Vulgares "sotillos" para tres novilleros sin arte
Plaza de Las Ventas (lunes). Novillos de Sotillo Guti¨¦rrez, muy desiguales de presentaci¨®n (segundo y tercero, demasiado chicos; el cuarto, grande, exageradamente cornicorto y gacho); blandos, sin inter¨¦s en el primer tercio, manejables. Varios remataban en tablas y hac¨ªan saltar los maderos de los burladeros.Manuel del Olmo: Dos pinchazos, rueda de peones y dos descabellos (palmas y saludos). Pinchazo, rueda de peones y descabello (saludos por su cuenta, lo que produce fuerte divisi¨®n). Paco Robles: Pinchazo y estocada delantera desprendida (silencio). Dos pinchazos perdiendo la muleta y perseguido, y media estocada baja (silencio). L¨¢zaro Carmona: Estocada que asoma por la barriga y siete descabellos (palmas y saludos). Cinco pinchazos (aviso), y media estocada tendida (silencio).
Valga el que abri¨® plaza, por descaradete de cabeza y seriote (en realidad, feo, que la fealdad tambi¨¦n da susto), pero los tres moritos de la primera parte de la novillada eran, en el fondo, tan escasos de trap¨ªo, tan poquita cosa, que los espadas, igual que torear, podr¨ªan haber jugado al corro con ellos.Una salvedad es necesario hacer: que este juicio, como todos, no tiene m¨¢s valor que el que cuadre dentro de la relatividad. Porque es muy cierto que la mayor parte de cuantos est¨¢bamos ayer en el tendido de Las Ventas somos incapaces de darle un derechazo a animalejos como esos, y aun de menos ver; ni siquiera con el pico. Principalmente servidor, sencillamente porque le da gimdama; que no vamos a presumir de esparteros, pues la cosa est¨¢ clara. A los toreros se les juzga en relaci¨®n con el toro y con las referencias puestas en sus compa?eros del d¨ªa, en los de la ¨¦poca, en los que fueron historia y en los que lo ser¨¢n en su d¨ªa.
As¨ª que al corro podr¨ªan haber jugado -dec¨ªamos-. El primero le peg¨® una voltereta a. Manuel del Olmo, porque no le daba la distancia y se le revolv¨ªa; el segundo buscaba tablas, distra¨ªdo de la muleta de Robles; el tercero era de merengue y sigui¨® con docilidad los numerosos y aseados pases que le daba Carmona, algunos de ellos buenos.
La segunda parte de la novillada, m¨¢s hecha, tampoco ofreci¨® mayores problemas. El cuarto habr¨ªa sido un pavo, por cuajo, de no tener tan gacha la cornamenta, que era como si no existiese: los pitones, cortos adem¨¢s, le apuntaban al suelo. Muy noble, admiti¨® derechazos abundantes -buenos, pero fr¨ªos: faltaba el arte- de Manuel del Olmo. El quinto, ¨²nico fuertecito de la novillada -manso, por otra parte- no ten¨ªa fijeza y embest¨ªa con la cara alta, aunque sin peligro. Paco Robles le mulete¨® con oficio. Seguramente el de m¨¢s oficio de los tres diestros, embarca bien las embestidas, las remata con eficacia. Su defecto es -fue ayer que torea de perfil y con el pico y que es inoportuno en los desplantes. Los desplantes valen para redondear las suertes y conseguir que vibre el p¨²blico, si se hacen a tiempo y con pinturer¨ªa; pero si son a destiempo y se ven venir, producen el efecto contrario. As¨ª, Robles se ech¨® al p¨²blico encirria, innecesariamente. Y para colino de males su actuaci¨®n acab¨® en sainete, por que perd¨ªa la muleta al entrar a matar y el novillo le obligaba. a ha cer los cien metros lisos, persigui¨¦ndole con muy malas intenciones.
El sexto, un colorao feo, astiblanco y astifino, tambi¨¦n result¨® muy boyante, si bien sac¨® una pizquita de genio, que en algunos momentos desluci¨® la larga y a ratos muy aseada faena de Carmona.Luego vinieron los muchos pinchazos y un aviso puntual, como debe ser. Y termin¨® el festejo a¨²n con sol, tras hora y media de espect¨¢culo sin mayores relieves. Los toreros no hab¨ªan estado mal, ni bien: pusieron empe?o en hacer el toreo bueno, pero les falt¨® arte. Los novillos no fueron bravos ni mansos: es decir, se quedaron en vulgares. Los sotillos ya son de sobra conocidos en Las Ventas. ?Cu¨¢ntas reses, para toros, novillos, sobreros en ambos casos, etc¨¦tera, tiene el doctor Parache, propietario consorte de la ganader¨ªa? Seguro que dispone de una vaca-coneja que llena de productos la finca, para el mercado exclusivo de Las Ventas. ?Por qu¨¦ tanto sotillo? Fino ojo comercial debe tener el doctor Parache. Y para meter en el lote a dquel cuarto, grand¨®n, gacho-horroroso, m¨¢s que fino ojo comercial, magia. La empresa lo compr¨® (con aquellos segundo y tercero, que tampoco eran de recibo), y la primera plaza del mundo, con su clientela, se los trag¨®. En los tendidos hab¨ªa varias pancartas en las que los novilleros ped¨ªan oportunidades y una fiesta democr¨¢tica. Los aficionados tambi¨¦n tienen mucho que pedir. A lo mejor, otra empresa.
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