La Uni¨®n Sovi¨¦tica, el PCE y las elecciones espa?olas
LA CUIDADOSA planificaci¨®n a que la burocracia sovi¨¦tica somete su actividad permite afirmar que el violento ataque de la revista Tiempos Nuevos al se?or Carrillo, publicado despu¨¦s del relativo fracaso de los comunistas en las urnas, persigue el prop¨®sito de influir en las discusiones que hoy mismo Inicia el comit¨¦ central del PCE. Los dirigentes de la URSS no pod¨ªan correr el riesgo de que una cr¨ªtica al ?eurocomunismo? previa a los comicios favoreciera -como probablemente habr¨ªa ocurrido- al partidodel se?or Carrillo. Ni tampoco se hubieran lanzado a tumba abierta contra los comunistas espa?oles si ¨¦stos hubieran obtenido un porcentaje de sufragios comparable al que respalda no ya al PC italiano, sino al PC franc¨¦s. A los sovi¨¦ticos, que hacen una pol¨ªtica de poder, s¨®lo el poder les merece respeto.El an¨¢lisis del rev¨¦s electoral del PCE tiene que empezar por reconocer que, efectivamente. el resultado de las urnas ha estado, con la ¨²nica excepci¨®n de Catalu?a, notablemente alejado de lo que sus dirigentes sol¨ªan pronosticar en los ¨²ltimos a?os del franquismo. En la estrategia dise?ada por el se?or Carrillo. el PCE se pro pon¨ªa ocupar un espacio pol¨ªtico-electoral superior al modelo franc¨¦s y cercano al italiano. La suma debilidad del PSOE hasta 1972. la activa presencia de los militantes comunistas en las luchas obreras y estudiantiles, desde 1956, la asunci¨®n a partir de 1968 de una l¨ªnea cr¨ªtica respecto a la URSS y el pragm¨¢tico acomodo, tras la crisis interna de 1963. a la realidad espa?ola. hac¨ªan plausible tal conjetura. Y, sin embargo. las cosas han transcurrido de muy distinta manera.
Ciertamente. el mill¨®n medio de votos conseguidos no es una cifra despreciable. Pero si se descuenta de ese resultado global el medio mill¨®n de sufragios catalanes, el porcentaje del PCE en el resto de la Pen¨ªnsula queda reducido a algo menos del 6%. Por otra parte. el gran ¨¦xito del PSOE (alrededor del 29% de sufragios) sit¨²a al partido del se?or Carrillo en una posici¨®n inuy subordinada dentro de la izquierda y ese retraso respecto a los socialistas resulta todav¨ªa m¨¢s significativo al comprobar que los comunistas han sido batidos en sus propios bastiones -el cintur¨®n industrial de Madrid. Asturias. Sevilla- y duramente derrotados en Galicia y el Pa¨ªs Vasco.
?Cu¨¢les han sido las causas de ese rev¨¦s? Seguramente el se?or Carrillo se equivoc¨® al concentrar durante la campa?a todas sus cr¨ªticas en AP y escatimar las censuras a la UCD. lo que permiti¨® al PSOE beneficiarse casi ¨ªntegramente del voto democr¨¢tico antigubernamental. Tambi¨¦n es probable que algunos dirigentes que ocupan elevados puestos en lajerarqu¨ªa. burocr¨¢tica de la organizaci¨®n no fueran los candidatos m¨¢s apropiados para unas provincias que les desconoc¨ªan. Una mala estimaci¨®n por exceso o por defecto, del problema nacional en Galicia y en Euskadi puede haber contribuido, asimismo, a la derrota. Sin olvidar -pero sin exagerar- la negativ¨¢ influencia que cuarenta a?os de machacona propaganda anticomunista ha podido ejercer sobre el cuerpo electoral.
En cambio, el rotundo fracaso obtenido por los grupos de extrema izquierda fuera de Catalu?a y Euskadi (donde, por lo dem¨¢s, sus resultados no han pasado de modestos) excluye, como causa del rev¨¦s comunista, su viraje hacia la moderaci¨®n.
