La financiaci¨®n de las comunicaciones
Un pa¨ªs con una mala infraestructura de comunicaciones tiene, enesa misma circunstancia, uno de los frenos estructurales m¨¢s im portantes para el desarrollo econ¨®mico y social. Como contra partida, una estructura adecuada de comunicaciones, anticipada tecnol¨®gicamente, es una garant¨ªa estructural, un potencial multiplicador para la actividad econ¨®mica y el desarrollo social. Es un hecho bastante desconocido como pudo Espa?a, a partir de 1960, y partien do de una situaci¨®n acorde con la generalidad del pa¨ªs -subdesarrollo, sin paliativos- crear algo que objetivamente, y de un modo global, no s¨®lo es v¨¢lido y de calidad, sino incluso, en algunos aspectos, avanzado respecto a muchos pa¨ªses con mayor nivel de desarrollo. Esto no supone, desde luego, que el camino recorrido haya sido el mejor; tampoco debe considerarse como suficiente para ocultar defectos pasados y presentes, as¨ª como errores, incluso graves. Supone simplemente la virtualidad de una situaci¨®n pol¨ªticamente v¨¢lida: nuestro pa¨ªs posee una Red de Comunicaciones, de telecomunicaciones, en general, avanzada, capaz de acoger las necesidades futuras, al menos cualitativamente. El hecho es importante porque la calidad y la base tecnol¨®gica no se improvisan y requerir¨ªan hoy, partiendo de cero, varios a?os de maduraci¨®n. Sin esa componente cualitativa, las comunicaciones se ver¨ªan fuertemente frenadas en un pr¨®ximo futuro, siendo su resoluci¨®n tremendamente onerosa, pues obligar¨ªa a la creaci¨®n de sub-redes privadas en un nuevo tipo de usuario sofisticado (sistemas inform¨¢ticos en tiempo real y teleproceso en general).El c¨®mo pudo conseguirse puede empezar a comprenderse si consideramos que, de los 400.000 millones de pesetas en activos del sector de las telecomunicaciones (v¨¦ase EL PAIS 6-6-77, ?Piden un Ministerio de Comunicaciones?), las tres cuartas partes han sido proyectados, dimensionados, instalados, mantenidos, explotados y financiados por Telef¨®nica, que, a su vez, ocupa a m¨¢s del 50 % de los trabajadores del sector.
Un Estado con un sector p¨²blico deficitario cr¨®nico, deseando sobremontar el subdesarrollo, con un sistema fiscal regresivo, sin capacidad pol¨ªtica ni moral para incrementar la recaudaci¨®n, no dispon¨ªa de los medios para financiar los 5.000 millones de d¨®lares que iba a costar obtener un sistema de telecomunicaciones adecuado a las expectativas del pa¨ªs a comienzo de los a?os sesenta.
Barrera de Irimo comprendi¨® esa necesidad y encontr¨® una soluci¨®n: capitalismo popular. El Estado no pod¨ªa directamente acometer la tarea. Si CTNE con unas tarifas pol¨ªticas y un contrato de concesi¨®n del servicio telef¨®nico que limita sus beneficios y su autofinanciaci¨®n, deb¨ªa hacer frente a necesidades urgentes y a fuertes presiones pol¨ªticas, la ¨²nica salida posible (pol¨ªtica) era la que Barrera escogi¨®. El Ministerio de Hacienda (Telef¨®nica no es del INI) se limit¨® a participar en las suscripciones anuales de capital, manteniendo, aproximadamente, un tercio del total y, por ese mecanismo, ayudando con los circuitos de financiaci¨®n privilegiada, evit¨® tener que destinar, end¨¦micamente, al menos un 15 % del presupuesto del Estado a la financiaci¨®n de las telecomunicaciones. Desde el punto de vista t¨¦cnico, y de capacidad de gesti¨®n, tampoco exist¨ªan demasiadas alternativas. La Direcci¨®n General de Correos y Tel¨¦grafos (DGCT, en lo sucesivo), como ente administrativo, carec¨ªa del dinamismo y de las condiciones adecuadas para afrontar la tarea urgente (?la compra de un terreno en el que colocar un poste es una maniobra que puede demorarse hasta diez a?os ... ? EL PAIS, op. cit.), como lo demuestra, por otra parte, el estrangulamiento que han padecido durante much¨ªsimos a?os -y a¨²n hoy, en parte- los servicios Telex.
El Estado, como consecuencia, asumi¨® c¨®modamente el ?Plan Barrera?, limit¨¢ndose a no preocuparse de la planificaci¨®n de las comunicaciones (quiz¨¢, por ello, tengamos hoy unas buenas telecomunicaciones). Le era m¨¢s pr¨¢ctico, y directo, presionar a CTNE para que instalara l¨ªneas, disminuyera demoras, tendiera cables submarinos, automatizara pueblos, a veces a golpe de cacique, pusiera enormes centrales en ?polos de desarrollo? que, a veces, jam¨¢s pasaron de ensue?os. Fue problema de CTNE prever la demanda y la localizaci¨®n de la misma, como si estuviera en r¨¦gimen de mercado abierto. Porque todos sabemos que nuestros ?planes de desarrollo? eran poco m¨¢s que salmouia de bienaventuranzas y poco tmd¨ªan orientar. M¨¢s bien confundir.
De este modo se llev¨® a cabo una f¨®rmula curiosa. Ni estatificaci¨®n patrimonial del sector, ni r¨¦gimen de privatizaci¨®n absoluta. Financiaci¨®n privada, para objetivos p¨²blicos, con control p¨²blico, precios pol¨ªticos y r¨¦gimen de gesti¨®n intervenido. Si ¨¦sta f¨®rmula se patentara debiera hacerse con el nombre de socializaci¨®n de los fines, con ?privatizaci¨®n de medios?. (bajo control p¨²blico).
Con ello el pa¨ªs posee una infraestructura m¨¢s que aceptable, moderna, capaz (al menos en su 75 %), habiendo Financiado el Estado, directamen te, menos del 10 % que, a su vez, le ha salido gratis por el dividendo percibido, los impuestos aplicados por ese medio y las maniobras especulativas cuando vend¨ªa acciones al alza. Mantiene, a su vez, un control mayor del que ostenta sobre algunos departamentos p¨²blicos: nombra, virtualmente, al presidente de CTNE; mantiene un delegado del Gobierno en los ¨®rganos ejecutivos; ejerce presiones y controles desde los Ministerios de Hacienda, Gobernaci¨®n y Presidencia del Gobierno; el contrato de cesi¨®n del servicio limita las posibilidadesde acci¨®n de la compa?¨ªa y garantiza que, globalmente, sus beneficios sean los m¨ªnimos, limitando, adem¨¢s, su autofir¨ªanciaci¨®n. De hecho Telef¨®nica mantiene una de las relaciones servicio/precio m¨¢s favorables del mundo. Si Telef¨®nica fuera una empresa p¨²blica tendr¨ªa, posiblemente, menores cortapisas, limitaciones y controles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.