Por un foro de las culturas hisp¨¢nicas
En el Preg¨®n con que se abre el op¨²sculo-gu¨ªa ilustrativo de la Exposici¨®n Antol¨®gica Bibliogr¨¢fica de la cultura espa?ola, inaugurada en la Biblioteca Nacional -en el marco de las celebraciones visperales de una nueva Fiesta del Libro-, se?ala Manuel Carri¨®n, su subdirector, que la cultura espa?ola es ?algo de esto que ante todo es la tarea de convivir a lo largo de un tiempo y a lo ancho de un espacio y que llamanos Espa?a?.Quien esto escribe acud¨ªa a ese soberbio templo de cultura para, a su cobijo, hacer p¨²blica presentaci¨®n de su primog¨¦nita criatura editorial: un fruto m¨¢s en apoyo del valor del m¨¢s universal de los libros espa?oles, otro hito de la multisecular meditaci¨®n sobre el Quijote en que, desde su aparici¨®n en los inicios del siglo XVII, anda empe?ada la humanidad.
Al hilo de la presentaci¨®n, en el m¨¢s noble sal¨®n de los que el Palacio del Libro tiene (deferencia exquisita de Hip¨®lito Escolar, su director, que restar¨¢ inolvidable para mi humilde persona), le¨ªa yo a los presentes -con premura por lo avanzado de una ma?ana cuajada de actos en los que el cele brante quedaba acaballado, y urgido, sobre todo, por la prisa psi col¨®gica que impone la nerviosidad de un auditorio a pie firme unas cuartillas sobre las caracter¨ªsticas singulares de la edici¨®n conmemorativa all¨ª exhibida. Y hubieron de quedar en el silencio del papel unas palabras pen¨²ltimas, con las que este osado aventurero de la cultura quer¨ªa hacer salir a p¨²blica palestra prop¨®sitos y pensamientos guardados en el hond¨®n del alma por las especia les circunstancias de nuestro m¨¢s inmediato pasado, para, saltando sobre su caligraf¨ªa, acudir a la hoja final atropellando la des pedida. In¨¦ditas por amor de las urgencias del reloj, justifican y desarrollan las tazones de la convocatoria con que atropelladamente qued¨® cerrado el acto, cuya esencia resumen las ocho palabras que titulan este trabajo. Su justificaci¨®n argumental primar¨ªa, omitida entonces, es textualmente la que sigue:
?La deliberada ruptura con el pasado que la pol¨ªtica cultural imperante, tras el t¨¦rmino de la guerra civil en 1939, impuso al pensamiento espa?ol? -en acertado diagn¨®stico de Paulino Garagorri-, ha da?ado tambi¨¦n, como no pod¨ªa ser menos, el cultivo del cervantismo en Espa?a. Desde la irreparable desorientaci¨®n que aspiramos esperanzados a motejar pronto de pasada o definitivamente muerta, pretendemos un renovado intento de rescatar los valores aut¨¦nticos de la cultura espa?ola (de todas las culturas que en Espa?a viven, y quisi¨¦ramos poder decir conviven), para restablecer la continuidad de los valores, ciertos del mejor pasado, su ser y su perspectiva, y recuperar vivencias y experiencia, de las que los espa?oles de hoy debi¨¦ramos tener constancia para enfrentar y afrontar la concreta realidad que nos ha tocado vivir e intentar la sustituci¨®n radical del eje hist¨®rico de la existencia nacional, a fin de edificar el futuro.
Operaci¨®n tan ardua como necesaria, a la que ya una vez Ortega convocara a sus conciudadanos y que, por desgracia, sigue estando intacta. Urge una severa meditaci¨®n de nosotros mismos, para tratar de encontrar cual sea la misi¨®n espec¨ªfica de nuestras generaciones, tras cuarenta a?os de sensibilidad embotada por el miedo pavoroso que sembr¨® la desgarradora guerra civil y la imposici¨®n de los modos de los vencedores que ahora, la biolog¨ªa y la raz¨®n est¨¢n periclitando. Hemos vivido colectivamente en el cuarto menguante de una aguda decadencia, de una crisis de identidad como pueblo, de la que, para salir, no nos queda otra alternativa que -como ha dicho el profesor Garagorri- ?aceptar la realidad para poder introducir en ella la libertad. No se trata de nada menos?.
La cultura, ¨²nica herramienta
Y para una tarea tal, la ¨²nica herramienta v¨¢lida y eficaz es la cultura. La cultura, ¨²nico material con que se construye la convivencia en la paz, el desarrollo en la justicia y la libertad en el todo social. La cultura, como palanca de transformaci¨®n de la realidad y no como elemento meramente interpretativo de diletantes o como excrecencia cerebral de unos pocos iniciados.
