Pedro Lavirgen excepcional "Don Alvaro"
Si alguna ¨®pera encarna de manera perfecta la sublime arbirariedad definitoria del g¨¦nero seg¨²n Mara?¨®n, esta ¨®pera es La fuerza del destino. La encarna adem¨¢s con una fuerza retrospectiva fuera de serie, pues todas esas arbitrariedades toda la enorme carga candorosa, toda la raz¨®n de la sinraz¨®n, tuvo en Don Alvaro vigencia. Basta recordar las impresiones de Verdi sobre el drama de Rivas: algo poderoso. ¨²nico, desusado.Lo m¨¢s caracter¨ªstico de la ¨®pera, con toda la importancia que, en su momento, tuvieran los argumentos, es la prolongaci¨®n, Sublimaci¨®n si se quiere, que la m¨²sica a?ade para acentuar el sentido del texto y, a la vez, para convertirlo en una suerte de met¨¢fora. Todo queda as¨ª m¨¢s idealizado, pues las pasiones fuertes se convierten en melod¨ªa que guarda la memoria. En el caso de Verdi, ya en Don Alvaro melod¨ªa, vocalidad y orquesta se integran en una unidad teatral sorprendente, m¨¢s representativa de los gustos y sentimientos de de los gustos y sentimientos de una ¨¦poca que las mismas escenas y rimas del Duque de Rivas. Este cuando asisti¨® al estreno madrile?o de La forza, dirigido por Verdi en el Real, mostr¨® su disgusto por la adaptaci¨®n de su pieza. Debi¨® pensar que se hab¨ªa evaporado, casi por completo, el componente pintoresco y prenacionalista que, al lado de las grandes l¨ªneas rom¨¢ntico-europeas, otorgan cierta originalidad el drama. El realismo capaz de pintar lo popular, pasa a Piave y, Verdi en forma de muy aisladas alu iones pintoresquistas. En cambio. Rivas, no supo ver hasta qu¨¦ grado el compositor de Parma hab¨ªa elevado los sentimientos que aletean en La forza: la amistad, el amor desesperado la inesquivable fatalidad.
Teatro de la Zarzuela
La fuerza del destino, de Verdi Directores: De Fabritos y Carpio. Reparto: Pedro Lavirgen. P. Cappuccilli, Ortando Malaspina, Stella Silva, B. Giaottli, A. Mariotti. Orquesta y Coro de RTVE. 1, 3 y 5 de junio.
Pedro Lavirgen es una excelente voz verdiana. El concepto -que preside un c¨¦lebre concurso l¨ªrico italiano- resulta m¨¢s preciso de lo que pueda parecer. ya que esas voces adem¨¢s de las necesarias cualidades intr¨ªnsecas precisan de una especie de conciencia capaz de dotarlas de la id¨®nea expresividad. En suma y por encima de absurdos y sinrazones: humanismo, humanismo y humanismo. Pedro Lavirgen es un cantente -tambi¨¦n un hombre- de tan rica humanidad que su Don Alvaro logra el m¨¢ximo milagro del int¨¦rprete: hacer viable todo convencionalismo, acercar hasta nosotros desde una temperatura irresistiblemente cordial, lo que pensado o le¨ªdo suponemos lejano y casi acartonado. Con interpretaciones como la del gran tenor espa?ol cruzamos la frontera del absurdo y nos instalamos en una realidad. Todo ello es tan importante que sin tal veh¨ªculo ni siquiera el genio del gran Verdi hasta para que aceptemos el enga?o. Valiente c¨¢luroso, directo, enajenadamente l¨ªrico, sistematizador del arrebato, este Don AIvaro de Pedro Lavirgen es, lisa y llanamente extraordinario. Vence y convence desde una naturaleza y una t¨¦cnica sin trampas. Nunca se podr¨¢ hablar de un arte noble con tanta propiedad como al referirse al de Lavirgen. Porque es noble y popular, como la misma ¨®pera de Verdi. Todos los bravos que un teatro de ¨®pera puede albergar los mereci¨® y tuvo nuestro cantante al que dio respuesta perfectamente nivelada, el bar¨ªtono Piero Cappuccilli. Su personaje es m¨¢s monocolor (Don Carlos de Vargas) pero Cappuccilli lo hizo. como debe ser en conexi¨®n directa con su entra?able amigo del alma y enemigo por mor del fatum. No hay descortes¨ªa al seguir enumerando a los protagonistas masculinos antes de citar a las muy excelentes soprano y mezzosoprano. Porque gozar de un Padre Guardi¨¢n como el de Bonaldo Giaotti es un verdadero lujo. Para su d¨²o con Fray Melit¨®n, que de alg¨²n modo anticipa el enfrentamiento Inquisidor-Felipe Il en Don Carlos. cont¨® con el bar¨ªtono Alfredo Marlotti, estupendo tambi¨¦n en lo c¨®mico visto con agudeza por Sope?a porno avar¨ªce del humor culminativo de Falstaff.
El personaje de Leonor tiene mucho de respuesta. Su valor y su significaci¨®n dependen de la pasi¨®n de Don Alvaro a la quedebe poner contrapunto niodulando su l¨ªrica su desesperaci¨®n. Rita Orlandi Malaspina hizo una creaci¨®n considerable pues alcanz¨® lo fundamental: un pulso determinado y una eficacia indiscutible. Por colorv bien hacer la mezzo. Stella Silva dio a Preciosilla contenido lleno de gracia. yo dir¨ªa que una gracia sabedora de cu¨¢nto drama le rodea. Dolores Cava, Julio Catania Boscolo Manzaneda y Gallego completaron el cast, uno de los m¨¢s completos equilibrados de la presente temporada. El coro de RTVE llev¨® a cabo su mejor interpretaci¨®n de este a?o, el ballet cumpli¨® con refinado estilo y Roberto Carpio movi¨® la escena con seguridad soltura e identificaci¨®n. Decorados (Burgos. Sevilla), vestuario (Cornejo) y luces contribuyeron al brillante resultado enaltecido por la espl¨¦ndida labor de la Sinf¨®nica de RTVE, ejemplo de flexibilidad y calidad profestorial. El director Oliviero de Fabritis, no es un divo -ya lo sabemos- pero s¨ª un gran conocedor: de la letra y del esp¨ªritu verdianos. Por lo mismo su trabajo result¨® decisivo para una representaci¨®n cuyos m¨¦ritos habr¨ªan sido igualmente valorados en un gran teatro estable de no importa qu¨¦ capital europea.
Babelia
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