Don Salustiano
Muy bien, don Salustiano, adelante, don Salustiano Mayo, hale con sus 85 a?os y sus vueltas a la plaza Mayor, que es usted el sintagma vivo de la Espa?a eterna, girando siempre en torno de s¨ª misma, que es usted como la reforma pol¨ªtica con playeras.Don Salustiano Mayo es ese viejo andar¨ªn que casi todos los veranos se monta su vuelta a Francia en la plaza Mayor, su Tour de Francey de force particular y a pie, su Giro menestral, para pasmo de los coet¨¢neos y carrozas que est¨¢n all¨ª tomando el sol, bajo la boina de la jubilaci¨®n, esperando que les llamen de Cristino Martos para aforarles la miseria del retiro. Hale, don Salustiano, que es usted un don Carlos Arias ped¨¢neo, el viejo que siempre vuelve, el eterno paseante en redondo de la plaza Mayor y la Historia de Espa?a. Qu¨¦ alegr¨ªa le habr¨ªa dado usted a Ram¨®n G¨®mez de la Serna, abuelo, qu¨¦ estampa la suya, viejo seco y enteco, Azor¨ªn sin libros, paseando bajo las ocas sucias y gordas que -recorren los aleros de la plaza, entre tiendas de insignias y filatelias.Inter¨¦s humano, inter¨¦s humano. Los periodistas hablan de usted, abuelo, porque dicen que lo suyo tiene inter¨¦s humano. El inter¨¦s humano es una bobada que les ense?¨® don Juan Aparicio, en aquella escuela de p¨¢rvulos que ten¨ªa, para que no tratasen del inter¨¦s hist¨®rico, del inter¨¦s pol¨ªtico, del inter¨¦s nacional, que entonces estaba Arias-Salgado, y en cuanto te sal¨ªas del inter¨¦s humano te daban en la cresta con un principio fundamental.Yo, don Salustiano, como no pas¨¦ por aquella escuela de p¨¢rvulos llamada Escuela de Periodismo, que luego Emilio Romero, en uno de sus gestos magnificentes y gratuitos elev¨® a Facultad, yo -dec¨ªa- no veo lo suyo como inter¨¦s humano, sino como inter¨¦s hist¨®rico, pol¨ªtico y nacional, porque es usted la vida misma, la Historia de Espa?a con braguero para la hernia.
Hale, don Salustiano, siga usted dando ' vueltas a la plaza Mayor, a lo tonto a lo tonto, a lo listo a lo listo, desayunando de pie en los bares de la misma plaza, que es usted como el ministro ese para Relaciones con las Cortes, un andar¨ªn, un recadero que no lleva ning¨²n recado-, y ese Ministerio veloc¨ªpedo, ese Veloministerio que le han dado a Camu?as se lo ten¨ªan que haber dado a usted, para que hiciese los mandados a pie.
Eternos andarines de Espa?a, como el andar¨ªn Azor¨ªn (siempre he reprochado a los azorinianos que no hayan escrito un libro titulado El andar¨ªn A zor¨ªn), como el andariego Unamuno, que iba y ven¨ªa por la clara carretera de Zamora; como el humilde y errante Baroja; como este don Salustiano Mayo, que es un noventayochista de los pies, que es el 98 en pie, porque el 98 fue, en gran medida, paseo y ch¨¢chara. Eterna paseata del viejo espa?ol al que no quieren en casa y que no tiene un duro para caf¨¦, porque aqu¨ª a los de la tercera edad se les va matando a sorbos mediante el subsidio de vejez, que cada cobro es un infarto, y a lo que tiene que sobrevivir un viejo espa?ol no es a los a?os ni a las enfermedades, sino al d¨ªa de cobro, y lo comentan sus deudos:
-Vaya, este mes ya ha pasado el trago con un golpe de uremia. A ver el pr¨®ximo mes, cuando vaya a la ventanilla.
A los viejos les matamos a subsidios -exiguos- y a los ni?os les matamos a suspensos, que algunos hasta se suicidan, y S¨¢nchez Oca?a lo ha contado muy bien en este peri¨®dico. O sea que don Salustiano Mayo, para salvarse de tantas asechanzas, se ha puesto otra vez a andar y no hay quien le pare. A Cela, gran andar¨ªn, le dieron ayer un premio en un asador donostiarra y se cant¨® unas coplas. A don Salustiano Mayo hay que darle algo, porque da vueltas y vueltas y vuelve siempre, como Arias, como volv¨ªa Franco con cada refer¨¦ndum, como todos los grandes viejos nacionales, que han descubierto la rotaci¨®n como supervivencia y el zascandileo como vocaci¨®n. Hal9, don Santiago, que gira usted sobre s¨ª mismo, como el propio Su¨¢rez y como los astros, en la cuadratura del c¨ªrculo mon¨¢rquico, filipino, popular y filat¨¦lico de la plaza Mayor de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.