Otro Carter
En menos de una semana los dirigentes de los pa¨ªses europeos y la opini¨®n p¨²blica del continente han podido apreciar hasta qu¨¦ punto la imagen fabricada por el aparato electoral americano puede ser contradictoria con la verdadera imagen del candidato convertido ya en presidente. Jimmy Carter, que lleg¨® a Londres siendo una estrella desconocida y fulgurante abandon¨® el martes pasado Europa convertido en un dirigente pol¨ªtico cuya voz, de ahora en adelante, y no s¨®lo en las instancias atl¨¢nticas, conviene escuchar con mayor atenci¨®n.Lo de menos ha sido tal vez el acto de fe en la OTAN o en la Europa comunitaria recitado sin candor ni puritanismo por Carter. Nadie esperaba nada de la ?cumbre de los pa¨ªses industrializados? ni siquiera de la reuni¨®n de la Organizaci¨®n Atl¨¢ntica. Y sin embargo; Carter supo estar a la altura de las circunstancias. Sus reticencias de predicador, sus ingenuidades de provinciano no se hicieron patentes ante los dirigentes de los pa¨ªses ricos. El presidente rebaj¨® el vino con agua y las cosas volvieron a su sitio. La intervenci¨®n francesa en Zaire fue apoyada con ardor y directamente. El tema de los derechos humanos en el Este, silenciado. El problema del control de armamentos y la proliferaci¨®n nuclear, matizado convenientemente con nuevos env¨ªos de uranio enriquecido.
Carter ha sabido cambiar de lenguaje, al tiempo que cambiaba de p¨²blico.
Era demasiado simplista la explicaci¨®n extendida por algunos comentaristas, seg¨²n la cual el nuevo inquilino de la Casa Blanca hab¨ªa decidido poner en marcha una pol¨ªtica exterior de nueva planta que equivaldr¨ªa a una ruptura con la l¨ªnea de los anteriores presidentes: un pastor protestante, ?naif? y rural, haciendo pol¨ªtica de campanario ante el mundo estremecido o complacido con aquellas feligranas. En Londres, la estampa id¨ªlico-pastoril ha saltado en pedazos
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