La guerra de las banderillas
Que no. Que los toros con lluvia son menos. Napole¨®n trajo la lluvia, ¨¦sta los paraguas y las manos sosteni¨¦ndolos. A la hora de entrar a matar Julio Robles el cielo se abri¨®, y las manos, h¨²medas y con ganas de entrar en calor, se agitaron con el pa?uelo en la mano. Bast¨® que el salmantino luciera la muleta con cierta gracia en los momentos en que los aficionados atisbaban algo entre los improvisados tejados negros, para que se le pidiera la oreja.Lluvia y toros est¨¢n re?idos. La verdad es que la tarde no acompa?¨® para la conmemoraci¨®n de la muerte del llorado Joselito, hace 57 a?os, en la plaza de Talavera, por un toro llamado Bailaor. Hubo tristeza en el d¨ªa y en el ruedo. La ¨²nica nota alegre la pusieron los toros de Hern¨¢ndez Pl¨¢. Que, por cierto, vaya nervioso que estaba ayer. En la fila 5 del tendido bajo del dos, tom¨® asiento el ganadero con un descomunal puro que le dur¨® hasta el segundo toro. Despu¨¦s vino una cerveza y a falta de puro, cigarros. Habl¨® poco y observ¨® mucho a sus toros. La procesi¨®n iba por dentro. No debe ser grato ver unos buenos toros en la arena desaprovechados por unos toreros sin afici¨®n.
Porque esa es otra. Un torero, en San Isidro, debe sentirse como un juvenil en el Real Madrid. La afici¨®n m¨¢s exigente va a estar pendiente de ¨¦l. Es su gran oportunidad, aunque a Julio Robles le van dando oportunidades desde hace un porr¨®n de a?os, y los ojos de la ¨¦lite taurina y de chicas guapas van a estar pendientes de. ¨¦l. Pero como si nada. Ahora de lo que se trata es de intentar lo que ya se, sabe y -Si no sale, pues aqu¨ª no ha ocurrido nada.
Y claro, la andanada delt,8?, pues a lo suyo. En el tercio de banderillas del sexto toro a punto estuvieron de ganar. El primer par lo clav¨® comercialmente el manchego, pero los entendidos no se tragaron eso y protestaron. Hubo encare entre los del tendido y los de la andanada, y como en el segundo par, Alcalde qued¨® en situaci¨®n apurada, el tendido tuvo que callar. En el tercero se ten¨ªa que deshacer el desempate. Cit¨® Alcalde subido al estribo y clav¨® otra vez comercialmente bien. Los aplausos del tendido callaron las protestas de la andanada. Hab¨ªa perdido la batalla, pero no la guerra, que se llev¨® de calle al denunciar: ?Los palos est¨¢n en el suelo?. Tres banderillas yac¨ªan en la arena. Ma?ana, nueva oportunidad. Paco Alcalde volver¨¢ a coger los palos tras hacerse de rogar y unos le negar¨¢n el pan y' otros se lo regalar¨¢n.
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