David y Goliat
No me gusta usar la cultura cl¨¢sica ni escritur¨ªstica para mis art¨ªculos -entre otras cosas porque no tengo cultura cl¨¢sica, escritur¨ªstica, ni cultura, en general, ni cultura general-, pero hoy me van a permitir ustedes, mis queridos caraque?os, que recurra a la alegor¨ªa de David y Goliat, y espero que no se me enfade el ministro Reguera, cuerpo, por tirar de alegor¨ªa, que ya para lo poco que le queda no vamos a estropear nuestra amistad.David en este caso es Santiago Carrillo, el hondero entusiasta del eurocomunismo, que con su reciente libro -yo estuve en la presentaci¨®n en un hotel madrile?o-, Eurocomunismo y Estado, le ha colocado una pedrada en mitad de la vista al Goliat polifemo y sovi¨¦tico, que tiene un ¨²nico ojo stalinista, hip¨®grifo violento y antigongorino que se ha llevado por delante el delicado viol¨ªn de Kafka en las primaveras de Praga, el piano rom¨¢ntico de Chopin, en los inviernos de Varsovia, y el perfume casi bizantino de las noches de Budapest.
Recuerdo cuando la invasi¨®n de Hungr¨ªa, mediada la d¨¦cada de los cincuenta, que en Valladolid hicimos procesiones y rogativas, que ¨¦ramos todos ni?os de derechas y nos llevaban con una vela a pedir por las v¨ªctimas de Stalin, menudo era Franco para eso, no iba a dejar que se le pasase una oportunidad as¨ª de hacer anticomunismo, lo que pasa es que como Franco hab¨ªa viciado sus propios canales de informaci¨®n, no nos lo cre¨ªamos mucho:
-Esto ser¨¢ un invento del delegado provincial del Movimiento -le dec¨ªa yo a mi primera novia mientras ¨ªbamos en la procesi¨®n con la vela de las rogativas.
Luego, mucho tiempo m¨¢s tarde, el Goliat sovi¨¦tico mete sus tanques entre la primavera de Praga, en 1967, y la cosa me cogi¨® a m¨ª en la Universidad Meri¨¦ndez Pelayo de Santander, con una medio novia yanqui, que, no s¨¦ por qu¨¦, todos los abusos hist¨®ricos de la URSS me han pillado siempre con una medio novia al lado. Ser¨¢, a lo mejor, porque yo siempre he tenido al lado -ay- una medio novia. La yanqui se llamaba Cheryll Gallan y era una ni?a bien de Boston.
A ver c¨®mo le explicas a una ni?a bien de Boston que el arrasamiento de la primavera checoslovaca por los todo-terreno de Mosc¨² es una operaci¨®n democr¨¢tica para la libertad. A punto estuvimos de romper la relaci¨®n y de pedirme ella que le devolviese las cartas y el pelo.
Luego volv¨ªas a Madrid y en Oliver lo mismo, que los intelectuales nocturnos no sab¨ªan c¨®mo explicar aquello y se perd¨ªan en vaguedades. No acertaban a hacer, entre whisky y whisky de Jorge Fiestas, lo que hab¨ªan hecho tiempo atr¨¢s el surrealista Bret¨®n, o Louis Arag¨®n, o Elouatd, o Garaudy o Sartre: romper con Mosc¨² como yo estuve a punto de romper con mi novia de Boston, s¨®lo que todo lo contrario. Y ha tenido que ser Santiago Carrillo, un David asturiano y feo, exiliado y listo, qui¨¦n iniciase el verdadero deshielo intelectual y pol¨ªtico del mito Stalin y post-Stalin. He contado aqu¨ª hace poco c¨®mo les tengo dicho a las altas damas madrile?as que no quiero ser de la asociaci¨®n de amigos de la URSS, porque yo soy amigo o enemigo por libre de la URSS, de las estudiantes, yanquis o de los comunistas espa?oles de la calle de Castell¨®.
Luis Mar¨ªa Ans¨®n ha inaugurado la otra ma?ana su agencia Efe y no pude ir a la verbena informativa porque yo por las ma?anas escribo, como Azor¨ªn, s¨®lo que con mejores frutos, pero me han contado que Luis Mar¨ªa se paseaba orgulloso del brazo de Felipe Gonz¨¢lez, su inesperado novio socialista. Y Su¨¢rez, por su parte, se ha tirado m¨¢s de una hora de roneo con Santiago Carrillo, en la Moncloa, y parece que Carrillo no ha escupido azufre en las alfombras ni ha destrozado a patadas ninguna porcelana. Pero no hace mucho tiempo que Ans¨®n me invit¨® a comer en Efe, con Luis Calvo, Halc¨®n, Carlos Luis y m¨¢s gente, para explicamos que el eurocomunismo es la ¨²ltima t¨¢ctica de Mosc¨².
?Tambi¨¦n lo sigues pensando ahora, Luis Mar¨ªa, cuando tu propia agencia difunde la pedrada que le ha colocado el David espa?ol al Goliat ruso y la respuesta espumeante de Catalina la Grande en figura de Brejnev? Yo, a diferencia de Luis Mar¨ªa Ans¨®n, no quiero sentar doctrina de nada, ni a favor ni en contra de los, rusos. S¨®lo quer¨ªa hablar de unas novias que tuve. Como siempre.
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