Estoy planteando alternativas, por mejor decir, se?alando la ¨²nica alternativa que nos cabe en esta hora. Pero no se alarmen. No voy a convertir mis razonamientos en un alegato pol¨ªtico m¨¢s de ning¨²n signo, ni en proselitismo preelectoral de cariz ninguno. Ya se nos sirven suficientes, a diario y, precisamente, echamos en falta, en todo el amplio espectro de las pr¨¦dicas de estos d¨ªas de afanosa b¨²squeda -que hay que saludar con respeto y esperanza-, un programa de alternativas culturales m¨ªnimamente elaborado, serio y capaz de resultar atractivo y eficaz, fuere, tan siguiera, en sus enunciados. Lo que s¨ª resultar¨¢n estas divagaciones a la postre es -lo dir¨¦ sin ambages- un descarado manifiesto por la cultura. Porque no nos enga?emos: s¨®lo la cultura nos har¨¢ libres y convivenciales. La cultura es libertad. La incultura es la violencia y la guerra. La paz es la cultura, ¨²nico camino para el progreso y la felicidad de los pueblos.
Estoy recurriendo a palabras importantes, cuyo sentido aut¨¦ntico quisiera rescatar del l¨¦gamo de la demagogia para que florezcan en la comunicaci¨®n entre los hombres. No se trata de envararse ante las grandes palabras porque, grave sin prestinci¨®n, no me gu¨ªa otro af¨¢n que el de contribuir al ensanche de la perspectiva espa?ola de esta grave hora, con la humildad de mis fuerzas, pero con la inmensidad del prop¨®sito que deseo hacer p¨²blico.
S¨ª, solamente la cultura puede proporcionar a la convulsa sociedad espa?ola instrumentos para la fecundaci¨®n y sublimaci¨®n del ser del hombre hispano -del hombre como ?esa breve fiesta en la ingente duraci¨®n del desarrollo universal?, que dijera Max Scheler-; si ¨²nicamente a su trav¨¦s podr¨¢ el hispano -como cualquier otro humano de cualquier latitud- ser verdaderamente. libre y conquistar en convivencia nuevos y m¨¢s altos destinos, yo quiero convocar, sin ¨¢nimos preelectotales ni conyunturales, sino permanentes, a todos los espa?oles de las distintas nacionalidades y regiones que constituyen y conforman el Estado espa?ol -compatriotas todos, compartidores, pues, de la Patria com¨²n, Espa?a- a una noble e ingente tarea cultural de contenido universal, consciente de que s¨®lo a trav¨¦s de la cultura universal validaremos los hispanos nuestra propia cultura.
Convocatoria
No es balad¨ª ni el tema, ni el momento elegido para la convocatoria. Dentro del. marco tradicional de una celebraci¨®n cervantina, quede aqu¨ª, sucintamente enunciado, mi proyecto convocante: Considero de imperiosa forzosidad y urgente acometida, la constituci¨®n de un FORO INTERNACIONAL DE LAS CULTURAS HISPANICAS, en cuyo seno hospitalario se encuentren y convivan las culturas de todas las nacionalidades y regiones del Estado espa?ol y su costado, Portugal. Con ¨¦l, Catalunya y Les Illes, Galiza, Asturias, Euskadi, Castilla, Navarra y Arag¨®n, Andaluc¨ªa, Levante, Extremadura, Canarias, Ceuta y Melilla... Que la fabulosa riqueza de las lenguas y las culturas hisp¨¢nicas tenga un ¨¢mbito de intercambio espa?ol y de proyecci¨®n universal para facilitar el entendimiento tolerante y fecundo de las gentes de Espa?a y contribuir a la paz y la armon¨ªa del mundo. Porque ese debe ser el ¨²nico, constante y verdadero af¨¢n de la humana especie.
H¨¢gase, y h¨¢gase bajo la advocaci¨®n del m¨¢s universal de los hispanos, de esta se?era plenitud espa?ola que es Miguel de Cervantes, a quien despu¨¦s de 362 a?os seguimos conmemorando, y cuyo m¨¢gico poder de convocatoria nos abre universales puertas. Que la Casa-Museo de Cervantes que se proyecta, imposible durante los pasados lustros, redondee su noble ambici¨®n de llegar a ser realidad con el alto prop¨®sito de serlo como FORO INTERNACIONAL DE LAS CULTURAS HISPANICAS.
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