Persona "non grata"
Este Jorge Edwards -novelista y diplom¨¢tico Chileno, exiliado desde 1973 en Barcelona y autor, entre otras novelas, de Las m¨¢scaras y El peso de la noche- tiene una decidida vocaci¨®n de persona non grata. Cuando se public¨® en Espa?a uno de sus libros, titulado precisamente Persona non grata, llovieron sobre ¨¦l reproches y animadversiones. Edwards contaba con magistral eficacia su experiencia cubana, cuando fue enviado por Salvador Allende a instalar la embajada chilena en La Habana. Edwards vivi¨® con pasi¨®n aquel tiempo cubano, se enfrent¨® con el aparato burocr¨¢tico y policial de la dictadura castrista, y termin¨® saliendo apresuradamente de la ?isla prof¨¦tica?, tras u?a intensa discusi¨®n con Fidel. Ser persona non grata en Cuba, cuando, Chile estaba gobernado por una coalici¨®n de izquierdas en la que los partidarios del castrismo eran numerosos, no dejaba de resultar chocante y arriesgado. Despu¨¦s llegaron Pinochet y sus amigos al poder y Edwards dimiti¨® de su puesto diplom¨¢tico en Par¨ªs, donde hab¨ªa sido el brazo derecho del embajador Pablo Neruda. Helo aqu¨ª, en Barcelona, igual que su amigo Jos¨¦ Donoso y otros tantos escritores latinoamericanos, viviendo el exilio pero sin cejar en su vocaci¨®n de hombre libre y comprometido solamente con la causa de la liberaci¨®n.
Desde la cola del drag¨®n,
de Jorge Edwards (Premio de EnsayoMudo 1977). Dopesa. Barcelona, 1977. 166 p¨¢ginas.
Desde la cola del drag¨®n, su ¨²ltimo libro, fue galardonado con el Premio de Ensayo Mundo, lo que pese a todo no deja de resultar sorprendente porque no se trata de un ensayo en el sentido estricto del t¨¦rmino, sino de una serie de notas, art¨ªculos y reflexiones inconexas, algo as¨ª como un cuaderno de notas, inspirado en la contradictoria realidad espa?ola y la lejana y pat¨¦tica situaci¨®n chilena. Ambas realidades son afrontadas con ins¨®lito coraje. Edwards no se al¨ªa, por supuesto, con quienes justifican la terrible dictadura de Pinochet pero desecha comulgar con ruedas de molino y hace, en algunos momentos, una cr¨ªtica razonable y sagaz de la Unidad Popular, antecedente de la dictadura. Que semejante cr¨ªtica venga de quien sirvi¨® lealmente y por convicci¨®n al r¨¦gimen de Salvador Allende es significativo y peligroso porque, aqu¨ª y all¨¢ se elevar¨¢n, sin duda, las voces autoritarias de los polic¨ªas de la cultura contra esta transgresi¨®n inesperada.
Edwards se cuida muy bien en estos textos dispersos, y no siempre conexos, de dar visiones globales y establecer paralelismos entre una dictadura agonizante (Espa?a) y una dictadura adolescente (Chile). Su libro es un testimonio solitario y liberal, una meditaci¨®n nada vehemente sobre las razones del r¨¦gimen autoritario y las relaciones de la cultura con el poder. O si se prefiere, un esfuerzo serio por entender lo que est¨¢ ocurriendo aqu¨ª, en esta patria nuestra, cuando tantos esquemas periclitados sirven para explicar la ins¨®lita ruta espa?ola hacia la democracia o cuando el mundo estupefacto o ajeno quisiera que la invenci¨®n democr¨¢tica resultara menos original y m¨¢s efectiva.
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