Paquirri, Curro y los guardiolas salvaron la feria de Sevilla
Paquirri, Curro Romero y un toro de Guardiola -adem¨¢s del propio marco de La Maestranza, por supuesto- han salvado a la feria de Sevilla de ser una feria de tantas, y de las malas. El des¨¢nimo, la falta de recursos y de inspiraci¨®n por parte de los toreros, con la ausencia de casta y de fuerza del ganado, fueron la t¨®nica.
Hubo tardes completas y sucesivas, con la plaza abarrotada de un p¨²blico expectante e ilusionado, que concluyeron en total fracaso. Los ¨¦xitos taquilleros, acrecentados por unos precios de las localidades realmente desorbitados, ten¨ªan el contraste demoledor de tales resultados t¨¦cnicos y art¨ªsticos, que son un mal grav¨ªsimo para la fiesta. Al p¨²blico, en estos tiempos del toreo, hay que ofrecerle s¨®lidos alicientes para que vaya con asiduidad a las plazas, no echarle.Lo que torearon las primeras figuras -esos torrestrellas, esos manolosgonz¨¢lez, esos osbornes-, tan impresentable, tan blando y tan pasivo (por no decir negativo) de embestida, y las trazas con que lo hicieron -monoton¨ªa, pocas ganas de pelea- fue literalmente echar al p¨²blico de la plaza, invitarle a que no vuelva m¨¢s.
Era descorazonador ver a un Camino dedicado a un toreo a medio gas, de perfil y con el pico; a un Viti, en otros tiempos diestro de mucha autenticidad, sin garra alguna en el manejo del capote y realizando las suertes con la pierna contraria retrasada, a las maneras de un Antonio Ord¨®?ez en sus peores ¨¦pocas; a un Manzanares de quien podr¨ªa dudarse hasta que supiera coger el percal, sin t¨¦cnica para dominar al toro que no fuera de carril, y con el de carril, sin m¨¢s ¨¢nimos que para instrumentarle unos derechazos al final de las faenas respectivas, muy est¨¦ticos, pero s¨®lo est¨¦ticos.
Y, en esta l¨ªnea, podr¨ªamos decir que casi todos los dem¨¢s: de Teruel, afectado, parsimonioso hasta la pesadez, aun sin justificar, que podr¨ªa reunir cualidades que har¨ªan de ¨¦l un notable matador; del Ni?o de la Capea, en la pendiente de la decadencia cuando a¨²n es muy joven, cada vez m¨¢s tosco, siempre acelerado en la ejecuci¨®n'de las suertes, destemplado; de Manolo Arruza, incapaz de gustarse y gustar con dos urquijos de caramelo.
En lo que se refiere a los que quieren romper y abrirse paso hacia las primeras filas, bien porque cayeron en el olvido con m¨¢s o menosjusticia, bien porque empiezan, lo visto en la feria de Sevilla tampoco permite excesivos optimismos: estuvo Jos¨¦ Luis Parada en torero con uno de los guardiolas -fue ¨¦sta la corrida de m¨¢s casta-, y su faena tuvo en algunos momentos verdadera vibraci¨®n. Su muleteo fue reposado y con mando. Pero tampoco hemos de olvidar que puso en pr¨¢ctica ese destoreo de la pierna contraria atr¨¢s -es decir, jam¨¢s carg¨® la suerte-, que mat¨® de horror, y que en su otro toro estuvo pesad¨ªsimo. Gabriel Puerta no redonde¨® la buena faena que era posible con un toro de Camacho de excelente embestida por el pit¨®n izquierdo -y, adem¨¢s, tambi¨¦n mat¨® muy mal- y en nada le ayudaron el otro camacho y los boh¨®rquez; la indudable voliIntad de Manili no, pudo ocultar su manifiesta falta de calidad, tanto con los juanpedros como con los urquijos; Antonio Francisco Vargas, el diestro l¨ªder en las reivindicaciones salariales, hubo de medirse con dos mansos, en los que derroch¨® valor; el otro l¨ªder, Curro Camacho, alcanz¨® con los guardiolas -y, precisamente, con el toro de la feria- el m¨¢s rotundo de los fracasos; Macandro naufrag¨® con dos reses del marqu¨¦s de Domecq, de nobles y cont ¨ªnuadas embestidas; Manolo Cort¨¦s sigui¨® en su consabida t¨®nica de torerci fr¨ªo, y sin fortuna, parque se midi¨® con lo de Camacho, tan descastado, y los muy dif¨ªciles miuras.
Mejores perspectivas se aprecian en otros toreros, a quienes la suerte no acompa?¨®, como Ruiz Miguel, valiente con la de Miura; Currillo, que tambi¨¦n hubo de enfrentarse a esta corrida de enorme dureza; Pepe Luis Segura -aqu¨ª hay torero- y Rafael Torres, a quienes correspondieron los burr¨®rquez, y no se sabe qu¨¦ es peor; Galloso, oscurecido principalmente por el arte deslumbrante de Curro Romero en tarde inspirad¨ªsima de este diestro; Manuel Rodr¨ªguez y Antonio Chac¨®n, que asimismo hubieron de lidiar, a un solo embite, reses de escaso lucimiento.
Esta rociada de saldos negativos pudo compensarse, no obstante, con las actuaciones de Paquirri y Curro Romero, aqu¨¦l arrancado en su evolucionada l¨ªnea de torero valiente, poderoso, reposado y gran estoqueador; ¨¦ste acariciado por todas las musas que caben en esa continua llamada a la inspiraci¨®n que es el coso del Baratillo. Frente a los encastados y nobles carlosn¨²?ez, ambos tuvieron una de sus mejores tardes, que a¨²n superar¨ªan; Paquirri, con los desesperantes osbornes, y Curro, frente a los toros grandes y nobles del marqu¨¦s de Domecq. El p¨²blico sevillano se volc¨® con ambos toreros, porque lo merec¨ªan, y casi, sin excepciones, la cr¨ªtica tambi¨¦n, pues asimismo era de rigor. Y es importante que en estos momentos de crisis de figuras se destaquen, con aut¨¦ntico valor espec¨ªfico, dos espadas, m¨¢s a¨²n en el caso de Paquirri, que es joven y llega a estos triunfos incuestionables por un perfeccionamiento natural en el ejercicio de su oficio. Tiene un gran futuro, si ¨¦l (y su circunstancia) no lo modifican.
Toro bravo fue Comando Gris, de Guardiola, premiado con vuelta al ruedo; aunque con reparos, porque si embisti¨® de muy largo y con alegr¨ªa a los caballos, berre¨® y se doli¨® en banderillas; de los carlosn¨²?ez ya queda dicho que salieron con casta y nobleza; nobles, igualmente, los del marqu¨¦s (si bien, blancos); aparatosos, dif¨ªciles y mansos los m¨ªuras. En las dem¨¢s ganader¨ªas -si salvamos alg¨²n urquijo- no hubo materia m¨¢s que para el aburrimiento. La empresa gan¨® un dineral, que no justific¨® con la adquisici¨®n de toros de casta y bien presentados. Lo de siempre, por otra parte, y a salvo muy honrosas excepciones.
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