La filosof¨ªa, una ciencia melanc¨®lica
Si la historia sigue siendo -recordando la frase de Hegel: la filosof¨ªa es su tiempo apresado en pensamientos- la mejor puerta de entrada a lo que ha sido la filosof¨ªa (si pretende ser algo a¨²n es otra historia), ello ocurre, piensa Adorno, porque las variaciones hist¨®ricas de la filosof¨ªa proceden de una forma esencial de las cuestiones objetivas, de las cuestiones en torno a la verdad. Sobre este fondo de la mediaci¨®n -un concepto esencial para Adorno, momento de la relaci¨®n entre lo singular y la totalidad, que evita tanto la arbitrariedad del dogmatismo como la trivialidad de la clasificaci¨®n, dos aspectos de la burocracia trasladada al terreno del pensamientos e construye el ¨²ltimo texto de Adorno, vertido el castellano por la editorial Taurus. Terminolog¨ªa filos¨®fica es un conjunto de lecciones dictadas en la Universidad de Francfort en 1962 y 1963 y concebidas como una introducci¨®n a la filosof¨ªa. Aunque obras de este tipo (el texto est¨¢ establecido seg¨²n un manuscrito tomado de grabaciones magnetof¨®nicas, no est¨¢ pensado para la publicaci¨®n y Adorno no concluy¨® su revisi¨®n) vuelven siempre a plantear el problema de una imposible garant¨ªa de completa autenticidad y adolecen de una cierta fragmentariedad, presentan, en contrapartida -y lo se?alamos puesto que es un t¨®pico-, la ventaja del pensamiento en su expresi¨®n directa.
Th
W. Adorno. Terminolog¨ªa filos¨®fica, I y II Taurus 1977.
Esbozo
El concepto de filosol¨ªa, al que est¨¢ consagrado el primer volumen, y tres para conceptuales antit¨¦ticos (idealismo-realismo, racionalismo-empirismo, espiritualismo-materialismo), tratados en el segundo, bastan a Adorno para llevar a cabo esa introducci¨®n y trazar un esbozo de lo que podr¨ªa ser una historia de la filosof¨ªa en la forma d¨¦ una historia de sus t¨¦rminos, un tratamiento de la terminolog¨ªa que reavive la vida coagulada en sus conceptos, puesto que ?cada t¨¦rmino es la cicatriz endurecida de un problema irresuelto?. Claro esta que Adorno disuelve inmediatamente esa moralidad de archivo.La metaf¨ªsica racionalista de Descartes a Leibniz, el empirismo de Bacon a Hume y ese h¨ªbrido de empirismo y espiritualismo que es la filosof¨ªa de Berkeley, fustigada por Kant y rescatada ayer por la filosof¨ªa anal¨ªtica, sirven de contrapunto a una dial¨¦ctica mayor entre idealismo y materialismo que ocupa la mayor parte del segundo volumen. Los grandes temas del idealismo alem¨¢n, l¨®gica y metaf¨ªsica, entendimiento y raz¨®n, recogidos en torno al principio de identidad, cuya negaci¨®n constituye un eje central del pensamiento de Adorno (?como sujeto y objeto, palabra y cosa, no puden integrarse bajo las condiciones presentes, el principio de negaci¨®n nos lleva a intentar salvar verdades relativas del naufragio de las verdades finales falsas?), prefiguran lo que ser¨ªa al a?o siguiente su obra Tres estudios sobre Hegel. Por otra parte, la conexi¨®n del materialismo con el positivismo cient¨ªfico ya desde Dem¨®crito, la cr¨ªtica de la teolog¨ªa y el individualismo abstracto de la ¨¦tica en Epicuro y el tema de la raz¨®n instrumental en Hobbes, conducen a dos cap¨ªtulos fundamentales sobre el materialismo de Marx y su concepto de trabajo productivo.
