Hoy se inaugura la plaza del Descubrimiento
JOAQUIN VAQUERO TURCIOSEscultor, autor del monumento
La situaci¨®n del monumento responde al planteamiento del proyecto de ordenaci¨®n de la plaza, seg¨²n el cual deb¨ªa de servir de primer remate visual del nuevo jard¨ªn y aislarlo en lo posible del intenso tr¨¢fico rodado de la calle de Serrano. La franja de terreno disponible, muy larga y estrecha, por estar ineludiblemente limitada por la acera de Serrano y el vac¨ªo del aparcamiento subterr¨¢neo preexistente, sobre el cual no se pod¨ªa cimentar, unido a la altura media prevista, daba como resultado un esquema de muro, Iargo, alto y estrecho.
Con el fin de romper ese esquema r¨ªgido, adopt¨¦ la soluci¨®n de fraccionarlo, creando una alineaci¨®n de segmentos de muro con distintas orientaciones. Sobre sus paramentos y con un procedimiento gr¨¢fico, a trav¨¦s de inscripciones y de figuraciones incisas, he desarrollado la narraci¨®n con un procedimiento apropiado, a mi juicio, para ello y que era tambi¨¦n propio de la expresi¨®n de un muralista c¨®mo yo, que en este caso ha podido proyectar tambi¨¦n el soporte de su obra.
En el desarrollo del tema, un hecho ocurrido hace cinco siglos, y cuya versi¨®n tradicional ha sido siempre dada en sus recordaciones oficiales y populares de manera deformada o mitificada, he pretendido que al fin -aunque sea al cabo de quinientos a?os- los nombres y los hechos oscurecidos injustamente durante tanto tiempo figuren en su debido lugar a la vista de quien quiera mirarlos. No se trata de ense?ar historia a nadie, pues todo eso est¨¢ en los libros. Se trata de restaurar a su sitio, junto a los otros conocidos, unos nombres que por viejas razones pol¨ªticas o raciales hab¨ªan sido apartados de las recordaciones de este tipo y de recordar el tronco popular, de todas las tierras de Espa?a, que protagoniz¨® el hecho.
ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Catedr¨¢tico de Historia y acad¨¦mico
"Belleza expresiva"
La nueva plaza mantiene en su integridad, y colocado en lugar preferente, el viejo monumento neog¨®tico a Cristobal Col¨®n, obra conjunta de Su?ol y M¨¦lida. Nadie pretende regatear al almirante el rango de h¨¦roe m¨¢ximo, genio iluminado, capit¨¢n de empresa. Pero a su espalda, los grandes paneles cicl¨®peos de Vaquero Turcios con sus macroesculturas abstractas y sus cautivadores y ver¨ªdicos textos hist¨®ricos evocan y reivindican con extraordinaria belleza expresiva, el car¨¢cter hisp¨¢nico de la empresa, con una concepci¨®n f¨ªlmica del conjunto de actores y actos que hicieron posible el magno descubrimiento de Am¨¦rica.
Yo puedo atestiguar que Vaquero Turcios se ha documentado con aut¨¦ntico rigor erudito, buscando cuantos asesoramientos consider¨® precisos para sacar adelante el objetivo propuesto
JOSE LUIS PICARDO
Arquitecto, especialista en creaci¨®n ambiental
"Recuerda a la plaza de Espa?a"
La nueva plaza de Col¨®n representa un estupendo y buen empe?o municipal de dar un gran espacio abierto en la zona c¨¦ntrica de la ciudad. Todo espacio abierto urbano es en s¨ª una fiesta que agradecer.