Queda la cuesti¨®n de los nexos del PCE con la URSS. Est¨¢ fuera de duda que esa vinculaci¨®n fue muy estrecha y vigorosa en el pasado. Desde el apogeo de Stalin hasta la ca¨ªda de Kruschev, en 1964, las ayudas financieras sovi¨¦ticas colaboraron a mantener en pie la estructura de la organizaci¨®n del se?or Carrillo. Durante a?os, Radio Espa?a Independiente altern¨® la defensa de la l¨ªnea del PCE con la propaganda sovi¨¦tica. Pero tambi¨¦n est¨¢ fuera de duda que, a partir de 1968, el distanciamiento de los comunistas espa?oles respecto a la URSS no ha hecho sino progresar. Lo que demuestra, entre otras cosas, que la ayuda econ¨®mica, de otros pa¨ªses no hipoteca necesariamente el futuro pol¨ªtico de quien la recibe.
No parece que el enfriamiento de las relaciones con Mosc¨² haya perjudicado electoralmente al PCE. Por el contrario, el alejamiento respecto a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y al modelo de sociedad represiva que ¨¦sta encarna, se halla en relaci¨®n directa con ¨¦l acercamiento a los votantes. y cabe suponer que el silenciamiento durante la campa?a electoral, probablemente como consecuencia de un compromiso entre ?eurocomunistas? y ?prosovi¨¦ticos?, de la cr¨ªtica a los llamados pa¨ªses socialistas, combinado con el regres¨® de la se?ora lb¨¢rruri y el recuerdo de las desafortunadas declaraciones del se?or Camacho a su vuelta de Mosc¨², ha perjudicado seriamente las posibilidades comunistas ante las urnas.
Pero la nueva valoraci¨®n de la URSS es s¨®lo un elemento del ?eurocomunismo?. El replanteamiento del significado de la libertad y de la democracia ocupa un lugar clave en esa nueva estrategia. Es evidente que los trabajadores espa?oles -como los franceses o los italianos- no desean un socialismo con campos de concentraci¨®n, censura, bajo nivel de vida, manicomios para los disidentes y privilegios semifeudales para los controladores del partido ¨²nico y el Estado.
En esa perspectiva, constituye un serio motivo de reflexi¨®n el ¨¦xito electoral del PSUC, cuyo secretario general no ofrece ninguna de las caracter¨ªsticas del ?gran dirigente? del pasado staliniano. Los comunistas catalanes parecen estar m¨¢s cerca de la pr¨¢ctica ?eurocomunista? que sus compa?eros peninsulares: se hallan m¨¢s enraizados en la sociedad catalana, su direcci¨®n ofrece un espectro m¨¢s variado de opiniones, pesan menos los ?veteranos? de la guerra civil y el exilio. Por el contrario, el PCE se encuentra ante problemas de dificil soluci¨®n a corto plazo. Buen n¨²mero de sus dirigentes est¨¢n excesivamente asociados a ese pasado que, ahora ellos mismos critican. El se?or Carrillo es, en especial, una explosiva mezcla de rasgos contrapuestos. Es un excelente profesional de la pol¨ªtica, un h¨¢bil t¨¢ctico y el principal responsable del acertado, aunque quiz¨¢ insuficiente, viraje de la organizaci¨®n que dirige. Pero, a la vez, su nombre rememora los recuerdos de esa guerra, cuyo olvido justamente predica, y de esa etapa en que los partidos comunistas eran una pieza m¨¢s de la pol¨ªtica exterior sovi¨¦tica.
No parece temerario afirmar que el progreso electoral del PCE est¨¢ vinculado a la renovaci¨®n de su equipo dirigente y al fortalecimiento, de la l¨ªnea ?eurocomunista?. En cuanto a la URSS,todav¨ªa tienen sus servicios exteriores la oportunidad de someter a prueba sus teor¨ªas: ser¨ªa aleccionador comprobar el n¨²mero de sufragios que pudiera obtener, en lunas pr¨®ximas elecciones, un partido, de obediencia sovi¨¦tica dirigido, por ejemplo, por el se?or Lister.
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