"El hombre tiene que inventar el porvenir"
?El hombre se tiene que enfrentar con su gran aventura: Hay que mejorarse para inventar el porvenir. Si no, la alternativa ser¨¢ terrible?, dijo Aurelio Peccei, presidente del Club de Roma, en la rueda de prensa en que se presentaba su libro La calidad humana.
Junto a Aurelio Peccei, contestaron las preguntas de los periodistas: Ricardo D¨ªaz Hochleitner, presidente del cap¨ªtulo espa?ol del Club de Roma, cuyo primer acto, fundacional pr¨¢cticamente. se hab¨ªa celebrado el d¨ªa anterior; Jes¨²s Moneo, presidente del Instituto Espa?ol de Prospectiva que, junto con el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, ha potenciado la formaci¨®n del Club de Espa?a, y Jes¨²s Aguirre, editor del texto que, como ¨¦l mismo dijo a la prensa, ?pone el marco metaf¨ªsico en que deben entenderse los sucesivos informes al Club de Roma, y otros textos concomitantes con ¨¦l, que la Editorial Taurus piensa publicar?.Efectivamente, el tono de este hombre fascinante que es Aurello Peccei, cuando se dirigi¨® a los periodistas -a los que invit¨® a llevar a la gente com¨²n la conciencia de esa necesidad de cambio, de ade cuaci¨®n a la nueva sociedad que est¨¢ en camino- era, contra lo que dec¨ªa su fama, fundamentalmente optimista, cargado d confianza en el hombre.
?Vivimos un conflicto entre el poder tecnol¨®gico del hombre y su sabidur¨ªa en el sentido m¨¢ antiguo de la palabra. Quiero decir que se han perdido los valores morales, que la gente no es capa de distinguir entre bien y mal que est¨¢ desbordada por las nuevas relaciones hombre-naturale za y hombre-sociedad. Pero ya la gente percibe que algo va mal, aunque a¨²n no seamos capaces de diagnosticar el mal profundo de nuestra cultura. En el ¨²ltimo siglo se han realizado tres grandes revoluciones, la industrial, la tecnol¨®gica y la cient¨ªfica, que ha cambiado el papel del hombre en el mundo. Ahora hace falta alcanzar la otra realidad, la que es la gran aventura del hombre moderno: la m¨¢s hermosa de las aventuras humanas: estamos inacabados. Tenemos que acabarnos, tenemos que mejorarnos para inventar nuestro porvenir.?
Dos temas centraron el debate en torno a ese cambio humano que, para el se?or Peccei, no s¨®lo es imprescindible -?si no, sobrevendr¨¢ un nuevo medievo, un caos?-, sino urgente. Uno, la formaci¨®n de un mundo transnacional, sin fronteras, en el que, recalc¨®, las comunidades peque?as en que el hombre se siente y participa son cada vez m¨¢s importantes. En este sentido se?al¨® la existencia efectiva de las dos tendencias en la Europa comunitaria, que al mismo tiempo es la de las nacionalidades y la de las regiones. Y otro, el cambio dentro de las conciencias de las personas que forman la comunidad humana, que ocupan una tierra cada vez m¨¢s peque?a.
De cara a diagnosticar ese mal profundo a que se refer¨ªa todo el tiempo, apunt¨® que. tras el malestar -que ya es un signo- ?reconocer un problema es parte de su soluci¨®n. Desconocemos, por otra parte, el potencial humano y la capacidad para ese salto sicol¨®gico que el hombre no ha dado a¨²n. Pero que tiene que dar. Tenemos que desencadenar la reconstrucci¨®n de lo que la civilizaci¨®n de la tecnolog¨ªa dej¨® atr¨¢s: la expeniencia, la tradici¨®n, esos precedentes a los que el hombre de hoy no es capaz de acudir?. Y, por otra parte ?hay que reconstruir las referencias, esa visi¨®n r¨¢pida de lo que es bien y lo que es mal, que el hombre ha perdido. Y que tenemos que aprender como los ni?os, no se puede ense?ar. Es lo que llamo misiones para la humanidad: esos pasos previos: entender el tama?o real de la tierra, y sentirla m¨¢s peque?a de lo que la sentimos. Hacer surgir ese potencial humano esperado: posiblemente, el hombre de hoy est¨¢ sometido a procesos de stress y alienaci¨®n, infelicidad. Hay que conseguir un proyecto de aprendizaje que nos permita adaptar nuestra capacidad al mundo nuevo que nos toca vivir?.
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