El resultado arquitect¨®nico, como toda obra, es discutible y opinable. A m¨ª me recuerda la plaza de Espa?a, al final de la Gran V¨ªa madrile?a. Las dos son s¨®lo una manzana sin edificar, con su aire de gran isla oce¨¢nica rodeada del tr¨¢fico ?proceloso?. Ambas han tenido gran intenci¨®n, incluso con sus nombres, ?plaza de Espa?a? y ?plaza del Descubrimiento? pero ambas resultan destartaladas, totalmente ausentes de una ordenaci¨®n de fachadas que creo es lo m¨¢s iportante en una plaza, como en la plaza Mayor, la de Oriente y la Puerta del Sol. Ambas han confiado su est¨¦tica a un gran monumento central.
La nueva plaza de Col¨®n ofrec¨ªa por su inclinaci¨®n natural un estupendo tratamiento escalonado que compartimentara en distintos niveles la gran superficie y ofreciera una vista completa desde eI eje Recoletos-Castellana. Pero no ha sido as¨ª, sino que forma una explanada horizontal a regular altura respecto del referido eje, que impide su visi¨®n. Se ha pretendido primordialmente aprovechar con locales el espacio inferior, resultando la plaza, simplemente, como la cubierta de dichos locales, decor¨¢ndola -con hierba y arbolitos alrededor, como la cubierta de los dep¨®sitos madrile?os del Canal de Isabel II, en la calle de Brave Murillo.
Me parece que, dada la importancia merecida de la plaza, la primordial deber¨ªa haber sido el aspecto exterior de ella, y no tratarla como consecuencia de la cubierta de lo de abajo. Adem¨¢s, la antigua estatua de Col¨®n, elemento muy vertical, queda desde Recoletos y desde G¨¦nova sin apoyo visual compacto, sino aparentemente descansando sobre el delgado borde saledizo que forma la cascada.
De todo el conjunto, lo que destaca grandemente y le da valor a la plaza es la gran obra escult¨®rica de Vaquero Turcios, verdaderamente muy importante en escala y empe?o y lo mejor hasta ahora de ese artista. Sus nobles masas son muy superiores est¨¦ticamente al entorno de las fachadas vulgares que, salvo la de la Biblioteca Nacional, rodean por los cuatro lados la plaza. Adem¨¢s, no est¨¢ bien acompa?ado con los d¨¦biles elementos que la rodean, como el estanque a su pie, que es un in¨²til lugar com¨²n, las p¨¦rgolas o sombrillas, los arbolitos y la llanura sos¨ªsima de c¨¦sped. Este monumento escult¨®rico es una obra llena de trascendente belleza, que mir¨¢ndolo de cerca y procurando que sus formas se recorten contra el cielo produce una emoci¨®n est¨¦tica moderna y arcaica a l¨¢ vez.
Es muy importante ahora que las fachadas de las casas de la calle de Serrano que se van a hacer nuevas, formen un armonioso fondo a esta escultura. Para ello, veo que un muro cortina de cristal oscuro, como el bello y vecino Banco de Fomento, en la calle de Serrano, u otra f¨®rmula ser¨ªa muy a prop¨®sito. En fin, ¨¦stas son las improvisadas observaciones de un arquitecto de la calle.
JOSE ANTONIO FERNANDEZ ORDO?EZ
Decano del Colegio de Ingenieros
"El m¨¢s digno, Col¨®n"
Si como dice Hegel, la idea de cada ¨¦poca siempre encuentra su forma apropiada y adecuada, ning¨²n espacio urban¨ªstico resumir¨¢ nunca mejor el esp¨ªritu de cuarenta a?os de franquismo, un urbanismo siempre falto de sensibilidad emocional y de controles morales. Menos mal que el almirante Col¨®n, avergonzado, ha adoptado en silencio la ¨²nica postura digna ante tan indescriptible espect¨¢culo: volverse de espaldas.
FRANCISCO FERNANDEZ LONGORIA
Arquitecto urbanista
"Un mont¨®n de disparates"
El pueblo de Madrid puede estar satisfecho. Sin participaci¨®n alguna recibe el regalo inapreciable del conjunto urbano m¨¢s aleccionador que pueda imaginarse de un sistema cuya escabrosa coherencia de cuarenta a?os fructifica en el amontonamiento de disparates est¨¦ticos, constructivos, paisaj¨ªsticos y funcionales m¨¢s rotundo que pudiera imaginarse.
