Espa?a e Italia
LA VISITA del ministro italiano de Asuntos Exteriores, Arnaldo Forlani, debe de verse en un doble plano. El primero de ellos es el de que esta visita, la primera que realiza un ministro de Exteriores de Italia, desde la ca¨ªda del fascismo, significa un paso m¨¢s en la normalizaci¨®n internacional de la vida pol¨ªtica espa?ola, pasando por la coordinada m¨¢s importante, Europa. La actividad diplom¨¢tica internacional es un mutuo reconocimiento, activo y pasivo, entre los actores. Con esta visita, Italia parece reconocer que Espa?a es, y puede ser ahora, un protagonista de la escena europea. Quedan por hacer ya muy pocos actos de reconocimiento de la europeidad actual de Espa?a, y entre ellos uno de los m¨¢s importantes, el de Gran Breta?a, tanto m¨¢s echado de menos en Espa?a cuanto que el prestigio pol¨ªtico de Londres y su peso diplom¨¢tico son determinantes en la Europa actual. Despu¨¦s de la visita de Forlani, pues, Gran Breta?a ser¨¢ el ¨²ltimo pa¨ªs europeo de gran dimensi¨®n en hacer el gesto de inter¨¦s y atenci¨®n a la Espa?a democr¨¢tica que quiere nacer.El segundo plano en que debe de verse la visita del ministro italiano es el de los problemas compartidos ante el momento presente de Europa. Surge en primer lugar el problema agr¨ªcola. Aunque es cierto que las agriculturas de los dos pa¨ªses son competitivas en muchos productos, existe una condici¨®n b¨¢sica que afecta por igual a las dos, y es la pol¨ªtica agr¨ªcola de la Comunidad Europea, al amparo de la cual se conceden privilegios a la agricultura francesa, con casos de discriminaci¨®n hacia la italiana y la espa?ola, y se propicia la creaciJin de una agricultura de invernadero, a precio de oro, en los pa¨ªses fr¨ªos del norte de Europa, lo cual es un absurdo econ¨®mico, un desmentido al principio de aprovechamiento de las complementariedades, una inversi¨®n de los objetivos equilibradores de la Comunidad y una contra-corriente al intercambio Norte-Sur. Por eso tendr¨ªan raz¨®n los italianos en se?alar ante la Comunidad Europea que la previsible entrada de Espa?a, Portugal y Grecia deber¨ªa de ser la oportunidad para una revisi¨®n a fondo de la pol¨ªtica agr¨ªcola comunitaria, liber¨¢ndola del cors¨¦ por el cual los precios agr¨ªcolas europeos son caros y no competitivos, dando lugar a una situaci¨®n claramente discriminatoria no s¨®lo respecto de los pa¨ªses europeos del sur, sino tambi¨¦n de los de ¨¢reas menos desarrolladas.
El acercamiento hispano- italiano deber¨ªa incrementarse a partir de ahora, para beneficio mutuo y de Europa. La percepci¨®n de la identidad de los problemas entre los dos pa¨ªses deber¨ªa de ser un acicate para ese deshielo. Problemas como la erosi¨®n en la seguridad mediterr¨¢nea, la indefensi¨®n de ambos pa¨ªses en materia energ¨¦tica y el inter¨¦s compartido en la difusi¨®n del esp¨ªritu del humanismo y liberalismo, como corrector del- hegemonismo de las superpotencias, no indican sino la necesidad de que Espa?a e Italia tengan un trato mutuo preferente en lo pol¨ªtico, leal en lo econ¨®mico y cooperativo en lo cultural.
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