Discrepancias entre matador y afici¨®n por el "pico" de la muleta
La corrida de ayer fue de relax. Pocas palabras, gritos contados y buenas formas. Podr¨ªa decirse tambi¨¦n que est¨¢bamos como en la oficina. Horario, de siete a nueve, salvo imprevistos. A¨²n no hab¨ªan dado las nueve ayer cuando sal¨ªamos de la oficina. Los maestros liquidaron sus seis expedientes sin apenas complicaciones.De manera que aqu¨ª paz, y despu¨¦s gloria. S¨®lo en el cuarto toro hubo un poco de alboroto. La afici¨®n de la andanada, que s¨®lo rechist¨® para denunciar los excesos piquistas de Julio Robles y Curro Rivera, le cant¨® a este torero el defecto, pas¨¢ndose un poco de decibelios. Rivera, manito, hermano, se encar¨® con los de las alturas. ?Ahora ver¨¦is.? Y pleg¨® la muleta, de forma que le qued¨® casi en su justa mitad. Y de esta curiosa forma continu¨® la faena. El alarde tuvo un efecto contrario al buscado, porque lo ¨²nico que se demostr¨® es que el toro era de una nobleza inmaculada, iba y ven¨ªa por donde le pon¨ªa tela Curro Rivera, manito, hermano, de donde todo el mundo pod¨ªa deducir -toro de nobleza inmaculada incluido-, que el pico anterior hab¨ªa sido ventaja in¨²til, que los de la andanada ten¨ªan raz¨®n, y que, en definitiva, lo que faltaba era arte.
Plaza de Las Ventas
Duod¨¦cima corrida de, feria. Toros de Alonso Moreno, bien presentados, serios, parejos; el primero con clase, alegres en el caballo segundo y cuarto, aunque se sal¨ªan de la suerte; mansos tercero, cuarto y sexto; dif¨ªcil el sexto, con problemas el segundo, nobles los restantes. Tuvieron casta. No se cay¨® ninguno.Curro Rivera. Silencio. Divisi¨®n de opiniones, pese a lo cual sale a saludar. Julio Robles. Palmas y saludos. Aplausos y saludos. Currillo, que confirm¨® la alternativa, aplausos y salida al tercio. Silencio. Presidi¨® bien Luis G¨®mez.
El pico no es ese extremo con flecos que pleg¨® el matador, o que cort¨® a cuchillo Jos¨¦ Fuentes en otra tarde con parecidas discrepancias entre afici¨®n y diestro, sino el mismo extremo textil colocado en el pit¨®n contrario. Es decir, que la ventaja ser¨ªa la misma si no hubiese pico, pero el torero inclinara la muleta en uve -como tambi¨¦n se expresa en el vocabulario tauro-coloquial-, cual hizo varias veces el propio Curro Rivera, manito, hermano, cuando ya llevaba la franela plegada.
Hay toros que tienen viciada la acometida y se vencen hacia el torero, como ocurr¨ªa con el primero -por otra parte noble, que un toro puede ser vicioso pero de buen fondo-, y entonces el pico es recurso apropiado en la ejecuci¨®n del pase, como hizo Currillo y, nadie le protest¨®. Consigui¨® Currillo varias tandas de derechazos buenos de verdad, pero no vio c¨®mo el toro le ped¨ªa la muerte y prolong¨® innecesaria mente la faena, por la izquierda, ya con menor lucimiento. Como encima mat¨® mal, la tarde se le fue sin ¨¦xito, ya result¨®, que su otro toro manso, reserv¨®n, a la defensiva cada vez que ve¨ªa un enga?o, y no tuvo otra opci¨®n que ali?arlo y darle muerte (mala muerte de nuevo, es lo cierto). Una verdadera l¨¢stima porque, en fin de cuentas, Currillo estuvo muy torero toda la tarde, lidiador, siempre dio la cara, con el toro noble y el dif¨ªcil, y mantuvo una colocaci¨®n impecable en el ruedo.
A medio gas qued¨® Julio Robles, y esto ya es grave en diestro de tan buenas condiciones como se le adivinan. Su lote fue, en conjunto, el m¨¢s boyante. No se emple¨® con el capote, en cuya modalidad es de los mejores estilistas que tenemos, y con la muleta, lo dicho: el pico. Al quinto, que si manso en los dos primeros tercios, en el ¨²ltimo derroch¨® nobleza, ejecut¨® pases de calidad verdadera, temple y empaque para unos derechazos que habr¨ªan estado entre lo mejor de la tarde y de la feria, de no afearlos, innecesariamente adem¨¢s, el pico dichoso, por a?adidura escandaloso. Se lo protestaron, y con raz¨®n. Su otro toro quiz¨¢ habr¨ªa ido mejor en los medios, pues no perd¨ªa de vista las tablas, hacia donde se le ve¨ªa aquerenciado, y precisamente en los medios empez¨® a muletear Robles, pero a los pocos pases ya estaba la faena en el tercio. Manejable la res, a veces produjo alg¨²n atragant¨®n, incierta cabezada, que aguant¨® con serenidad el torero. Hubo derechazos estimables y con la izquierda un gran natural, que tambi¨¦n debe contabilizarse entre lo mejor de la tarde. Pero al trasteo le falt¨® garra suficiente para que el tendido saliera de sus sopores de oficina.
La corrida fue muy pareja de tipo, bien presentada, sin estridencias; hubo un toro de clase, que fue el primero; otros dos, segundo y cuarto, que acudieron con alegr¨ªa a los caballos, aunque se rajaran al sentir el hierro; tres mansos sin paliativos: tercero, quinto y sexto; uno dif¨ªcil, del que ya hemos hablado, y otro con problemas, -prob¨®n, incierto, con genio-, que fue el primero de Curro Rivera, el, cual le tante¨® las embestidas por ambos pitones; aguant¨®, sereno, las tarascadas; ali?¨® con eficacia, y mat¨® al bajonazo. Si hacemos salvedad de esa forma de manejar la espada (no peor que sus compa?eros de terna, por otro lado), habremos de decir, con justicia, que en esta ocasi¨®n estuvo torero Curro Rivera, manito, hermano.
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