No quiero ni hablar de la ineptitud llevada a l¨ªmites que de no ser escandalosos ser¨ªan c¨®micos del arquitecto-paisajista-compositor para el que s¨®lo deber¨ªa ser viable la autoeliminaci¨®n o la retirada del carnet. Mezquindad, desconocimiento, mal gusto, escasa dedicaci¨®n no son suficientes. Tiene que haber hecho falta el aliento de una pol¨ªtica municipal voluntariamente necia en su urgencia, irracional en sus decisiones seudot¨¦cnicas, despreciativa de la belleza que el ciudadano podr¨ªa aportar con su sola presencia a ese esfuerzo vac¨ªo en el que confluyen la destrucci¨®n de los Jare?os, el gran aparcamiento-mito, el auditorium cavern¨ªcola indescubrible y anticomunitario , el maldito c¨¦sped pradera, o los mil sof¨¢s de goma espuma hechos piedra en l¨ªnea interminable, antisocial.
Debemos estar contentos, porque nos ofrecen el ejemplo m¨¢s completo del proceso de destrucci¨®n de nuestra ciudad, y tengo que confesar que para ello me parece clave la erecci¨®n de un resonador urbano al que no puede aplicarse ning¨²n criterio cl¨¢sico de composici¨®n, canon de medici¨®n o itinerario de contemplaci¨®n. Esa geotecnia imperial de coloso peque?o, recibe del pintor Vaquero Turcios brochazos que son gritos hiperb¨®licos, en los que resuena m¨¢s que la gesta pasada, la ¨²ltima historia destructiva de los palacios de Castellana, la ampliaci¨®n de nuestras calzadas, la eliminaci¨®n de aceras y bulevares, las torres enanas de nuestro peque?o gran capital, los cipreses miopes de nuestra perdida jardiner¨ªa, los paraguas de hormig¨®n de nuestra tecnolog¨ªa irrelevante. F¨¦nix, bancos, muros cortinas, centros financieros de carteles insultantes al ciudadano no-socio se envilecen frente a la honesta pobreza de los pocos edificios nobles que permanecen abandonados para su destrucci¨®n y resuienan m¨¢s con su m¨²sica antif¨®nica que el tr¨¢fico de las autopistas de peaje de Castellana y Serrano, o la luz y sonido del despilfarro municipal bajo la poluci¨®n.
Dejemos vac¨ªa esa plaza a la que nadie nos ha invitado, no recorramos las estrechas avenidas de esfinges para ir de ning¨²n sitio al neog¨®tico de Col¨®n, abandonemos esos asientos aterradores de fr¨ªo y calor, no pisemos un c¨¦sped que no est¨¢ pensado para la comunidad o un auditorium al que seguramente s¨®lo podr¨¢ llegarse por los pasadizos de la invitaci¨®n oficial.
Podemos estar seguros as¨ª del acelerado envejecimiento de este torpe paisaje artificial. S¨®lo deber¨ªan quedar las rocas tan ininteligibles, tan irracionales en su apasionamiento, tan valientes en su indestrucci¨®n, que obligar¨¢n a los edificios dictadores que las rodean a contarnos a voces sus inconfesables secretos en la producci¨®n destructiva de nuestro entorno urbano y social.
