Los servicios secretos italianos, en el banquillo
El proceso por supuesta conspiraci¨®n fascista contra el Estado o ?golpe Borghese? proseguir¨¢ regularmente de ahora en adelante. Casi antes de iniciarse, el lunes pasado, en un complejo deportivo construido por Mussolini, el juicio estuvo a punto de empantanarse. Los jueces, sin embargo, decidieron acoger la petici¨®n del principal imputado, el general Vito Miceli, que en 1970 era jefe del Servicio de Informaci¨®n de Defensa (SID) y ahora es diputado neofascista, para que se revelen aspectos de lo que hasta ahora era ?secreto sumarial?.
El presidente del Gobierno, Giulio Andreotti, tendr¨¢ que hacer p¨²blicas las normas internas que regulaban las relaciones del servicio secreto con la Magristratura. Miceli es acusado de complicidad por no haber informado a sus superiores de cuanto se tramaba.En varias ocasiones, esta petici¨®n de publicidad hab¨ªa sido reiterada por los jueces al poder pol¨ªtico, que se hab¨ªa negado a colaborar con la justicia, atrincher¨¢ndose en el ?secreto del sumario?. Despu¨¦s de que el 24 de mayo pasado el Tribunal de Garant¨ªas Constitucionales declarara parcialmente ileg¨ªtimos dos art¨ªculos del c¨®digo de procedimiento penal, se ha creado un vac¨ªo de poder. Seg¨²n explic¨® anteayer el mismo Andreotti en la Comisi¨®n Parlamentaria que est¨¢ preparando una nueva legislaci¨®n, el ministro de Justicia ya no puede negarse revelar el secreto. Por otra parte, no existen normas de c¨®mo debe hacerlo el presidente del Consejo.
Se tiene, pues, la impresi¨®n de que el juicio a los presuntos conspiradores fascistas se reducir¨¢ a un proceso contra el servicio de contraespionaje paralelo, m¨¢s que contra los ?nost¨¢lgicos? fascistas.
Escepticismo
El lunes pr¨®ximo comenzar¨¢n pues, los interrogatorios a los 78 acusados por el asunto Borghese. Como en el caso de Catanzaro, donde se trata de procesar a los responsables de los sangrientos sucesos de la plaza Fontana de Mil¨¢n, que el 12 de diciembre de 1969 cost¨® la vida a diecis¨¦is personas, los expedientes son voluminosos, llenos de mil indicios y declaraciones que pacientemente los jueces han recogido durante estos ¨²ltimos a?os. Pero la opini¨®n p¨²blica, en general, se muestra esc¨¦ptica. Se cree que ciertos organismos de informaci¨®n militar han conseguido desviar y complicar el proceso, vali¨¦ndose de la falta de legislaci¨®n clara y org¨¢nica sobre los servicios de inteligencia. Por eso el ?premier? Andreotti ha propuesto al Parlamento que se unifiquen el Servicio de Seguridad, que depende del Ministerio del Interior, y el SID, y que de ambos sea responsable ante el Parlamento el propio primer ministro. Andreotti ha confirmado tambi¨¦n ante la Comisi¨®n parlamentaria sus sospechas de que en la ?estrategia de la tensi¨®n? han intervenido estos ¨²ltimos a?os varios servicios extranjeros. Est¨¢ seguro, al menos, de que muchos ?brigadas? rojos han permanecido por largo tiempo en el exterior.
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