La reorganizaci¨®n no impedir¨¢ el crecimiento de la fuerza
Hemos visto en un articulo anterior que los problemas que frenan el aumento de la fuerza dentro del Ej¨¦rcito de Tierra tienen su origen en una estructura adversa del gasto, el cual, a su vez, se debe, en gran medida a una estructura adversa de la pir¨¢mide de empleo. Por eso, las preocupaciones del mando se dirigen esencialmente a ?una reconsideraci¨®n de la actual estructura del Ej¨¦rcito? y a ?reducir o suprimir ¨®rganos y unidades? (ministro del Ej¨¦rcito), y a lograr que las plantillas se ajusten ?a las necesidades que resulten de dicha reorganizaci¨®n? (teniente general Guti¨¦rrez Mellado).No parece clara hasta ahora, en las expresiones del mando, que la reducci¨®n de las plantillas y unidades pretenda producir un incremento directo de las inversiones. Es dudoso que esa liberaci¨®n de recursos pueda producirse. En efecto, la disminuci¨®n del n¨²mero de oficiales y unidades no supone, no puede suponer, sino un ahorro marginal de medios econ¨®micos. Los derechos activos de los que salen del Ej¨¦rcito se convierten en derechos pasivos ante el Estado.
La reorganizaci¨®n parece tender, m¨¢s bien, a la liberaci¨®n de trabas organizativas y funcionales que impiden el aumento de la fuerza de unas unidades muy seleccionadas. En esta direcci¨®n parece apuntar el escrito dirigido por el entonces jefe del Estado Mayor Central, Guti¨¦rrez Mellado, a todas las unidades, a primeros de 1976, cuando dec¨ªa: ? Pero s¨®lo hay dos caminos para dotar unas Fuerzas Armadas de armamento y material y de la infraestructura necesaria para su mantenimiento y abastecimiento: el de la econom¨ªa, que es el de los pa¨ªses ricos. Estos fijan unos objetivos de fuerza, y deben conseguirse con el menor gasto posible, pero sin que se limite ¨¦ste. Y el de la eficacia, que corresponde a los paises que tienen unos recursos limitados con los cuales han de conseguirse unos objetivos de fuerza que sean lo m¨¢s eficaces posibles.? Se tratarla, pues, de la aplicaci¨®n de t¨¦cnicas que permitan seleccionar el aumento de fuerza, m¨¢s que una reforma basada en reducciones dr¨¢sticas de personal, y un aumento del.presupuesto del Estado.
En este orden de medidas, ya se ha anunciado repetidamente la actualizaci¨®n de las normas de ascenso, para que la antig¨¹edad no sea el criterio exclusivo de promoci¨®n; el Ej¨¦rcito se halla con retraso respecto de la normativa del Ej¨¦rcito del Aire y la Marina, en este campo. Se trata tambi¨¦n de una reconsideraci¨®n de los tiempos m¨¢ximos y m¨ªnimos de permanencia en el empleo, lo qu¨¦ dar¨¢ lugar a un rejuvenecimiento de los cuadros, usando como instrumento de selecci¨®n los ex¨¢menes f¨ªsicos y los cursos de formaci¨®n. Igualmente, se favorece de modo expreso la mejora de las condiciones de vida y ascenso de los suboficiales, verdadera correa de transmisi¨®n del mando y de la organizaci¨®n. En fin, se anuncia ya desde hace bastante tiempo unar'educci¨®n del tiempo en filas a un a?o, poniendo m¨¢s ¨¦nfasis en hacer del soldado un buen combatiente, mediante el aumento del tiempo de maniobras y reducci¨®n de la instrucci¨®n mec¨¢nica del orden cerrado.
Otras medidas reorganizativas esperan en los cuadernos de apuntes. Altos mandos militares han recomendado la eliminaci¨®n de seis capitan¨ªas generales, dej¨¢ndolas reducidas a tres. Otros apuntan incluso a la creaci¨®n de un mando unificado del Estrecho. Algunos piensan que ser¨ªa necesario incluir m¨¦todos de valoraci¨®n del comportamiento de las unidades.
Parte de las medidas se dirigen a una modernizaci¨®n de la doctrina en el empleo de las unidades, y a la incorporaci¨®n de la doctrina OTAN, que facilite una decisi¨®n gubernamental en este sentido.
Para el aumento de la fuerza se prev¨¦, a medida que haya recursos, la puesta en armas de las terceras brigadas de las divisiones de intervenci¨®n inmediata, y la puesta al d¨ªa de los grupos log¨ªsticos y de apoyo de ¨¦stas, sin las que su movilidad y capacidad de intervenci¨®n se anularlan. En fin, necesidad m¨¢s acuciante es el mantenimiento y renovaci¨®n de los. equipos, a medida que.se desgastan; la creaci¨®n de campos de instrucci¨®n lejos de las ciudades, y mejoras paulatinas econ¨®micas y sociales. Y, a m¨¢s largo plazo, la autonom¨ªa en el abastecimiento de armas de tecnolog¨ªa media.
Ninguna de estas reformas es contemplada todav¨ªa desde la perspectiva de las formulaciones superiores del Estado. Afectan s¨®lo al Ej¨¦rcito, y es lo que est¨¢ a la mano del Ej¨¦rcito, aun con sacrificio y esfuerzo. M¨¢s all¨¢ quedan las reformas que puedan ser inducidas por una orientaci¨®n internacional del esfuerzo defensivo espa?ol, por la redistribuci¨®n de responsabilidades defensivas y misiones, entre los tres Ej¨¦rcitos, a resultas del plan estrat¨¦gico conjunto, y las directrices pol¨ªtico-sociales que se pueden esperar del fortalecimiento de la democracia.
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