El Tour decidir¨¢ el ocaso definitivo de Merckx
Cuando el deporte a todos los niveles vive momentos dif¨ªciles -el espa?ol, m¨¢s que ninguno- existen dos apartados que la prensa especializada deber¨ªa tener en cuenta m¨¢s que nunca: fomentar la pr¨¢ctica deportiva, ensanchando a la vez la limitada conciencia sobre el tema de los ciudadanos y tratar de forma m¨¢s t¨¦cnica esta parcela, cada d¨ªa m¨¢s invadida por los asuntos extradeportivos. Estos dos apartados son complementarios. Incluso en la denuncia de las situaciones lamentables de abandono que por diferentes causas sufre el deporte en su cara educativa aparece su lado positivo. Pero no vale quedarse en la an¨¦cdota como suele suceder ¨²ltimamente. Eso no fomenta m¨¢s que la discusi¨®n in¨²til. En todo caso vale la an¨¦cdota, pero t¨¦cnica, como es este caso. El ciclismo es un deporte que en su nivel m¨¢s profesional y sufrido causa asombro. En un plano puramente amateur, quien m¨¢s y quien menos ha montado alguna vez en bicicleta para quemar grasas, y a cualquiera le suena un nombre: Merckx. Indudablemente, cualquier fen¨®meno de una especialidad deportiva arrastra aficionados. Aunque por su dureza el ciclismo no puede compararse a otros ejemplos -tenis o golf- al menos causa la inquietud de la admiraci¨®n. Tambi¨¦n ese es otro punto importante del deporte: el asombro ante las haza?as.
Merckx naci¨® el 17 de junio de 1945. Pasado ma?ana, pues, cumplir¨¢ los 32 a?os. Con 1,82 metros de estatura y 73 kilos de peso tiene cuarenta pulsaciones por minuto y esa ha sido una de las cualidades f¨ªsicas fundamentales para permitirle ser un campe¨®n. Ello le ha permitido siempre recuperarse muy deprisa de los esfuerzos e igualmente ?sufrir? sobre una bicicleta m¨¢s tiempo que cualquiera de sus adversarios. Si a ello se une un ansia innata de ganar, la mezcla deb¨ªa dar necesariamente un fuera de serie.
Algo que quiz¨¢ se ha olvidado muchas veces de Eddy Merckx es que t¨¢cticamente no ha sido un gran corredor. Ni mucho menos como el ?economista? Anquetil o como el hombre de los esfuerzos decisivos, Coppi. Simplemente ha suplido siempre sus descuidos o su desinter¨¦s porque se sab¨ªa superior f¨ªsicamente para solucionar las situaciones m¨¢s dif¨ªciles en su insaciable despliegue de, fuerzas. Ahora bien, precisamente ese desgaste f¨ªsico, contrapesado con la resistencia natural del corredor, es el que influye fundamentalmente en el ocaso de un ciclista. En Merckx, cuando ha pasado ya la treintena, es muy a tener en cuenta. Todo cuerpo humano,-por muy privilegiado que sea, tiene un l¨ªmite.
Derrota tras derrota
El corredor belga s¨®lo ha ganado este a?o la ronda de Aix-en-Provence y el Tour Mediterr¨¢neo, dos pruebas pretemporada. Luego ha ido de derrota en derrota. En la Par¨ªs-Niza, por ejemplo, aunque gan¨® la cuarta etapa no pudo con Maertens. Tampoco ha ganado ninguna ?cl¨¢sica? y en el Tour de Flandes provoc¨® la batalla para abandonar despu¨¦s, sabiendo que no ten¨ªa ninguna posibilidad al final. Merckx arrastra ya problemas de lesiones, como una ca¨ªda en el Tour del a?o 75 que le impide ahora respirar bien. El a?o pasado termin¨® el Giro a base de coraje, pero un for¨²nculo le apart¨® posteriormente del Tour. Al cabo de doce a?os de profesional -se cumplieron el pasado 11 de mayo- al campe¨®n viejo le empiezan a desbordar las arrugas de tanta batalla. El, que pasaba por un superhombre al ganar carrera tras carrera -su r¨¦cord de 52 triunfos en una temporada se lo bati¨® en la pasada Maertens, con 56- se ha convertido en un ciclista normal que acusa la dureza del ciclismo (como cualquier otro.
Aunque Merckx a¨²n se defiende en el llano y hasta termina las pruebas en los puestos destacados, precisamente por ser ¨¦l, que siempre era el uno, se nota m¨¢s su declive. Tanto en la monta?a -que sub¨ªa sin ser un escalador- nat¨®, a base de fuerza- como en las contra reloj, donde nadie le hac¨ªa sombra, ahora se le bate sin remedio. En la pasada Dauphine Liber¨¦ la gran batalla en la decisiva etapa de monta?a te hizo perder m¨¢s de seis minutos, algo Inaudito en ¨¦l. En la contra reloj final de 36 kil¨®metros perdi¨® con respecto a Thevenet minuto y medio. No era la primera vez en la temporada. Fue superado por el nuevo fen¨®meno galo Hinault, su fiel gregario Bruyere y hasta por Agostinho, Danguillaume y Sercu, un sprinter.
El Tour, aunque ¨¦l mismo haya declarado que toda su preparaci¨®n y temporada est¨¢ encaminada hacia ¨¦l, dir¨¢ si Merckx ha muerto ya como ciclista. Si no gana, tambi¨¦n ha dicho que colgar¨¢ definitiva mente la bicicleta. Es curioso, pero si no se produce una sorpresa en contrario, el ocaso de Merckx ser¨¢ paralelo al del ciclismo espa?ol, tan decepcionante en el ¨²ltimo Giro, sin figuras ya de entidad. La gran diferencia, sin embargo, es que en B¨¦lgica -gran dominadora del ciclismo mundial- la cantera es ina gotable y Maertens, a su estilo, puede aspirar a una dif¨ªcil sucesi¨®n. Espa?a, en cambio, parece en un punto demasiado muerto y en otra dimensi¨®n bastante m¨¢s triste.
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