Siete diab¨¦ticos en "huelga de insulina", al borde del coma
Jos¨¦ Manuel Rodr¨ªguez, Mariano Pav¨®n, Estrella Mart¨ªnez, Javier Manzano, Luis Miguel Arconada, Julio Fern¨¢ndez, adem¨¢s de Encarnaci¨®n Moreno que se sum¨® a los huelguistas hora y cuarto despu¨¦l de iniciada la huelga, pretenden lograr la reposici¨®n en la direcci¨®n del Instituto de Diabetolog¨ªa del doctor Luis Felipe Pallardo, as¨ª como la dim Isl¨®n de Luis G¨®mez-Acebo, duque de Badajoz, de la presidencia de la Asamblea Provincial de la Cruz Roja y la reestructuraci¨®n y dotaci¨®n del Instituto, el ¨²nico de sus caracter¨ªsticas en todo el pa¨ªs. Varias madres de ni?os diab¨¦ticos sugirieron adherirse a la huelgajunto a sus hijos de corta edad, pero su oferta fue rechazada por los huelguistas.La huelga comenz¨® al poco de concluidas las negociaciones entre el duque de Badajoz y representantes de los m¨¦dicos, el personal auxiliar y los enfermos diab¨¦ticos ingresados en el Instituto Diabetol¨®gico y en funci¨®n de los escasos resultados obtenidos tras la reuni¨®n convocada a primera hora del mediod¨ªa de ayer en la sede del Instituto por Luis G¨®mez-Acebo, seg¨²n informaron representantes de los diab¨¦ticos.
Un punto no negociable
En l¨ªneas generales, se?alaron estas fuentes, el presidente de la Asamblea Provincial de Madrid de la Cruz Roja rechaza la readmisi¨®n y reposici¨®n del doctor Pallardo al frente del Instituto, lo cual habr¨ªa determinado la actitui de los diab¨¦ticos que entraron en huelga No obstante, EL PAIS no pudo establecer comunicaci¨®n con Luis G¨®mez-Acebo, ya que el tel¨¦fono de su domicilio no fue descolgado a lo largo de casi toda la tarde.Por su parte, varios m¨¦dicos del centro informaron a EL PAIS que si bien mediadas las conversaciones, que discurrieron desde la una de la tarde hasta las cinco, pareci¨® dibujarse cierta esperanza respecto al conflicto y su soluci¨®n, al cabo de ellas la impresi¨®n general resultaba muy pesimista, ya que el duque de Badajoz consideraba como no negociable el tema de la reposici¨®n del doctor Pallardo.
Seg¨²n estos testimonios, a media tarde se origin¨® un incidente entre un m¨¦dico adscrito a un cargo administrativo de la Cruz Roja y gran parte del cuadro cl¨ªnico del Instituto, cuando ante la eventua adopci¨®n de medidas colectivas por parte del equipo m¨¦dico del centro, el m¨¦dico citado amenaz¨® con sustituir a los doctores especialistas por voluntarios de la Cruz Roja. Algunos testimonios se?alaron que se present¨® una comunicaci¨®n de denuncia ante el Colegio de M¨¦dicos de Madrid.
No obstante, se se?al¨® que en ning¨²n momento los m¨¦dicos de Instituto de Diabetolog¨ªa dejar¨ªan de atender a los enfermos que pasaran por el centro a consulta, o los que se ingresen en ¨¦ste, aunque ?o se descarta la posibilidad de que los m¨¦dicos adoptaran una medida similar a la de un encierro.
Al filo de las nueve de la noche de ayer, dos de los huelguistas presentaban s¨ªntomas de glucemia elevada y otro m¨¢s se habla desvanecido a causa de una lipotimia. Algunos m¨¦dicos del centro permanecieron desde el comienzo de la huelga junto a los huelguistas, a los cuales atienden con regularidad desde hace varios a?os.
Comoquiera que la situaci¨®n planteada por los huelguistas suscit¨® dudas de conciencia entre los doctores especialistas del Instituto Diabetol¨®gico, ¨¦stos consultaron a la Comisi¨®n Deontol¨®gica del Colegio de M¨¦dicos de Madrid que, por boca del doctor Arizcun, se?al¨® que de hecho no se puede obligar a ning¨²n enfermo diab¨¦tico a inyectarse insulIna, si no quiere hacerlo. Sin embargo, se realizaron gestiones para convencer a los huelguistas y ya que persist¨ªan en su actitud, los m¨¦dicos se mantuvieron a su lado y les practicaron distintas inspecciones y exploraciones. As¨ª, el doctor Garc¨ªa Garrido practic¨® a su enfermo, el se?or Rodr¨ªguez, una prueba gluc¨¦mica que a las siete de la tarde se?alaba 2,8 cruces, ¨ªndice considerado ya en el umbral de una glucemia elevada, no contrarrestada por la inyecci¨®n de insulina. Otros doctores hicieron lo mismo con sus pacientes.
