Los democristianos alemanes presionan a los liberales
La fracci¨®n conservadora del Parlamento de Bonn no s¨®lo quiere para s¨ª la canciller¨ªa, para lo cual prepara una ofensiva a fondo del Partido Cristiano Social de Baviera, n¨²cleo ultra en el coraz¨®n de la democracia cristiana, sino que tambi¨¦n apetece la presidencia de la Rep¨²blica.
Mientras el actual titular del primer cargo de la naci¨®n, Walter Scheel, ingresaba en un hospital de Heidelberg para someterse a una revisi¨®n m¨¦dica, la democracia cristiana anunciaba que impedir¨¢ la reelecci¨®n de Scheel si los liberales, partido del que procede el presidente, no acceden a cooperar m¨¢s ¨ªntimamente con los democristianos. Para que el chantaje sea m¨¢s claro, los conservadores se proponen ?hacer ver a los electores? en los dos pr¨®ximos meses que el actual Gobierno carece de condiciones para cumplir su misi¨®n. Los sectores elegidos para esa ?demostraci¨®n? son las reformas en materia de pleno empleo, el radicalismo y los impuestos sobre la renta.El Consejo Federal, C¨¢mara alta de la Rep¨²blica, mayoritariamente democristiano, se encargar¨¢ de interceptar el paso de estas reformas al bolet¨ªn oficial del Estado. Seg¨²n el jefe del Gobierno regional democristiano de Renania- Palatinado, Bernhard Vogel, hermano del ministro de Justicia, que milita en la socialdemocracia, este partido se encontrar¨¢ en la oposici¨®n, como muy tarde, el pr¨®ximo a?o.
A diferencia del primer canciller, Adenauer, que se convenci¨® de que no era necesario acceder a la jefatura del Estado para controlar el poder, ahora su partido apetece todas las funciones p¨²blicas, ejecutorias y representativas, tras privar a los socialdem¨®cratas, en las pasadas elecciones de la presidencia del Parlamento. Para lograrlo no han escatimado ni las presiones pol¨ªticas ni los calificativos m¨¢s hirientes: seg¨²n Vogel, si los liberales no acceden a una ?aproximaci¨®n? -coalicci¨®n, se entiende- se quedar¨¢n en su papel de ?rid¨ªculos tercerones?.
El panorama pol¨ªtico presenta en la RFA suficientes signos de deterioro, tantos, que el jefe socialdem¨®crata, Brandt, ha repetido su invocaci¨®n de hace siete a?os en favor de ?mayor democracia? y ?mayor libertad?. Esta vez ha a?adido una inquietante advertencia sobre una creciente ?a?oranza de formas periclitadas de carencia de libertad, una a?oranza por el pasado?, que a su juicio se observa en Alemania occidental. Bajo estas f¨®rmulas no se oculta a nadie que se cita al nazismo.
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