Elecciones generales en la Espa?a, posfranquista,
Es el Partido Carlista uno de los grupos que, por causas a¨²n desconocidas, no ha sido inscrito en el registro de asociaciones pol¨ªticas. Esto no quiere decir que sea un partido ?legal, sino un partido que ha esperado una decisi¨®n arbitraria para poder, como tal, participar en las elecciones convocadas por el Gobierno. La democracia es una cuesti¨®n muy distinta a este juego de legalizaci¨®n oficial.Por todo ello vamos a hablar con la serenidad y el derecho que corresponden a un partido dem¨®crata, marginado y discriminado, sin que hasta el momento se haya dado la menor explicaci¨®n a esta situaci¨®n, no al partido, sino al conjunto de la sociedad que va a concurrir a las elecciones generales.
Analizamos las pr¨®ximas elecciones con una visi¨®n de futuro, sin que esto signifique que huyamos del planteamiento actual, porque consideramos que lo que el pais se juega es precisamente su futuro.
La cr¨ªtica a la reforma en su realizaci¨®n electoral la hacemos desde una perspectiva de principios democr¨¢ticos, desde una perspectiva de posibilidades reales para llegar a la democracia y desde una perspectiva de los condicionamientos que el r¨¦gimen sigue manteniendo, para llegar a conclusiones de futuro y de compromiso de la sociedad.
Queremos evitar caer en lo f¨¢cil, en la demagogia barata. Porque lo f¨¢cil ser¨ªa el enfado y dejarse cegar por el resentimiento que ocultar¨ªa tambi¨¦n una realidad positiva.
Se afirma que no puede implantarse la democracia si previamente no se han restablecido las libertades. Estas libertades, que se han estando interpretando por todos los partidos de la Oposici¨®n democr¨¢tica, deben concretarse en el reconocimiento de todos los grupos pol¨ªticos y sindicales sin exclusi¨®n y la aplicaci¨®n de una amnist¨ªa pol¨ªtica total. Este ha sido el compromiso contra¨ªdo. En los momentos actuales estas condiciones no existen y l¨®gicamente se puede asegurar que no hay libertad y se cierra el paso a la democracia. No obstante, si no son interrumpidas por alg¨²n acontecimiento de excepci¨®n, las elecciones van a celebrarse y se celebrar¨¢n con el concurso de todos los partidos reconocidos por el Gobierno y por casi la totalidad de los no reconocidos. Los reconocidos lo hacen sin objeci¨®n alguna e incluso rompiendo el compromiso contra¨ªdo durante la lucha desde la Oposici¨®n llega? contra el poder establecido, haciendo abdicaci¨®n de muchos de sus principios socialistas y democr¨¢ticos al aceptar un juego condicionado por el Gobierno. Los no-reconocidos intentan hacerlo por otros procedimientos, acusando el enorme handicap que produce la desigualdad de oportunidades y de promoci¨®n realizadas en la precampa?a electoral, quedando in¨¦ditas su capacidad de convocatoria y la aceptaci¨®n de sus programas. A pesar de todo, la amnist¨ªa se exige con energ¨ªa, principalmente desde Euskadi, frente a la represi¨®n que desde el Gobierno se ejerce y que ha costado varias v¨ªctimas y asimismo se reclama constantemente la legalizaci¨®n de todos los partidos como premisa democr¨¢tica. Pero las elecciones se van a celebrar en estas condiciones. Existe conciencia de que se van a celebrar pese a la falta de libertad, a pesar de la falta de garant¨ªas democr¨¢ticas, a pesar de la represi¨®n y de la violencia desatada se van a celebrar en estas condiciones por la imposici¨®n de la derecha centrista que controla el Poder. Por eso nos preocupa el futuro democr¨¢tico.
Todos quieren la democracia
El r¨¦gimen tiene necesidad de limpiar su fachada de todo franquismo para asegurar su continuidad y la convivencia en el concierto internacional. Los partidos de la Oposici¨®n tienen necesidad de colarse por el resquicio que el sistema ha abierto para desde dentro intentar instaurar la democracia con una t¨¢ctica m¨¢s sutil y menos violenta. Hasta los marginados comprenden que es peligroso quedarse fuera de este juego y circulan por la v¨ªa de la tolerancia, aprovechando la enorme contradici¨®n del presidente Su¨¢rez, cuando en su ¨²ltimo mensaje dice que ?el pueblo no quiere encontrarse fatalmente obligado a ver las c¨¢rceles llenas de gente por motivos ideol¨®gicos? y sin embargo, la amnist¨ªa, aunque sea con cuentagotas, debe darse antes de las elecciones para evitar conflictos graves.
