Significado del voto nacional
INTENTEMOS SER eficaces y, sobre todo, respetuosos con una intenci¨®n de voto que de alguna manera ha reflejado el 15 de junio. Corramos ahora un tupido velo sobre las primas en esca?os, sobre los porcentajes provinciales de votos, las divisiones del caballero D'Hont, la extravagante lentitud de los escrutinios y otras historias peque?as o mezquinamente astutas de las que ya se ha escrito algo, y sobre las que se escribir¨¢ en el futuro desde perspectivas m¨¢s serenas.Lo que ahora importa es lo que han perdido los patrocinadores de Alianza Popular: Espa?a y los espa?oles. Si ahora la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico edifica el gran partido de la derecha democr¨¢tica que necesita el pa¨ªs, hasta sus m¨¢s encendidos detractores le excusaran su desembarco desde el Poder y hacia las playas del Poder o el esp¨ªritu coyuntural que presidi¨® la gestaci¨®n de la coalici¨®n UCD. Si la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico arma y calafatea una derecha democr¨¢tica, que asuma reivindicaciones leg¨ªtimas de la izquierda, que no se sienta vergonzante de su apellido, que defienda no menos leg¨ªtimos intereses conservadores, que lime el menor residuo del viejo autoritarismo y que, especialmente, no estime que perder el poder pol¨ªtico es perder la vida y la hacienda, habr¨¢ encontrado la horma de su verdadero zapato. En suma: que la UCD tiene delante la posibilidad de dar el salto desde el oportunismo pol¨ªtico que la vio nacer a la oportunidad hist¨®rica que puede verla consolidarse.
La coalici¨®n UCD no debe caer en la tentaci¨®n de desvirtuarse a s¨ª misma extrayendo de su esqueleto alguna costilla socialdem¨®crata para revestir su derechismo democr¨¢tico. La UCD y el presidente Su¨¢rez no deben olvidar que el pa¨ªs es consciente de que, aun cuando fuera con renglones torcidos, nos han deparado unas elecciones legislativas libres; algo que ser¨ªa sencillamente irreal dejar de reconocer. La Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico tiene, en suma, un terreno pol¨ªticamente en barbecho por delante, que puede y debe llenar. Y si, no, lo llenar¨¢n otros que ahora no est¨¢n en las C¨¢maras.
Respecto al Partido Socialista Obrero Espa?ol, puede decirse algo an¨¢logo. El PSOE puede caer en la tentaci¨®n de ver todas sus papeletas electorales te?idas de marxismo. No caben en este caso an¨¢lisis matem¨¢ticos, pero no parece en exceso descaminada la apreciaci¨®n de que en este pa¨ªs han votado PSOE los socialistas -por supuesto-, los socialdem¨®cratas, algunos rencorosos de la izquierda comunista, y una no peque?a masa electoral de espa?oles que aspiraban a un voto ¨²til.
La alegr¨ªa postelectoral del PSOE no debe residir -a nuestro juicio- en estimar que cuentan con algo m¨¢s de cinco millones de afiliados. Su¨¢rez y Felipe Gonz¨¢lez (cada uno a su manera, y sin la menor intenci¨®n de confundir personas e intenciones) han identificado al pa¨ªs y han entendido su deseo de moderaci¨®n, buen gobierno y alejamiento de mesianismos o f¨®rmulas m¨¢gicas de administraci¨®n, y de la misma forma en que la UCD se equivocar¨ªa buscando una faz socialdem¨®crata, se errar¨ªa el PSOE si no asume la marejada de votos ¨²tiles y, precisamente, socialdem¨®cratas, que le han inundado.
Este pa¨ªs no ha quedado, tras los comicios, dividido en dos: ha quedado -si no se equivocan los vencedores- bendecido por sus grandes mitades. Una seria porci¨®n de espa?oles conservadores, de derechas, potencialmente cultos en teor¨ªa pol¨ªtica, han entendido que su voto no pod¨ªa identificarse con el franquismo. Otra importante porci¨®n del electorado ha apreciado que en el PSOE encontrar¨ªa una pol¨ªtica de recambio severa en la moderaci¨®n, distinta, pero no aventurera y capaz de asumir tendencias socialdem¨®cratas que no deben confundirse con la UCD y hasta de votos a militantes que s¨®lo procuran transparencia y eficacia en el ejecutivo.
Una democracia -y la nuestra es fr¨¢gil, pues acaba de nacer- no puede vivir, ni sobrevivir, sin el pluralismo. Cuando alguno de sus polos predomina hasta la exasperaci¨®n sobre todos los dem¨¢s, se cae en un autoritarismo m¨¢s o menos larvado. La democracia necesita que haya polos de atracci¨®n e influencia. Necesita que haya una derecha y una izquierda, por lo menos, aut¨¦nticamente democr¨¢ticas. El pueblo, con su voto, ha expresado dos deseos: la simplificaci¨®n, esto es, la desaparici¨®n de los mil y un grup¨²sculos, y la moderaci¨®n, al dar como triunfadores a la derecha civilizada y al socialismo democr¨¢tico. Este es el significado del cambio que las urnas han decretado. La tendencia del cambio en el socialismo y la democracia se ha volcado en favor del PSOE. La que ha expresado su deseo del cambio en una derecha civilizada, racional, a la europea, se ha vertido en las listas de la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico. Pretender otra cosa, radicalizaciones oportunistas, instalaciones c¨®modas en el poder o en la oposici¨®n, derivaciones hacia opciones pol¨ªticas distintas de las naturales de cada uno de los grandes grupos, ser¨ªa sembrar la confusi¨®n. Y el voto ciudadano, si ha sido algo, ha sido, sobre todo, claro. Que cada parte asuma su papel, confiese su nombre, abata su juego. El pueblo quiere cambio y orden, pluralismo y claridad. Ese es su sentido de la democracia. La clase pol¨ªtica debe responder sin maniobras y a cara descubierta, no puede traicionar este un¨¢nime deseo colectivo de claridad.
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