Un ejemplo para el alcalde De Arespacochaga
El alcalde de Valencia, militante de Alianza Popular, ha dimitido de su cargo, al conocer el resultado de las elecciones generales, que han demostrado la escasa aceptaci¨®n de su partido entre los valencianos. El se?or Ram¨®n Izquierdo, consejero del Reino, ha explicado que no se considera la persona m¨¢s indicada para gobernar la ciudad, vistas las tendencias electorales de los vecinos.El gesto del regidor valenciano es un vivificante ejemplo de respeto hacia sus conciudadanos y una muestra de realismo pol¨ªtico, muy necesario para estos nuevos tiempos. Sienta, adem¨¢s, un precedente util¨ªsimo para apoyar id¨¦nticas actitudes de otros alcaldes espa?oles.
Es el caso del alcalde de Madrid, Juan de Arespacochaga, cuyas relaciones con Alianza Popular son bien conocidas de los madrile?os, de los que solamente el 11 % se ha mostrado en las urnas pr¨®ximo a la ideolog¨ªa pol¨ªtica del se?or De Arespacochaga.
En virtud de las cartas especiales de Madrid y Barcelona, los alcaldes de ambas ciudades son nombrados directamente por el Jefe del Estado. Es muy posible que en las pr¨®ximas elecciones municipales, por las que ya est¨¢n clamando partidos de amplia representaci¨®n en las nuevas Cortes, esta disposici¨®n se altere y los nombres de los presidentes de los dos m¨¢s importantes Ayuntamientos de Espa?a salgan directamente de las urnas. Avala esta presunci¨®n el hecho incuestionado de que las bases de los partidos (excluida la Uni¨®n del Centro Democr¨¢tico), que mayor n¨²mero de votos ha obtenido en Madrid, el PSOE y el PCE, est¨¢n formados por activos participantes en el movimiento asociativo ciudadano, que ha hechoy hace de la directa elecci¨®n del alcalde una de sus m¨¢s ardientes reivindicaciones.
Es de suponer que ninguno de los planteamientos anteriores est¨¦ ausente del pensamiento pol¨ªtico del actual alcalde de Madrid, recientemente nombrado senador por el Rey, a pesar de que la misma noche de las elecciones manifest¨® p¨²blicamente su voluntad de continuar al frente del Ayuntamiento madrile?o.
A nuestrojuicio, sin embargo, la postura m¨¢s respetuosa y realista de Juan de Arespacochaga ser¨ªa la de dimitir y facilitar as¨ª el nombramiento de una personalidad de probada neutralidad pol¨ªtica que sirviese de puente hasta las elecciones municipales, en las que los madrile?os deben poder elegir libremente a la persona que rija los destinos municipales.
Una m¨¢quina administrativa. tan compleja como la del gobierno de Madrid no se detiene por un nombre. No debe ser ¨¦sta, pues una raz¨®n para considerar inopor tuna la dimisi¨®n del alcalde de la ciudad. El cargo de alcalde de Madrid es pol¨ªtico, y el nombramiento del se?or De Arespacochaga se hizo en circunstancias pol¨ªticas muy diferentes a las que la voluntad popular acaba de marcar en las urnas. Adecuarse a estas nuevas circunstancias, ser¨ªa, por parte de Juan de Arespacochaga, una muestra de caballerosidad y de realismo. En el alcalde de Valencia, adem¨¢s, tiene un buen ejemplo.
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