Nosotros nos preguntamos, ?estas elecciones ser¨¢n dentro de un marco democr¨¢tico y con garant¨ªas de las libertades? ?Qu¨¦ va a pasar despu¨¦s de las elecciones? Es posible que volvamos a ver las c¨¢rceles llenas de presos pol¨ªticos cuando muchos quieran expresar y ejercer sus derechos. Quiz¨¢ veamos una mayor¨ªa parlamentaria que frene toda posibilidad de desarrollo democr¨¢tico y de reforma constitucional. Quiz¨¢ tambien veamos una sociedad enga?ada y defraudada en sus esperanzas de obtener una participaci¨®n en la construcci¨®n de su futuro. Este es el panorama de hoy a veinte d¨ªas de las elecciones generales.
Los condicionamientos del Gobierno
El Gobierno actual est¨¢ realizando con ¨¦xito la parte m¨¢s dif¨ªcil para conseguir su reforma y consolidar el r¨¦gimen en la etapa pre-democr¨¢tica. Reconocemos estos avances porque los condicionamientos, despu¨¦s de cuarenta a?os de esterilizaci¨®n pol¨ªtica y social, la posibilidad de una reforma desde el Poder sin cambio, eran casi imposibles. Comprendemos tambi¨¦n que sobre unas bases estructurales, y constitucionales heredadas del franquismo, el Gobierno Su¨¢rez se encontraba pr¨¢cticamente Impedido para realizar una labor democr¨¢tica en un plazo corto, Pero el Gobierno se est¨¢ equivocando en lo m¨¢s f¨¢cil y comete graves errores que pueden dar al traste con su reforma. Obst¨¢culos que f¨¢cilmente podr¨ªan desaparecer, se mantienen absurdamente. Se crean otros obst¨¢culos por hacer concesiones in¨²tiles a alg¨²n sector del r¨¦gimen. Ante una opini¨®n p¨²blica m¨¢s sensibilizada y politizada aparecen como enormemente contradictorios con cualquier pol¨ªtica liberalizadora. El que no se legalicen todos los partidos, sin dar explicaci¨®n alguna, el que se practique la represi¨®n contra la pac¨ªfica expresi¨®n popular como en los peores momentos de la dictadura, el que se conceda la amnist¨ªa con operaciones restrictivas y gota a gota, el que los gobernadores civiles act¨²en. contradictoriamente y discriminadamente en la autorizaci¨®n o prohibici¨®n de m¨ªtines o actos pol¨ªticos y sociales, etc¨¦tera, no tiene otra explicaci¨®n que la existencia de compromisos de clase que limitan el ejercicio de la democracia... o de otros motivos que los carlistas nos resistimos a comprender.
Los perjuicios en gran parte ya est¨¢n hechos, pero aunque tarde, el Gobierno puede a¨²n corregir estos obst¨¢culos y dar paso al proceso democr¨¢tico partiendo del restablecimiento de las libertades p¨²blicas y el respeto a los derechos ciudadanos. Aunque en parte condicionado este proceso puede infundir esperanza y garant¨ªas para el futuro. El fantasma del continuismo debe desaparecer para alcanzar credibilidad democr¨¢tica.
El Partido Carlista
El Partido Carlista es un partido socialista y democr¨¢tico. Sus metas quedan definidas dentro de la amplia corriente socialista buscando la construcci¨®n de un Estado socialista y federal que d¨¦ respuesta al proceso de liberaci¨®n de los pueblos, de las comunidades y las personas, para alcanzar su autogobierno y su autorrealizaci¨®n. Por ello somos autogestionarios. As¨ª queda devinido en los estatutos que en su d¨ªa fueron presentados para su inscripci¨®n en el registro de asociaciones pol¨ªticas. El carlismo no plantea ning¨²n pleito din¨¢stico ni mon¨¢rquico. Acepta la legalidad democr¨¢tica donde el pueblo soberanamente decida su futuro. Cualquier otra interpretaci¨®n es un juicio de intenciones que conlleva un atropello a los derechos m¨¢s elementales que le asisten a cualquier grupo pol¨ªtico. Estas presunciones, adem¨¢s, si existieron, representan falta de libertad democr¨¢tica, porque como dec¨ªa hace poco un editorial de EL PAIS en cualquier sistema democr¨¢tico existe diversidad de opciones sin que ello represente una subversi¨®n, si las v¨ªas utiliza das son pac¨ªficas.
El futuro democr¨¢tico
Nos preocupa el futuro. Nos preocupa porque una oportunidad como la que en estos momentos hist¨®ricos se presenta, puede ser ¨²nica. Los pasos que demos deben estar, por tanto, dirigidos a crear las bases de un futuro democr¨¢tico. Si el abdicar de muchos de los principios socialistas es grave, tambi¨¦n lo puede ser el optar por posturas intransigentes que impiden el desarrollo democr¨¢tico. El pacto social del que tanto se ha hablado tiene que partir del respeto a todos sin exclusiones para poder establecer unas normas de convivencia pol¨ªtica.
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