Pero, sin duda, el hilo de Ariadna de estas lecciones es el concepto de filosof¨ªa, de esa filosof¨ªa forzada hoy por las ciencias particulares a transformarse en una ciencia particular, ?obligada a retroceder a su concepci¨®n de escuela y que hace el rid¨ªculo siempre que pretende confundir a ¨¦sta con aquella concepci¨®n universal?, que Kant le atribuy¨®. Un concepto de filosof¨ªa que lleva a Adorno a resaltar insistentemente su doble rostro de concepto y ¨¦tica, de conciencia te¨®rica y conciencia pr¨¢ctica. Bajo el primer aspecto, que Adorno reitera frente a Wittgenstein (?acerca de lo que no se puede hablar, lo mejores callarse?). La filosof¨ªa, que sigue consistiendo en el esfuerzo del concepto porcurar las heridas que necesariamente inflige el propio concepto, se dirige, sobre todo, contra la comodidad del punto de vista, de la concepci¨®n del mundo, sustituida hoy por el concepto de obligaci¨®n. Las obligaciones, la heteronomia como algo terminado, inatacable, surgen, a la Vez de la necesidad de tener algo en que apoyarse y de la desconfianza en la capacidad de la raz¨®n para erigir un mundo real y espiritual, una desconfianza que ?tiende a calumniarla y a ponerla fuera de circulaci¨®n en favor de una objetividad que puede dispensarse del trabajo racional supuestamente desintegrador y desintegrador?. La filosof¨ªa, que se aproxima y se distancia del momento cient¨ªfico, debe di1tanciarse de la concepci¨®n del mundo, acerc¨¢ndose, sin embargo, a su momento positivo, el ¨¦lan del sujeto, su autonom¨ªa. Inmersa en la dial¨¦ctica, ese campo de fuerza entre conciencia y ser, la filosof¨ªa como teor¨ªa cr¨ªtica, negativa, insiste en su rechazo de la disyuntiva entre sistematizaci¨®n metaf¨ªsica y empirismo.
Recuperar la ¨¦tica
La conciencia pr¨¢ctica no es un simple corolario del concepto, sino su componente indisociable. Si la filosof¨ªa no es tanto una tem¨¢tica como un modo de comportamiento de la conciencia, la ¨¦tica no es un sobrea?adido, algo oscuro alejado de la luz de la positividad; es algo que la filosof¨ªa debe recuperar si desea retornar a su intenci¨®n original, a lo que puede aproximarla a¨²n el antiguo ideal de sabidur¨ªa: ?La ense?anza de una vida correcta?. La reflexi¨®n sobre la relaci¨®n existente entre teor¨ªa y praxis, la resistencia contra la justificaci¨®n de lo que ya es la idea de que sentir un suelo firme y seguro bajo los pies (el tema de que la profundidad heideggeriana es un velo que oculta la complicidad) es un sustituto de la verdad misma, se cierran sobre la conciencia de que la cr¨ªtica de la realidad y de la utop¨ªa abstracta son expresi¨®n de la imposibilidad de una vida justa montada sobre lo falso.Aunque de modo oblicuo y en tono menor, los temas esenciales del ¨²ltimo Adorno, a medio camino entre M¨ªnima Moralia y Dial¨¦ctica negativa, est¨¢n presentes en estas lecciones: la frustraci¨®n permanente del sue?o -la negaci¨®n de la negaci¨®n- que motiv¨® a Hegel y Marx y la aceptaci¨®n de que ?la filosof¨ªa, que anta?o pareci¨® superada, sigue viva porque se dej¨® pasar el momento de su realizaci¨®n?. Puesto que ?el juicio sumario de que no ha hecho m¨¢s que interpretar el mundo y mutilarse a s¨ª misma de pura resignaci¨®n ante la realidad se convierte en derrotismo de la raz¨®n, despu¨¦s que ha fracasado la transformaci¨®n del mundo?, en este tiempo, frente a la propuesta de alegr¨ªa de Nietzsche, la filosof¨ªa est¨¢ reducida a ser una ?ciencia melanc¨®lica? a causa de sus escasas posibilidades de ¨¦xito: su misi¨®n sigue siendo perturbar m¨¢s que proporcionar consuelo, ya que ?la astilla en el ojo es mejor que la lente de aumento?. Si esta esencia negativa equivale, a la larga, a un momento de interiorizaci¨®n, a una ¨¦tica privada como la que Adorno critica en Epicuro y que se traducir¨ªa aproximadamente en que la teor¨ªa es la ¨²nica forma de praxis accesible todav¨ªa a los hombres honestos, es una cuesti¨®n por responder y que uno puede hacer no s¨®lo a Adorno, sino a todos los cl¨¢sicos de la Escuela de Frankfurt.
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