Alberti: "magia de la pintura escrita"
La poes¨ªa de Alberti, en l¨ªneas muy generales, es una rara y equilibrada conjunci¨®n entre forma y contenido. Pero si hemos de ser m¨¢s precisos en nuestra aproximaci¨®n tendremos que se?alar no pocas particularidades: la deliciosa asimilaci¨®n de los cancioneros y del turbulento lenguaje gongorino, su emoci¨®n luminosa y sure?a junto al verso astillado y sangrante que brota de la modernidad ciudadana y de la guerra, el malabarismo de la forma y la destreza del rimador junto al herm¨¦tico contemplativo de realidades son¨¢mbulas, clasicismo y vanguardia, pasado y realidad, y ausencias...Hay, sin embargo, un libro suyo en el que con suma delicadeza se resuelven todas las tensiones de su larga carrera de poeta, de sus predilecciones y de sus obsesiones. Me refiero a ese fruto de la serenidad y del equilibrio que es A la pintura. Para empezar, Alberti resuelve con este libro, aunando temas, unificando sue?os, la grata disyuntiva entre poes¨ªa y pintura que en ¨¦l se ha dado. En A la pintura hay mucho de autobiograf¨ªa y esperp¨¦ntica o sublime -Goya o Fray Ang¨¦lico-, pasa por sus p¨¢ginas la historia de los hombres. El d¨ªstico, el soneto, los poemas libres de los que las palabras caen enredadas y rumorosas como de una cascada nos llevan al desnudo, al pincel, a Guernica, a los colores, a Solana, a ninfas y a monstruos, a una patria de cielos demasiado altos y de sue?os demasiado rotos, a una Europa excelsa que ama el claroscuro y la divina proporci¨®n.
Pero, por encima de sus significados m¨¢s concretos, A la pintura es un poco como, el libro-clave que explica todos los dem¨¢s y, en consecuencia, el c¨ªrculo de los sue?os y de la vida de Rafael Alberti. Su obra se abre con la luz de la bah¨ªa y, a trav¨¦s de la Am¨¦rica Latina y de la Italia de que habla su apellido florentino y su exilio, tiende a cerrarse tardiamente en el mismo solar que le viera nacer. A la pintura nace en la orilla americana y en ese momento ¨¢lgido, enajenado, de las heridas pasadas que no dejan de arder, del recuerdo nost¨¢lgico y penetrante. A la pintura y Retornos de lo vivo lejano, esa otra ?org¨ªa de la a?oranza?, como lo ha llamado alg¨²n cr¨ªtico, surgen de la serenidad y del misterio, de un mundo ausente: el de las lecciones aprendidas en los museos de Europa y en las playas y huertos submarinos de su infancia.
A la pintura aparece tambi¨¦n dentro del panorama global de su obra como un reto, como el ?terna perfecto? que es necesario abordar -m¨¢s all¨¢ de un voluntarioso empe?o- con una riqu¨ªsima inspiraci¨®n. En verdad la Europa de los pintores -especialmente de los italianos y de los espa?oles- se merec¨ªa esa apoteosis de la destreza, ese delirio de agudezas, definiciones y ensue?os. Con A la pintura Alberti vuelve a aproximarse a su tierra, a su primitivo para¨ªso, a su ?arboleda perdida?. Alberti canta en definitiva a un arte y con un arte que s¨®lo se puede aprender con Botticelli y Piero della Francesca bajo los cielos limpios de Florencia, o, con Vel¨¢zquez y Zurbar¨¢n, bajo los cielos arrasados de Castilla.
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