ambas regiones, sin embargo, la inflaci¨®n y el paro son considerables.
S¨®lo un Gobierno fuerte podr¨ªa resolver los graves problemas con que se enfrentan los belgas. Pero parece m¨¢s que dudoso que de estas elecciones salga este tipo de Gobierno, entre otras razones porque el espectro pol¨ªtico sigue siendo muy parecido al de 1974. En teor¨ªa, s¨®lo una ?coalici¨®n tripartita? (liberales, socialcristianos y soclialistas), con el apoyo de las dos comunidades ling¨¹¨ªsticas y sus organizaciones, podr¨ªa hacer frente a la situaci¨®n. Pero es m¨¢s que dudoso que los socialistas, cada vez m¨¢s radicalizados, y los ?ling¨¹istas?, cada vez m¨¢s antag¨®nicos, apoyen al primer ministro Tindemans o a sus amigos en esta tentativa. Lo curioso es que en el diagn¨®stico de los males del pa¨ªs, y hasta en las soluciones te¨®ricas para estos males, existe una unanimidad casi completa. Lo dif¨ªcil ser¨¢ convertir la unanimidad de las palabras en patriotismo de las conductas. El momento es dif¨ªcil para B¨¦lgica, por tanto. Y las elecciones de hoy, pese a que no deparen grandes sorpresas, pueden ser decisivas para Europa.
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