"Debemos revolucionar nuestro interior, modificando nuestras necesidades
?No ser¨¢n suficientes ni nuevas t¨¦cnicas, ni nuevas leyes. Debemos promover una revoluci¨®n dentro de nosotros mismos para adaptarnos mejor a la sociedad en que vivimos. Debemos, en definitiva, modificar nuestras necesidades.? As¨ª se expres¨® ayer el fundador y presidente del Club de Roma, Aurelio Peccei que lleg¨® a Madrid para tomar parte en la primera reuni¨®n de la Asociaci¨®n Mundial de Prospectiva Social y que pretende hacer un estudio de futuro sobre el nuevo orden econ¨®mico desde bases sociales.
En la reuni¨®n se puso de manifiesto que era de urgente necesidad la realizaci¨®n de un informe mundial sobre empleo y educaci¨®n. En este sentido, varios observadores se manifestaron tambi¨¦n sobre la necesidad de estudiar el futuro de las profesiones para poder ofrecer una alternativa sobre bases reales.?La primera caracter¨ªstica de nuestra ¨¦poca -se?al¨® Peccei- es el enorme poder alcanzado por el hombre y su multiplicaci¨®n vertiginosa. Por otra parte el tiempo presente le resulta a hombre muy poco satisfactorio. De ah¨ª que haya que crear nuevas ideas capaces de sostenerlo y estimularlo.?
Al plantear c¨®mo y cu¨¢les podr¨ªan ser esas nuevas ideas, Peccei coment¨® que podr¨ªan establecerse cuatro grandes necesidades. ?En principio debemos encuadrar nuestras necesidades en la austeridad ya que sin soluci¨®n, estamos determinados a vivir en ella. Todos han coincidido; desde el presidente de Estados Unidos, a los comunistas europeos, o hasta el propio club de Roma. Por otra parte, la pol¨ªtica de rentas, a escala mundial, debe transformarse, debe redistribuirse. Si no hay una sociedad m¨¢s justa no har¨¢ una sociedad m¨¢s humana. Y esto no es una concepci¨®n idealista: es la ¨²nica opci¨®n de superviviencia.? Para todo ello, har¨ªan falta tambi¨¦n dos elementos b¨¢sicos que Peccei define como programaci¨®n, descargando el concepto de toda connotaci¨®n autoritaria y centralizada, y que indica con prospectiva; y, desde luego la revoluci¨®n interior de cada hombre, de cada uno de nosotros de forma que adoptemos nuestras necesidades a otro concepto, m¨¢s acorde con la l¨ªnea de austeridad obligatoria.
?Nos encontramos en una encrucijada. Nuestra gen¨¦tica no nos permite adaptarnos a los cambios que nosotros mismos hemos producido. Por ello, debe haber una adaptaci¨®n del hombre al medio desde el plano eminentemente cultural. Porque de lo que se trata es de adaptarnos a nosotros mismos. Y para este ajuste hacen falta nuevos hombres, nuevos l¨ªderes espirituales y nuevas comunidades pol¨ªticas y cient¨ªficas que sean capaces de plantear esos nuevos rumbos.?
Peccei parte de la idea de que hoy estamos viviendo en el mundo tanta gente como ha vivido en los ¨²ltimos veinte siglos, ?La situaci¨®n que esto crea es totalmente nueva. La experiencia del pasado no es ¨²til, pr¨¢cticamente. Estamos en un mundo empobrecido, con una naturaleza a la defensiva y gravemente destruida; por eso debemos comprender que estamos en el momento m¨¢s cr¨ªtico de la historia: el hombre puede autodestruirse o crear una nueva civilizaci¨®n.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.