Rotundo fracaso de Boh¨®rquez en la Maestranzai
Pues si no llega a ser por la banda de m¨²sica y por un banderillero bajito, de cuyo nombre no queremos acordarnos, porque pobre hombre, que en lugar de clavar las banderillas al toro se las tiraba a las pezu?as y sal¨ªa disparado hacia el olivo, esta cr¨®nica tendr¨ªa que ce?irse a la actuaci¨®n de los rejoneadores, que estuvieron bien, aunque sin pasarse, y a poner verde al hierro de Boh¨®rquez (la divisa ya es verde, de suyo) y, en definitiva, contagiar el mal humoral personal.
Dejaremos constancia de que el p¨²blico aplaudi¨® las galopadas de ?lvaro Domecq, un buen par en los medios y el rejonazo con que acab¨® con el primero de los diez boh¨®rquez que salieron por los chiqueros —el cual empez¨® codicioso y alegre, para acabar en las tablas—, y los caracoleos, el toreo templado, los cites espectaculares con el caballo de manos y los pares de banderillas por los terrenos de fuera (unas veces reuniendo a la grupa, otras al estribo) de Vidri¨¦, a quien correspondi¨® un sobrero feo y escurrido, que sustitu¨ªa a otro de buen trap¨ªo, y devuelto al corral, pues llevaba un cuerno articulado; es decir, que se le mov¨ªa; es decir, que lo ten¨ªa roto.
Plaza de la Maestranza
Lunes. Sexta de Feria. Siete toros de Ferm¨ªn Boh¨®rquez (uno de rejones), desiguales de presentaci¨®n, serios, con cuajo y astifinos, mansos, sin casta; uno condenado a banderillas negras, y un sobrero de Garc¨ªa Barroso, tambi¨¦n de rejones.
?lvaro Domecq: oreja
Manuel Vidri¨¦: Oreja. Pepe Luis Segura: Silencio. Aplausos con salida al tercio. Rafael Torres: Silencio en los dos. Gabriel Puerta: Silencio en los dos.
Y luego aplaudi¨® a los toreros rar¨ªsimas veces (el ganado infame que hubieron de padecer no se prestaba a m¨¢s, y aplaudi¨® fuerte antes de la salida del sexto, cuando la banda, dir¨ªamos ? oficial?, de la plaza, que es la del maestro Tejera, y una banda francesa, ambas al alim¨®n, interpretaron un pasodoble torero con resonancias de gran concierto y ol¨¦. Y ya, finalmente, el n¨²mero de las banderillas dicho, con muchas carcajadas, algunas crueles, pues eso de partirse de risa en el tendido mientras un banderillero bajito y regordete pasa las de Ca¨ªn en la arena, con el funo pis¨¢ndole los talones, si bien se mira no tiene gracia. Aunque es verdad que no hab¨ªa nada que temer, ya que el buen banderillero lo ten¨ªa todo resuelto: miraba al toro (de lejos) y cuando ¨¦ste pegaba el berrido de rigor, le tiraba las banderillas a las patas y volaba hacia el callej¨®n. Seg¨²n nos pareci¨® ver, la autoridad le mult¨® por estos sucesos, y es un error de bulto, pues, por el contrario, debi¨® haberle premiado: s¨®lo ¨¦l y las bandas divirtieron al p¨²blico.
Y al ganadero, ?qui¨¦n le multa? Porque hay que ver el saldo que mand¨® Ferm¨ªn Boh¨®rquez a la Maestranza. Toros de respeto, con cuajo, bien armados y astifinos, pero que en cuanto aparec¨ªan por el chiquero se pon¨ªan a berrear y a escarbar. El tercero, que ya berreaba antes de abrirse el port¨®n, dio todo un concierto. Pelearon en varas sin clase de ning¨²n tipo. Y los dos ¨²ltimos, ni pelearon: carreras por todo el ruedo, sin que nadie les pudiera fijar; para colocarles el puyazo ten¨ªa que salir el picador a los medios y despu¨¦s echarse encima, y aun as¨ª, el toro se quitaba el palo y se escapaba, coceando y pegando bramidos. Hubo banderillas negras para el sexto y el quinto, que tambi¨¦n, las merec¨ªa, se salv¨® por aquello de que le hicieron la suerte al rev¨¦s. El segundo fue devuelto al corral por reparado de la vista, y el sobrero tambi¨¦n fue de Boh¨®rquez. ?Boh¨®rquez hasta en la sopa! A la muleta llegaron parados y pegaban derrotes a la defensiva. Descastado g¨¦nero, malo hasta para arar. Los tres diestros no s¨®lo estuvieron bien, sino muy bien, porque, con aut¨¦ntica verg¨¹enza torera, se jugaron la cornada in¨²tilmente. No ten¨ªan pases los boh¨®rquez y, sin embargo, alguno lograron sacar, a fuerza de insistir y pisarles el terreno, sobre todo en el segundo y en el cuarto, en los que Segura y Torres exprimieron hasta el ¨²ltimo conato de movimiento de sus reses. Segura, Torres y Puerta merecen mejor suerte. Una pizquita de ella les pod¨ªa prestar el ganadero, quien a pesar de este fracaso, sumado a tantos otros, ver¨¢ anunciados sus toros en muchas ferias, Influyente que ¨¦ er ze?¨®.
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