Etiop¨ªa los "militares revolucionarios" quieren terminar con los estudiantes "disidentes"`
No es la primera vez que en Etiop¨ªa los ?militares progresistas? ejecutan a estudiantes, considerados como ?contrarrevolucionarios? por los portavoces oficiales. Sean setecientos o trescientos los estudiantes muertos en los ¨²ltimos d¨ªas en Addis Abeba y enterrados en fosas comunes, su n¨²mero servir¨¢ para aumentar la ya muy extensa n¨®mina de asesinados en esta sangrienta y confusa revoluci¨®n.Fueron los estudiantes de la Universidad de Addis Abeba quienes en los tres primeros meses de 1974 rompieron las hostilidades contra el r¨¦gimen teocr¨¢tico del Negus. Sus mentores, se dec¨ªa entonces, eran de tendencia prochina, pero la confusi¨®n reinante apenas daba ocasi¨®n de comprobar semejantes suposiciones.
La Confederaci¨®n de Trabajadores et¨ªopes seguir¨ªa meses despu¨¦s la misma senda y s¨®lo cuando la situaci¨®n econ¨®mica y social se hab¨ªa deteriorado considerablemente comenzaron a pulsarse los primeros s¨ªntomas de inquietud entre las tropas regulares. Al principio, las reivindicaciones castrenses fueron solamente. econ¨®micas (lo mismo sucedi¨® en Portugal), despu¨¦s los oficiales exigieron una investigaci¨®n minuciosa y severa sobre la corrupci¨®n en los rangos gubernamentales, y el emperador acept¨®. As¨ª empez¨® el proceso de depuraci¨®n y militarizaci¨®n del poder. Ministros, altos funcionanos, personalidades de la corte y las finanzas fueron ?retenidos? primero, detenidos despu¨¦s, juzgados m¨¢s tarde, para terminar siendo ejecutados. Mientras todo eso suced¨ªa y se formaba en la guarnici¨®n de Addis Abeba el misterioso ?Derg?, los estudiantes de secundaria y universitarios se reun¨ªan con los oficiales m¨¢s activos y establec¨ªan una especie de pacto o de estrategia conjunta. Cre¨ªan los universitarios et¨ªopes, hijos en su gran mayor¨ªa de los burgueses urbanos o de los grandes terratenientes, que a la hora de la verdad su formaci¨®n pol¨ªtica les permitir¨ªa prescindir de los militares.
Las primeras escaramuzas entre militares y estudiantes se produjeron precisamente el 16 de septiembre de 1974, cuatro d¨ªas despu¨¦s de haber sido depuesto el Negus por el general Aman Andon (que igual que su sucesor, Teferi Bante, ser¨ªa asesinado por los oficiales m¨¢s radicales dirigidos por el actual hombre fuerte, Mengistu Haile Mariam). Aquel d¨ªa recorri¨® las calles c¨¦ntricas de la capital et¨ªope una manifestaci¨®n estudiantil que en nombre ?del socialismo y de la revoluci¨®n? exig¨ªa la vuelta a los cuarteles de los militares golpistas y la instalaci¨®n de un Gobierno con personalidades civiles. Los militares prefirieron en aquella ocasi¨®n guardar silencio, pero, a partir del 17 de noviembre -fecha en que aparece por primera vez p¨²blicamente el mayor Haile Mariam, verdadero cerebro del ?Derg?- se inicia una estrategia de extra?amiento contra los m¨¢s levantiscos dirigentes universitarios. Los estudiantes son enviados entonces a las provincias rurales m¨¢s atrasadas en una campa?a de informaci¨®n que se inicia oficialmente en diciembre y all¨ª comienzan las verdaderas dificultades.
La reacci¨®n de los campesinos y de los ?feudales? result¨® sorprendente. Muchos estudiantes murieron por enfermedad o fueron asesinados. Los campesinos recib¨ªan a los camiones del ej¨¦rcito que transportaban aquellas misiones pedag¨®gicas a tiros de escopeta o a pedradas. Aquellos campesinos hambrientos Y esc¨¦pticos cre¨ªan que todav¨ªa reinaba el Negus y que los fogosos estudiantes eran unos ?diablos? enviados para tentarlos. Por otra parte, lo que los campesinos deseaban era la tierra, Pero el 4 de marzo de 1975 se proclam¨® una ?reforma agraria? que, entre otras cosas, presupon¨ªa la .desaparici¨®n de la propiedad privada en el canipo (aunque tambi¨¦n la anulaci¨®n de las deudas de los campesinos pobres).
Muchos estudiantes desertaron de la ?campa?a de informaci¨®n? y regresaron. clandestinamente a las ciudades. Otros se unieron a la guerrilla en Eritrea o pasaron a Somalia. Obligados a vivir en plena clandestinidad o a participar obligatoriamente en la, Zemetcha (primera campa?a de alfabetizaci¨®n y politizaci¨®n) algunos fueron f¨¢cilmente captados por la ?contrarrevoluci¨®n?. La cada vez m¨¢s eficaz polic¨ªa pol¨ªtica del r¨¦gimen militar comenz¨® a dar cuenta de ellos, extermin¨¢ndolos. As¨ª, y pese a la falta de informaci¨®n existente, no pasa mes sin que la prensa occidental informe sobre ejecuciones sumarias de elementos ?reaccionarios?. Un d¨ªa ?por sabotaje econ¨®mico?, otro por formar parte del PERP (Partido Et¨ªope Revolucionario del Pueblo, mao¨ªsta) o por corrupci¨®n administrativa... Seg¨²n Amnest y international hay m¨¢s de 16.000 presos pol¨ªticos en las c¨¢rceles et¨ªopes.. Los desaparecidos superan la cifra de 30.000.
Agobiado por la amenaza fronteriza (Somalia, Sud¨¢n) y por la eterna guerra eritrea, el, r¨¦gimen de Haile Mariam no est¨¢ dispuesto a mostrarse d¨¦bil con sus eventuales enemigos de derechas o de izquierdas. El viaje del ?n¨²mero uno del Derg? a la Uni¨®n Sovi¨¦tica y la considerable ayuda en armamentos concedida recientemente por Checoslovaquia demuestran a las claras que la revoluci¨®n et¨ªope autocalificada de ?marxista-leninista?, ha pasado de una ¨®rbita a otra. Y que este pasaje no se realiza pac¨ªficamente. Pero no ser¨¢n los estudiantes de Addis Abeba quienes lo impidan.
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