Camino y El Viti a¨²n est¨¢n corriendo
Con los dos primeros toros, escandalosamente inv¨¢lidos (el que abri¨® plaza se pegaba unas costaladas de a¨²pa) el panorama de la corrida era de ruina. Camino y El Viti se justificaron con muy pocos pases y encima ech¨¢ndoles la muleta abajo, para que se cayeran m¨¢s; al contrario de lo que suelen hacer con los bomboncitos buend¨ªa, lisardos, n¨²?ez, etc¨¦tera, a los que cuidan como enfermeros, tanto y tan bien, que ya tienen fama de dominar el dif¨ªcil arte de mantener en pie reses desmirriadas.Aunque no ser¨¦ yo quien se queje de estas artima?as, porque Victorino tiene cr¨¦dito de ganadero cabal, de lo que presume, y que se cayeran sus toros era, tenga o no la culpa, una especie de fraude en regla, mucho menos justificable que en sus colegas. Pero sali¨® el tercero y cambi¨® el panorama. El toro en la plaza pele¨® con genio en varas y a pesar del fuerte castigo que recibi¨® present¨® batalla hasta el final. Fue un toro duro y dif¨ªcil, de media arrancada, al que no hab¨ªa forma de bajarle la cabeza, y M¨¢rquez, que es torero de valor y con recursos, pas¨® las de Ca¨ªn para quit¨¢rselo de en medio. Llevaba el victorino un bajonazo infame y a¨²n segu¨ªa embistiendo, en el centro del ruedo, y les pegaba el susto al matador y a las cuadrillas, a los que desarmaba. No se entreg¨® jam¨¢s.
Plaza de Las Ventas
D¨¦cima corrida de feria. Toros de Victorino Mart¨ªn, serios y cornalones, bien presentados. Muy flojos los dos primeros. Con mucha casta los restantes. Manso y peligroso el tercero; aceptable en varas el cuarto para acabar noble; de impresionante presencia el quinto, manso de salida, para luego crecerse al castigo y acabar noble; bravo el sexto, muy noble y alegre en todos los tercios. Ninguno se entreg¨® hasta morir.Paco Camino. Bronca monumental en los dos. El Viti. Silencio. Bronca monumental. Miguel M¨¢rquez. Aviso y pitos. Petici¨®n y vuelta al ruedo. Lleno de ?no hay billetes?. Presidi¨® con acierto el se?or Santa Olalla. Camino y El Viti fueron despedidos con lluvia de almohadillas.
Al cuarto, un animal de cuajo, preciosa estampa, tambi¨¦n le hicieron de todo los del caballo y lleg¨® agotado, pero noble, a la muleta. Camino le pas¨® dos veces al natural y dos al derechazo, pero como pudo comprobar, por el genio con que se le revolv¨ªa, que no era el borrego de siempre, se puso con la muleta retrasada a la distan cia justa para que no le embistiese, y ya est¨¢. Lo dem¨¢s fue tirar l¨ªneas ?D¨®nde estaba el maestro que dec¨ªan?
El abundante vitismo debi¨® creer que el titular de la causa se erigir¨ªa en mand¨®n del toreo con el quinto, un ejemplar de estampa de La Lidia, quiz¨¢ el m¨¢s grande, m¨¢s serio y m¨¢s cornal¨®n con que s haya enfrentado en su vida. Pero una cosa es el vitismo y lo que justifica la bander¨ªa y otra El Viti, como una cosa son los borregos y otra el toro. Manso, de los que cocean, en los pr¨ªmeros encuentros, se fue arriba en los siguientes y acab¨® noble. Absurda nobleza cuando no hay torero; cuando el de luces, todo lo serio que se quiera -ayer, m¨¢s que serio, desencajado- no intenta dar un solo pase. Unos toques a las orejas, pinchazos en los ijares, carreras para adelante y para atr¨¢s, y como remate, el volapi¨¦ a la huida, tal cual hab¨ªa hecho el otro maestro en el toro anterior. Pero estaba el victorino herido y vomitando sangre y a¨²n aperreaba al Viti, que se llev¨® un par de sustos con los arreones que le peg¨® el moribundo cornal¨®n. Falta de vista del torero y falta de pr¨¢ctica, porque, a aquellas alturas, debi¨® haberse dado cuenta de que no estaba ante uno de esos moritos adormilados que tan bien aparca.
All¨ª fue el grito un¨¢nime de la plaza: ??Os han descubierto!? No los victorinos, sino el toro-toro les hab¨ªa quitado la m¨¢scara a estos dos maestros-escuela de las exclusivas y del cuento. Y para que todo fuera m¨¢s claro, al m¨¢s entero victorino de los que saltaron ayer a la arena, M¨¢rquez le sac¨® faena. Antes hubo una vara infame. El toro recarg¨® sacando al caballo a los medios y el picador se ensa?¨® de mala manera; le hizo un boquete que s¨®lo mirarlo era un horror. Explot¨® el p¨²blico entonces y llen¨® el ruedo de almohadillas en una protesta que ya era esc¨¢ndalo gordo y llevaba el rumbo de convertirse en conflicto de orden p¨²blico. Menos mal que la presidencia cambi¨® el tercio. Pronta en banderillas la res, embest¨ªa a la muleta de largo, y con alegr¨ªa. El trasteo de M¨¢rquez result¨® deslavazado, no se ci?¨® jam¨¢s en los pases, pero fue suficientemente animoso como para meterse al p¨²blico en el bolsillo, sobre todo cuando cuaj¨® un largo y limpio circular. Despu¨¦s tropez¨® y el toro se le reboz¨®, pis¨¢ndole, lo que le dej¨® fuera de combate unos minutos. Todo suficiente como para que se produjera un clima de emoci¨®n que creci¨® al cobrar media estocada en las agujas.
La corrida se arreglaba al final, cuando ya no ten¨ªa remedio. Pero la despedida a Camino y El Viti fue ¨¦pica. La masa coreo ??Sinverg¨¹enzas!? Despu¨¦s del trago del, toro, tuvieron que pasar el trago a¨²n peor de una multitud enfurecida, que les arrojaba almohadillas con las de dar. De manera que despu¨¦s de correr con los victorinos, tuvieron que repetir la carrera por el port¨®n de cuadrillas, para huir de la quema. Para m¨ª que a¨²n est¨¢n corriendo.
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