La plaza de Col¨®n
El primer error cometido en la plaza del Descubrimiento es el nombre. La gente seguir¨¢ llamando a ese sitio plaza de Col¨®n, como le llaman Manuel Becerra a la plaza de Roma y Gran V¨ªa a la avenida de Jos¨¦ Antonio.
- La gente es que es muy inculta, jefe- dice el parado.
No. Lo que pasa es que a la gente le va la naturalidad, esos nombres ret¨®ricos, como plaza del Descubrimiento, a la gente se le despegan. No se le puede decir a la jai:
- Que te espero a las siete, cuerpo, en la plaza del Descubrimiento de Am¨¦rica.
Queda mucho m¨¢s normal la f¨®rmula de siempre:
- A las siete en Col¨®n. t¨ªa.
Y la t¨ªa acude, como dos y dos. Quiere decirse - y lo ha se?alado Santiago Am¨®n en este peri¨®dico— que nuestros gobernantes siguen siendo ret¨®ricos elocuentes e incluso grandilocuentes. No renuncian a la grandeur, y menos mal que la prensa canallesca les hemos parado con lo del Viaducto, que si no a lo mejor levantan all¨ª otra plaza del Descubrimiento y se la encargan a Santiago de Santiago.
- La ¨²ltima noticia sobre el Viaducto es que lo van a remodelar, oiga- dice el abrecoches, que viene hoy de gorra de plato, foulard rojo, camisa blanca blanqu¨ªsima y clavel en la muleta.
Remodelar. Cuando aqu¨ª remodelan algo, ya se sabe que se lo cargan. Llevan cuarenta a?os remodelando Madrid y al final les ha quedado una Brasilia hortera. Lo ¨²ltimo que han remodelado es la plaza de Col¨®n, y les ha salido una cosa entre la plaza de Espa?a y el estadio Calder¨®n, pero con el almirante al fondo, como si fuera el monumento al ¨¢rbitro, que tiene el brazo levantado.
- Realmente, esto que llaman la reforma no es m¨¢s que un remodelado pol¨ªtico- medita el parado.
S¨ª. Est¨¢n remodelando el franquismo y el neofranquismo. Pero se les nota mucho. Yo creo que incluso a Vaquero Turcios le habr¨ªa salido mejor. Ni reforma ni ruptura: remodelado. Al fin tenemos la f¨®rmula, aunque un poco tarde. Lo de la democracia va como la plaza de Col¨®n o del Descubrimiento: un ligero desplazamiento del centro y una dif¨ªcil armonizaci¨®n del vanguardismo municipal de Vaquero Turcios con el triunfalismo del almirante.
- Y menos mal que no nos han cambiado de almirante- dice el abrecoches.
Me llam¨® un se?or muy fino y muy hispanoamericano para invitarme al c¨®ctel previo a la inauguraci¨®n de la plaza, en un hotel. Dije que bueno, con reservas, y me fui primero a ver el invento:
?Estos se?ores no me dan a ni un bitter porque no se lo acepto? me dije despu¨¦s de ver el desastre. Y me volv¨ª a casa.
?Por qu¨¦ no llamarla as¨ª, plaza del Desastre? Queda ambiguo, grandioso y lleno de alusiones: el desastre del 98, el desastre de la Armada Invencible, los desastres de Goya, el desastre que han hecho en la plaza. La verdad es que tenemos una historia desastrosa.
- O plaza de la Democracia- dice el parado.
Eso. Porque es la ¨²ltima plaza madrile?a que se carga el franquismo y la primera que inaugura el continuismo. Alejo, el locutor que dio la legalizaci¨®n del pec¨¦, me invita a un revival de Concha Piquer y Antonio Mach¨ªn en casa del conde De Lavern. El conde, que nos recibe de casulla, pone las aceitunas y el equipo estereof¨®nico. Entre La Lirio y Dos gardenias, alguien me informa -no s¨¦ si con fortuna- de que Carmen D¨ªez de Rivera est¨¢ esperando el carnet del Partido Comunista. Esta se?orita se est¨¢ remodelando siempre a s¨ª misma, como la plaza de Col¨®n. Pero no consientas, Carmen, que te ponga las manos encima De Arespacochaga, que ya ves c¨®mo nos ha dejado la plaza.
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