ANTONIO FERNANDEZ ALBA
Arquitecto, catedr¨¢tico de Elementos de Composici¨®n
"Ret¨®rica imperial"
La nostalgia como pr¨¢ctica activa, parece que en este pa¨ªs tiene muchos adeptos. Al ciudadano medio nos lo recuerdan todos los d¨ªas con redoblada insistencia. Dentro de esta ¨®ptica se me ocurre que podr¨ªamos encuadrar la decisi¨®n que tuvo la municipalidad de Madrid al proyectar y concebir estos espacios del Descubrimiento, extra?o ¨¢mbito en que la vieja ret¨®rica imperial, junto a un historicismo folkl¨®rico, pretende ejercer el papel seductor que los efectos simb¨®licos adquieren, cuando ¨¦stos se administran como ejercicio de poder. De efecto y simulacro se trata. ?Qu¨¦ son estos tres espectros de hormig¨®n, sino un ornamento pegado a un contenido inexistente? Aqu¨ª la nostalgia asume un papel renovador que, integrado en las decisiones de planificaci¨®n urban¨ªstica, transforman el lugar, el espacio p¨²blico, en un marco para el desarrollo de las ambiciones mercantiles. Las valencias culturales que ello conlleva quedan muy bien reflejadas en el caso que nos ocupa: una espacialidad asocial, reproducida en unas formas inciviles. La incapacidad de gesti¨®n urbana que significa el concebir y construir espacios como los de esta plaza, es consecuencia l¨®gica, dados los principios morales en que tales proyectos tuvieron su origen. La cultura urbana se manipula, en y por instituciones cuya dependencia pol¨ªtica y econ¨®mica es indiferente, cuando no ajena y hostil, a los contenidos espec¨ªficos de la ciudad.
LEANDRO SILVA
Arquitecto paisajista
"Ramploner¨ªa e incoherencia"
No hubiera accedido a manifestar p¨²blicamente mi impresi¨®n sobre el tema si no estuviera convencido, tal vez con optimismo, de que la articulaci¨®n de circunstancias culturales, pol¨ªticas, socioecon¨®micas y administrativas que pueden dar lugar a un tan extra?o fen¨®meno constituyen, por un simple c¨¢lculo de probabilidades, un hecho que felizmente posee todo el encanto de lo singular e irrepetible. Tal vez a Madrid, le hiciera falta este ejemplo redondo de la ramploner¨ªa y la incoherencia, aut¨¦ntica s¨ªntesis de los criterios que vienen dominando nuestro paisaje urbano desde hace algunos a?os. Paisaje urbano que se pretende modelar a golpes de tim¨®n, a empujones en que se suceden regularmente las presiones de la especulaci¨®n... y las imaginaciones.
La historia de c¨®mo se ha modelado este espacio y la forma en que evoluciona su pr¨®ximo entorno, ya ha sido analizada rigurosamente por la cr¨ªtica y, como todos sabemos, es perfectamente catastr¨®fica y transparente.
Basta con arriesgarse a atravesar el paseo de la Castellana, utilizar la memoria y mirar a nuestro alrededor, pero ante el hecho definitivamente consumado caben algo m¨¢s que los lamentos: la necesidad de plantearse a tiempo y p¨²blicamente los peligros que se ciernen sobre estos ¨¢mbitos de nuestro apapelado paisaje urbano. Y en este sentido, voy a permitirme decir dos palabras sobre el resultado en que culmina la epopeya de ?Col¨®n?. Quiero hacer referencia ¨²nicamente a la utilizaci¨®n que se ha hecho de elementos tradicionalmente prestigiosos como el agua, la luz, el ¨¢rbol y la escultura. Y ya s¨¦ que me quedo corto.
