El pleno empleo, objetivo prioritario
El pleno empleo debe de ser el objetivo prioritario de una pol¨ªtica econ¨®mica socialista. Este fue el punto de partida un¨¢nimemente compartido por los representantes de partidos socialistas y confederaciones sindicales de diecis¨¦is pa¨ªses europeos, reunidos en Oslo conjuntamente por primera vez en su historia, para debatir el problema acuciante del paro.La situaci¨®n objeto de reflexi¨®n para los all¨ª reunidos es ampliamente conocida. Con el desencadenamiento de la crisis del petr¨®leo, las econom¨ªas europeas se han sumergido en la m¨¢s importante depresi¨®n registrada desde la segunda guerra mundial, marcando as¨ª el final de una dilatada etapa de expansi¨®n y cuasi pleno empleo. Los esfuerzos reactivos emprendidos a lo largo de 1976 no han permitido mejorar la situaci¨®n de paro masivo en que se encuentran sumergidos casi todos nuestros pa¨ªses.
Sin embargo, no basta la simple consideraci¨®n de las cifras globales de parados para comprender los graves problemas que se plantean a una pol¨ªtica econ¨®mica con voluntad de resolver ese problema social b¨¢sico. Hace falta adem¨¢s tener en cuenta otra serie de factores, tales como: su combinaci¨®n con altas tasas de inflaci¨®n, la insensibilidad que viene mostrando el empleo a las pol¨ªticas reactivadoras, la dudosa capacidad de la inversi¨®n tal y como se viene practicando para generar puestos de trabajo, las enormes disparidades regionales y por las categor¨ªas de edad y formaci¨®n profesional que se registran en las tasas de paro, etc¨¦tera.
Todas estas caracter¨ªsticas se dan en nuestro pa¨ªs, incluso con mayor agudeza que en otros pa¨ªses europeos. La peculiaridad del caso espa?ol es la de enmarcarse en la crisis definitiva de lo que ha dado en denominar el ?modelo franquista de crecimiento?. Efectivamente, el r¨¢pido desarrollo experimentado por la econom¨ªa espa?ola hasta 1974, basado en una intensa acumulaci¨®n de capital, gracias a la represi¨®n del movimiento sindical y a una r¨¢pida incorporaci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas, era incapaz de asegurar el pleno empleo de nuestros recursos humanos. No obstante, una emigraci¨®n masiva permit¨ªa el mantenimiento de una situaci¨®n de otro modo explosiva. Pero desde que esta espita de seguridad ha dejado de funcionar, asistimos a un incesante aumento en el n¨²mero de parados, hasta alcanzar cifras realmente alarmantes. Este hecho, unido a la crisis del marco pol¨ªtico-institucional, hace evidente que la continuaci¨®n de aquel modelo, aut¨¦ntica ¨¦poca dorada para nuestros capitalistas, no resulta ya viable.
Dos dir¨ªamos que son los puntos de partida de una alternativa socialista a la crisis actual:
- Primero, la defensa del pleno empleo como objetivo prioritario. Y ello tanto por los efectos degradantes que la situaci¨®n de parado implica, como por el despilfarro de recursos que ello supone.
- Segundo, el rechazo del car¨¢cter necesariamente contradictorio de los objetivos del pleno empleo y de la estabilidad de los precios. En este sentido, la pol¨ªtica de la derecha de combatir la inflaci¨®n mediante la generaci¨®n de desempleo, esconde en realidad argumentos mucho m¨¢s pol¨ªticos que econ¨®micos. Una pol¨ªtica ?estabilizadora? de ese tipo lo que en realidad pretende es, por un lado, doblegar el movimiento obrero, esgrimiendo para ello el fantasma del paro, y, por otro lado, hacer recaer sobre los hombros de los trabajadores los costes del necesario reajuste impuesto por la actual crisis.