En l¨ªneas generales, el comportamiento cl¨ªnico de un diab¨¦ ico sometido a la ausencia de insulina var¨ªa ampliamente, en funci¨®n de factores de tipo constitucional, fisiol¨®gico y alimenticio. Los primeros s¨ªntomas de malestar se transforman en una sed persistente a la que acompa?a sequedad en las mucosas nasales. En medio, de una creciente debilidad se produce un elevado incremento de orina en la vejiga y una p¨¦rdi-da del tono muscular al que suele suceder una somnolencia acusada. Acto seguido, la falta de insul¨ªna -humor pancre¨¢tico que juega un papel fundamental en la metabolizaci¨®n de los alimentos -y la intens¨ªsima sed acarrea v¨®mitos y el enfermo penetra en stado de coma, en medio de pron nciadas convulsiones. si a lo laru de las ocho horas sigu entes, e l diab¨¦tico no recibe un tratamiento a base de insulina y suero, se produce irreversiblemente la muerte, que va precedida por media hora de absoluta lucidez en el enfermo.
Miedo y marginaci¨®n
En c¨ªrculos pr¨®ximos a los familiares de los huelguistas se insisti¨® en afirmar que las siete personas no abandonar¨ªan su actitud de no inyectarse mientras no se consigan los objetivos enunciados, que se han perfilado desde el comienzo del conflicto, surgido a finales del pasadome de junio y a ra¨ªz de un proyecto de reestructuraci¨®n del Instituto Diabetol¨®gico emanado de la Asamblea Provincial dela Cruz Roja . El tema encuentra tambi¨¦n perfiles muy peculiares, dada la dimensi¨®n social de la terapia antidiab¨¦tica que en Espa?a ha sido estimulada desde el Instituto bajo el criterio de hacer salir a los enfermos diab¨¦ticos de las situaciones de marginaci¨®n y miedo en las que iasta ahora se han hallado. ?Desde la direcci¨®n m¨¦dica del Instituto Diabetol¨®gico -afirma un diat¨¦tico de 35 a?os- se ha logrado erradicar la idea imperante hasta hace muy poco de que el diab¨¦tico era un ser que no pod¨ªa trabajar ni desarrollar una vida normal de elaci¨®n y actividades.? ?En el Instituto -a?ade-, por el cual pasairon miles de diab¨¦ticos, se nos ense?¨® a tratarnos, a incorporarnos casi normalmente a las actividades laborales y de relaci¨®n social y los diab¨¦ticos que hemos pasado por aqu¨ª perdimos poco a poco el complejo de marginados y de sepultados en vida, con el cual permanecimos estigmatizados durante muchos a?os. Por todo ello -concluye- no entendemos gran Darte de las actitudes administrativas adoptadas.?Desde e Instituto Diabetol¨®gico se han fe entado las actividades colectiva de los diab¨¦ticos, a trav¨¦s de cursillos, conferencias, charlas y actividades muy diversas, como la creaci¨®n de campamentos veraniegos donde los diab¨¦ticos de corta edad aprenden a inyectarse y a averiguar los s¨ªntomas de su dolencia y su tratamiento adecuado. Estos campamentos contin¨²an estableci¨¦ndose durante etapas veraniegas y entre los enfermos de distintas zonas de Espa?a existen fuertes v¨ªnculos logrados a trav¨¦s del Instituto, cuya viabilidad atraviesa dificultades econ¨®micas serias.
Fue a ra¨ªz de un proyecto de reestructuracion cuando se inici¨® el conflicto de los diab¨¦ticos madrile?os, que observaban con evidente temor la eventualidad de la desaparici¨®n del ¨²nico centro que en Espa?a se dedica al tratamiento e investigaci¨®n de la diabetes. No obstante, las inc¨®gnias sobre la viabilidad del Instituto Diabetol¨®gico parecen haberse despejado definitivamente y los problemas y reivindicaciones planteados por los enfermos, como el de la readmisi¨®n del asesor espiritual del centro, sacerdote Juan Mendoza, recientemente despedido del Instituto por cuestiones de econom¨ªa, auguran una soluci¨®n negociada entre los responsables de la Asamblea Provincial y los enfermos. Sin embarg¨®, el punto m¨¢s intrincado del conflicto, sobre el cual se han concitado los enfrentamientos m¨¢s duros, sigue siendo hoy el de la reposici¨®n del doctor Luis Felipe Pallardo, mentor y director del Instituto desde su fundaci¨®n, en la direcci¨®n del centro, reivindicaci¨®n extendida entre m¨¦dicos y enfer mos, pero no negociable para la presidencia de la Asamblea Provincial de la Cruz Roja, que ces¨® al doctor Pallardo recientemente, bajo la acusaci¨®n de deslealtad e indisciplina.
Entretanto el conflicto se dirime, siete personas de distintas edades, diab¨¦t¨ªcas todas y tres de ellas con glucemia acusada a la hora de redactar estas l¨ªneas, aguardan una soluci¨®n desde la bruma, la sed y el desfallecimiento que precede al coma diab¨¦tico.
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