La delicada utilizaci¨®n del agua como elemento de composici¨®n cuyo lenguaje de refinamiento y sugesti¨®n constituye uno de los soportes m¨¢s valiosos con que Espa?a entr¨® por la puerta grande en la historia del jard¨ªn, se distorsiona aqu¨ª estrepitosamente para convertirse en banal impacto para sorprender automovilistas desprevenidos. Las posibilidades de una iluminaci¨®n capaz de modelar sutilmente ¨¢mbitos (si existieran), de sugerir penumbras, de ser simplemente luz o superficie iluminada, se dispersiona hacia contrastes electricistas, cuando no asedia de globitos y artefactos. Y en cuanto a la belleza del contenido emblem¨¢tico tan profundamente asociado a nuestra cultura de ciertas especies vegetales como el cipr¨¦s, el pino y el olivo, los encontramos con que su funci¨®n est¨¢ relegada al amontonamiento irrespetuoso, al condimento con intenci¨®n de cortina. De cortina que no llegar¨¢ desgraciadamente a ser lo suficientemente inmensa... ?con qu¨¦ se encontrar¨¢n sus ra¨ªces? Eso s¨ª, se ha conseguido utilizar el ¨¢rbol como un objeto inaugurable m¨¢s.
En fin, pretender hacer una plaza y obtener una gigantesca roca, ya rodeada de autom¨®viles, casi inaccesible o, en todo caso, un extra?o y fabuloso stand constituye una espectacular pirueta en el uso del dise?o, que no ya como paisajista, sino como ciudadano, me sorprende y me sobrecoge.
SANTIAGO AMON
Cr¨ªtico de arte
"Un engendro"
No creo que se haya dado un caso an¨¢logo en la efem¨¦rides de la vida madrile?a: un monumento p¨²blico que a lo largo de su construcci¨®n, y pese a lo manifiesto y aparatoso de ella, ha venido suscitando del viandante el desd¨¦n m¨¢s absoluto. No ha logrado siquiera crear el cl¨¢sico corrillo que indefectiblemente se forma en torno al m¨¢s insignificante suceso diario (frenazo, resbal¨®n, conato de reyerta ... )
Desde el punto de vista del arte, cabe destacar la condici¨®n de engendro, abigarrado y pretencioso, que s¨ªmbolos y leyendas, fechas y citas, arabescos y meandros..., descubren a la luz del d¨ªa, sobre la frente hormigonada de esos tres catafalcos o mastabas fuera de escala y exentos de perspectiva, en los que se ha menospreciado la humana proporci¨®n como m¨®dulo de orientaci¨®n y crecimiento. Por tal culpa o desd¨¦n, la vieja estatua de Col¨®n ha adquirido, en un ¨¢ngulo de la nueva plaza, el aspecto de un pisapapeles.
Desde una angulaci¨®n hist¨®rica, las tres esculturas-carabelas nos remiten al reino del anacronismo. Concebido a favor de los aires triunfalistas del fenecido R¨¦gimen, de ning¨²n modo debe verse inaugurado el conjunto monumental de marras, si no es en contra de las nuevas perspectivas pol¨ªticas, de una democracia que se dice en marcha y de todo un replanteamiento en las relaciones con los pueblos de la Am¨¦rica espa?ola.
Por lo que hace al desatino urban¨ªstico, me creo que el neomonumento colombino m¨¢s que causa es efecto, y pretexto de otros desmanes, mejor que desm¨¢n,en s¨ª mismo.
OSWALDO GUAYASAMIN
Pintor ecuatoriano
"Equilibrio est¨¦tico"
Yo creo que la plaza con el monumento tiene dos valent¨ªas -en el sentido de atrevimiento- muy importantes: primero, qui¨¦n lo encarg¨® y qui¨¦n resolvi¨® hacerlo, y segundo, haber pensado en un monumento tremendamente moderno y de tanta fuerza expresiva como el de Vaquero Turcios. Es el monumento de mayor envergadura que en este momento se realiza en Europa y de mayor firmeza. Estoy plenamente a favor por cuanto estoy entusiasmado de ver una obra de tanta valent¨ªa.
Desde el punto de vista est¨¦tico, est¨¢ muy bien equillibrado. Las masas que, en un momento, pod¨ªan parecer demasiado pesadas, sus movimientos le dan una gran ligereza a sus bloques. Es, al mismo tiempo la cordillera de los Andes y las velas de los barcos.
Quiero decir con esto que es macizo como roca y liviano como la vela de un barco.
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