Un debate necesario
A pesar de algunos matices, el perfil pol¨ªtico de Espa?a, dibujado el 15 de junio por los veintitr¨¦s millones de electores, no es muy diferente del que presentan Francia o Italia. La extrema derecha, a la que se cre¨ªa s¨®lidamente implantada durante el largo reinado del franquismo, se ha revelado muy poco consistente, y representa menos en el plano electoral que el MSI neofascista en Italia. Adem¨¢s, los socialistas y los comunistas son virtualmente mayoritarios en la mayor parte de las grandes ciudades, imbatibles, en los barrios obreros, y muy arraigados en la juventud. Importa poco, en estas condiciones, que el modo de escrutinio haya deformado esta fotograf¨ªa pol¨ªtica del pa¨ªs, dejando creer a los espa?oles y al mundo que el Centro heter¨®clito de Adolfo Su¨¢rez ha conseguido una gran victoria. Las realidades de un pa¨ªs se revelan, antes o despu¨¦s, pero siempre sin excepciones m¨¢s fuertes que las astucias de los estad¨ªsticos del poder en funciones. En Francia sabemos algo de este tema, merced a nuestra propia experiencia.Pero, precisamente por ello, porque creo que Espa?a, a causa de su patrimonio pol¨ªtico y de las caracter¨ªsticas de su movimiento obrero, se parece mucho al resto de los pa¨ªses de la Europa mediterr¨¢nea, que no a Suecia o a Alemania Federal, estoy preocupado por un evidente retraso de la izquierda espa?ola en nuestro debate com¨²n sobre la crisis actual del capitalismo. ?Quien siembra la democracia cosecha la justicia?, es un hermoso slogan, sobre todo cuando se sale de una larga dictadura. Pero ?acaso no es urgente decir a un pa¨ªs donde casi el 50 % de los electores votan a la izquierda, que para salir de la crisis, para ganar una verdadera Justicia, hay que salir del capitalismo? Nadie ha encontrado a¨²n una buena receta, ni en Francia ni en Italia, sobre la mejor manera de salir del actual callej¨®n sin salida, social y econ¨®mico, que amenaza a nuestra sociedad con una verdadera desagregaci¨®n. Yo no podr¨ªa entonces citar aqu¨ª, como ejemplo a seguir, ni a Mitterrand ni a Berlinguer. Que se me permita simplemente aprovechar la hospitalidad de EL PAIS para desear que se abra en la izquierda de nuestros pa¨ªses un gran debate, alimentado por las luchas sociales, sobre el porvenir de todos, porvenir que a partir de ahora debe ser com¨²n.
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