Una pol¨ªtica econ¨®mica para combatir el paro, sin por ello agudizar la inflaci¨®n, debe de ser algo m¨¢s que la cl¨¢sica pol¨ªtica keynesiana de manejo de la demanda global. Debe de incidir sobre las condiciones de la oferta y la asignaci¨®n de los recursos, logrando as¨ª mejorar el cl¨¢sico ?trade-off? entre paro e inflaci¨®n. Esta nueva forma de enfocar el problema fue ampliamente compartida por la Conferencia de Oslo. Las grandes l¨ªneas de actuaci¨®n de una pol¨ªtica de empleo de este tipo ser¨ªan, tratando de concretar al caso espa?ol y seg¨²n lo all¨ª defendido por la delegaci¨®n del PSOE:
1. Mantenimiento de los niveles de demanda global, a fin de permitir el pleno uso de la capacidad disponible. Una pol¨ªtica de este tipo ejercer¨ªa, adem¨¢s, un efecto beneficioso sobre las tensiones inflacionistas, al permitir una reducci¨®n de los costes unitarios.
2. Reformulaci¨®n del modelo de crecimiento, orient¨¢ndolo hacia una mayor satisfacci¨®n de las necesidades sociales y a una mejora de las condiciones de vida y de trabajo. El papel a jugar aqu¨ª por el sector p¨²blico, a trav¨¦s de sus inversiones y de la oferta de servicios sanitarios, educativos, de transporte, etc¨¦tera, ser¨ªa decisivo. En el caso espa?ol, ello exigir¨ªa la expansi¨®n del sector p¨²blico hasta situarlo a niveles comparables con los dem¨¢s pa¨ªses industrializados de Europa.
3. Mayor orientaci¨®n del progreso tecnol¨®gico, haciendo entrar en consideraci¨®n a la hora de la elecci¨®n de t¨¦cnicas los costes sociales que implica la adopci¨®n de tecnolog¨ªas demasiado intensivas en capital. Esto se traducir¨ªa, por lo pronto, en una reforma en profundidad del sistema de financiaci¨®n de la Seguridad Social, en una transformaci¨®n de la pol¨ªtica indiscriminada de incentivos a la inversi¨®n en otra de incentivaci¨®n a la creaci¨®n de empleo, y en un esfuerzo mucho mayor de investigaci¨®n para tratar de acomodar los procedimientos tecnol¨®gicos a las necesidades de nuestra econom¨ªa.
4. Una en¨¦rgica pol¨ªtica regional, que reduzca la enorme dispersi¨®n regional de las tasas de paro. Esta pol¨ªtica regional, a diferencia de la hasta ahora practicada, tendr¨ªa como objetivo b¨¢sico la generaci¨®n de empleo.
5. Una pol¨ªtica de perfeccionamiento del mercado de trabajo. En este campo, mucho es lo que se debe de hacer en orden a mejorar los sistemas de colocaci¨®n, al logro de una formaci¨®n profesional permanente, a la readaptaci¨®n de la mano de obra, a la transformaci¨®n de los sistemas educativos, etc¨¦tera.
6. Mejora de las condiciones sociales y de trabajo, que en nuestro caso pasar¨ªa por la reducci¨®n de la jornada de trabajo y el adelantamiento de la edad de retiro.
No cabe duda que, dado el alto grado de integraci¨®n alcanzado en las econom¨ªas europeas, una pol¨ªtica eficaz contra la crisis ha de hacerse desde una perspectiva de cooperaci¨®n internacional. Esta idea preside el esp¨ªritu de las conclusiones adoptadas por la Conferencia de Oslo. A este respecto, se se?ala la necesidad de redistribuir los saldos de las balanzas de pagos, de controlar los movimientos de capital a corto, as¨ª como de elaborar un plan de actuaci¨®n conjunto con horizonte 1980, cuyo estudio se encomendar¨¢ a la OCDE.
A modo de conclusi¨®n, querr¨ªa se?alar la especial capacidad y, por tanto, responsabilidad, que los socialistas tenemos para abordar los problemas planteados. El motivo para afirmar esto es doble: uno de orden interno y el otro de orden externo. El primero es que no cabe imaginar una salida democr¨¢tica a la actual situaci¨®n, si no es sobre la base de la confianza de los trabajadores en la gesti¨®n econ¨®mica del pa¨ªs. Esta credibilidad de los socialistas queda de manifiesto por el hecho de que se puedan reunir y llegar a acuerdos v¨¢lidos, organizaciones sindicales y partidos pol¨ªticos, muchos de ellos en el ejercicio del poder. El segundo de aquellos motivos proviene de la posibilidad que los socialistas tienen de ofrecer opciones con respaldo internacional, lo que es especialmente importante en un momento en que la cooperaci¨®n entre pa¨ªses se hace doblemente necesaria.
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