Suprimir partidos
Las pasadas elecciones no deben considerarse del todo v¨¢lidas, ya que las campa?as electorales se han basado m¨¢s en la dualidad franquismo-antifranquismo que en la sincera divulgaci¨®n de los postulados de cada partido. Se ha votado, en definitiva, la necesidad y el deseo de cambio.Hoy habr¨ªa que rec¨¢nocer que las elecciones han servido para dejar bien claro que el franquismo sin Franco est¨¢ totalmente descartado. Por lo pronto, ateni¨¦ndonos a los recientes resultados, han surgido tres tendencias mayoritarias: conservadores, socialdem¨®cratas y socialistas.
Tal vez llame la atenci¨®n el que no incluya a los comunistas, democratacristianos y falangistas, en cuanto que son grupos con un indudable peso espec¨ªfico, pero.ello tiene explicaci¨®n en el hecho de que son partidos cuyas ideolog¨ªas est¨¢n ciertamente un tanto desfasadas, y en estos momentos deben plantearse seriamente la conveniencia de encuadrarse en otros partidos o grupos y ello podr¨ªa ser el socialismo para el llamado eurocomunismo y la socialdemocracia para la democracia cristiana. Los falangistas deben empezar por replantearse su existencia tratando de llegar a la uni¨®n entre ellos para luego decidir la postura de independencia o integraci¨®n.
Si no actuamos as¨ª; si unos y otros nos empe?amos en mantener nuestros recelos y egoismos; si a la hora de votar en el futuro nos dejamos llevar por la ?inerc¨ªa?. por el escepticismo o por la ?fachada? de los l¨ªderes: s¨ª seguimos con lo de franquistas y antifranquistas, nunca nos pondremos de acuerdo y si cada cual va por su lado, mal futuro se nos presenta, pues nada positivo conseguiremos, antes bien, perderemos lo que con tanto esfuerzo hab¨ªamos conseguido en estas ¨²ltimas d¨¦cadas.
Pienso que ya ser¨ªa de ni?os seguir atacando al franquismo por lo que dije al principio y que, superado el problema, deber¨ªamos reconocer que fue necesario para sacar a Espa?a del caos, dej¨¢ndola en condiciones de poder afrontar, con seriedad y eficacia, el futuro. Pienso que conviene desterrar los pintorescos nombres de tantos partidos que surgieron como l¨®gica reacci¨®n a su anterior inexistencia. Creo que en estos momentos conviene llegar a las tres opciones v¨¢lidas que antes he citado, llam¨¢ndoles por sus verdaderos nombres, sin adornos ni adjetivos. Todo lo dem¨¢s s¨®lo servir¨¢ para confundir y para hacer dif¨ªcil la convivencia en la reci¨¦n estrenada democracia.
Si volvi¨¦semos a fracasar, a estas alturas, tendr¨ªamos que pensar definitivamente que a nosotros no nos va este tipo de democracia que la mayor¨ªa hemos votado.
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