Recuerdo sobre la pervivencia del chabolismo en Madrid
Otra vez de cara al verano. Atr¨¢s queda el barro y el fr¨ªo del invierno en las chabolas-. Ahora otra vez el calor y el polvo. Podr¨ªan darse m¨¢s detalles ilustrativos ambientales higi¨¦nicos, etc¨¦tera, pero es igual Es de suponer que puede bastar. Ya todos sabemos c¨®mo son los barrios de chabolas de Madrid. Muchos se han acercado hasta ellos en los ¨²ltimos a?os. Otros han tenido frecuentes referencias informativas. El caso es que contin¨²a la pervivencia del chabolismo en Madrid.Hace diez a?os apenas exist¨ªan datos sistematizados sobre las chabolas de Madrid. El Informe Foesa de 1967 contabilizaba 18.367, y el Ministerio de la Vivienda cifraba 14.236 para 1969. Posteriormente se abord¨® la confecci¨®n del censo de chabolas de Madrid.
De las chabolas se sab¨ªa, en algunos sectores, su existencia, pero nada m¨¢s. Con tal ignorancia, los miles de personas que las habitaban. estaban sometidas a la m¨¢s clara marginaci¨®n.
La situaci¨®n ha variado muy poco, a pesar de la atenci¨®n prestada en los ¨²ltimos a?os a este problema.Todav¨ªa quedan en Madrid alrededor de 35.000 chabolas, la mayor parte de ellas habitadas. Las personas que las ocupan sobrepasan el n¨²mero de 100.000. La media de habitantes por chabola viene a ser de cuatro y el espacio -habitable medio por chabola, de doce a quince metros cuadrados. Lo m¨¢s espacioso que tienen es.el cuarto de aseo, que es el espacio exterior a la vivienda entero. Al mismo tiempo este espacio hace funciones de jard¨ªn o lugar de retozar de los ni?os.
Los problemas de la poblaci¨®n chabolista son muchos. La primera medida que tiende. a su soluci¨®n pasa por hacer que cada familia disponga de¨²na vivienda adecuada a sus necesidades.
Tras la guerra civil, Madrid es afectado por un fren¨¦tico crecimiento demogr¨¢fico producido por la intensa corriente inmigrator¨ªa procedentes de las zonas rurales; en efecto, entre 1940-50 Madrid recibe 366.000 inmigrantes y .392.000 en el decenio de 1950-60, cifras muy superiores a las aportadas por el crecimiento natural, como se?ala A. Cabo Alonso en Valor de la inmigraci¨®n madrile?a. Tal aluvi¨®n inmigratorio se canaliz¨® espont¨¢neamente hacia las antiguas zonas suburbiales.
Por una parte se realizaron masivas parcelaciones ilegales; as¨ª se formaron los barrios del Pozo del T¨ªo Raimundo y Palomeras, ambos en Vallecas, entre otros barrios. Por otra, se edifican en zonas verdes o industriales, las de tipo m¨¢s ¨ªnfimo, con simples chapas y uralitas. Es en la d¨¦cada de los 50, cuando el problema ya habla alcanzado dimensiones de gravedad, cuando se aborda desde la esfera oficial una cura de urgencia, si bien el caso requer¨ªa ya una operaci¨®n quir¨²rgica en profundidad. Nacen los poblados de absorci¨®n, m¨ªnimos, agr¨ªcolas y, posteriormente, los dirigidos y las viviendas subvencionadas. A la vez, se intensifica la vigilancia mediante un nuevo Servicio de Vigilancia del Extrarradio encomendado a la Guardia Civil. Como todo esto no dio demasiados resultados pr¨¢cticos, en 1961 se recurri¨® al Plan General de Absorci¨®n de Tugurios (1).
En 1977, todav¨ªa, pese a los parches, la situaci¨®n est¨¢, cuantitativamente, tal como se expon¨ªa m¨¢s arriba. Y, por sectores urbanos, afecta de lleno a seis grandes distritos: Tetu¨¢n-Fuencarral, Chamart¨ªn-Hortaleza-Ciudad Lineal, San Blas-Moratalaz, Vallecas-Mediod¨ªa, Villaveide y Latina-Carabanchel. El nuevo y reciente plan de viviendas sociales, con sus puntos oscuros y su lentitud, es el ¨²ltimo paso dado. Habr¨¢ que esperar al nuevo invierno.
(1) Temas de Madrid- 1: La perviviencias del chabolismo en Madrid. Universidad Aut¨®noma. Departamento de Geografla.
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