Metaf¨ªsica y pol¨ªtica
Ciertos editores del barrio Latino han hecho excelentes negocios ¨²ltimamente. La filosof¨ªa o, mejor dicho, ?la nueva filosof¨ªa?, como se ha autodenominado, ha resultado ser una mercanc¨ªa muy rentable: se anuncia en la prensa a bombo y platillo, se entrevista en la radio y la televisi¨®n a sus promotores, se convocan numerosas conferencias y mesas redondas acerca de sus virtudes o defectos.Los nuevos fil¨®sofos bien podr¨ªan llamarse los nuevos giscardianos. Uno de ellos, en las ¨²ltimas elecciones presidenciales, ya declaraba: ?Giscard puede prometer m¨¢s, incluso realizar sus promesas mejor, puesto que con lo que se llama confianza -los capitales y las inversiones privadas- conseguir¨¢ mucho m¨¢s. Giscard puede incluso permitirse el lujo de una mayor cantidad de progreso social. ?Por qu¨¦ mentir¨ªa yo? ?Por qu¨¦ lo negar¨ªa?? (1).
Se trata para ellos de escoger entre el llamado ?progreso social? y los campos de concentraci¨®n, ?pues la verdad de la izquierda es como lo ha visto Glucksmann, el archipi¨¦lago Goulag?, declaran Lardreau y Jambet (2).
?Qui¨¦nes son los defensores de semejante programa?; un heter¨®clito y polifac¨¦tico grupo compuesto por algunos antiguos alumnos de Althusser, admiradores de Lacan, que tras haber sido militantes mao¨ªstas han acabado metaf¨ªsicos, editores en sus ratos libres, incluso alguno de ellos con toda la seriedad que requiere para ciertos elementos el llamarse fil¨®sofo, afirma ser ni m¨¢s ni menos ?periodista trascendental?.
Jambet, Lardreau y Francoise Levy se distinguen por su odio visceral a Marx, que les ?desilusion¨®?; este t¨¦rmino no debe sorprender, pues el recuerdo que guardan los nuevos fil¨®sofos de sus actividades pol¨ªticas se asemeja al que debieron tener los cruzados: mayo del 68 guarda para ellos cierta similitud con una Tierra Santa en la que no todo florec¨ªa. ?Qu¨¦ desenga?o!
Clavel en cambio, el periodista trascendental, que en una conferencia declaraba muy contento que pensaba ?seriamente? (sic) volverse a poner a leer algo de filosof¨ªa, toma como base de su reflexi¨®n suamor a Dios; Dios, que Jambet y Lardreau llaman ?Angel? o ?Se?or?. La Verdad, con may¨²scula, nos dice Clavel, no podemos alcanzarla con el pensamiento, sino con la fe.
Doll¨¦, en t¨¦rminos m¨¢s paganos, repite, ?ad nausearn?, que el conocimiento es el Mal porque da?a al cuerpo. A Doll¨¦ s¨®lo le interesan los buenos sentimientos, esos buenos sentimientos con los que, seg¨²n Gide, no se hace la buena literatura. Y mientras Glucksmann, con menos disimulo, proclama que no quedar¨¢ lugar para el pensamiento en caso de que la izquierda obtenga en el 78 la victoria, Bernard Henri Levy, haci¨¦ndose el defensor y el portavoz publicitario del grupo, se preocupa de publicar sus libros en la colecci¨®n que dirige en la editorial Grasset.
Los nuevos fil¨®sofos dicen ser metaf¨ªsicos. La filosof¨ªa primera es una idea que ha calado hondo en. esta nueva generaci¨®n. La heideggeriana pregunta por el origen del ser vuelve a tener vigencia. ?Si Adorno levantara la cabeza! Doll¨¦ reprocha a sus antepasados el no haberla planteado con suficiente insistencia. Bernard Henri Levy explica en una entrevista en la emisora France Culture:.?Una renovaci¨®n de la metaf¨ªsica. Nosotros nos ponemos, por primera vez desde hace mucho tiempo, a hacer preguntas sencillas, preguntas metaf¨ªsicas tradicionales. ?
Metaf¨ªsicos
Esta sencillez y el deseo de volver a las fuentes de la filosof¨ªa conducen a Lardreau y Jambet, en El Angel, a l¨ªmites tan escalofriantes como: ? La filosofia primera: yo no soy qui¨¦n para pretender escapar de ella, ni soy un esclavo, ni un b¨¢rbaro, ni una mujer, ni un animal ( ... ); son tiempos de rehabilitar la sinceridad griega, de decir que en efecto el esclavo y la mujer est¨¢n desprovistos je raz¨®n, que cuando un esclavo en tanto que esclavo, que cuando una mujer en tanto que mujer, razonan sobre el esclavo y la mujer, tan s¨®lo pueden disparatar.?
Lardreau y Jambet, como los dos hermanos que violaron a Lavinia, la hija de Tito Andr¨®nico, cortan la lengua a la mujer, al esclavo -l¨¦ase clase obrera-, para que no puedan contar su historia, s¨®lo el Se?or tiene derecho a hablar.
?Qu¨¦ pasa entonces cu¨¢ndo las nuevas fil¨®sofas escriben? ?C¨®mo pueden hacerlo? ?Por qu¨¦ se maravillan los nuevos fil¨®sofos ante el libro de su colega femenina Francoise Levy, autora de Marx, historia de un burgu¨¦s alem¨¢n? En esta obra, Francoise Levi quiere destruir un mito y demostrar, hurgando en la vida de Marx, que no era m¨¢s que un burgu¨¦s, un jud¨ªo, un nacionalista alem¨¢n. Pero ella dedica su libro con cari?o: ?Para vosotros, analfabetos, est¨²pidos, trabajadores, parados, que no hab¨¦is le¨ªdo a Marx y que no lo leer¨¦is jam¨¢s, porque digan lo que digan sab¨¦is desde siempre, con la ¨²nica sabidur¨ªa v¨¢lida, que El capital no ha sido escrito para vosotros, ni por ninguno de vosotros.? Lo m¨¢s molesto es que Francoise Levy achaca ?la originalidad? de su obra al hecho de ser mujer y escribe: ?A los hombres, a veces, no les gustan las mujeres inteligentes; a m¨ª me gustaban los hombres y quer¨ªa gustarles.? La nueva fil¨®sofa, para no ser excluida, del peque?o clan, quiere ?gustar? por lo que no es: Francoise Levy acepta gustosa las ense?anzas de Lacan: la ley del Falo como significante del deseo. La mujer, como el esclavo, como el animal, no tiene derecho a ser m¨¢s que en tanto que espejo de valor de / y para el Se?or.
No es una casualidad que exista tambi¨¦n entre los nuevos fil¨®sofos este tipo de razonamiento en lo referente al proletariado. Niegan sencillamente su lucha, como la de la mujer. ?El odio al pensamiento es enteramente reaccionario si no se ve acompa?ado del odio al proletariado?, aclaran los autores de El Angel. Elaboran una teor¨ªa de aquello que tantas y tantas veces hemos podido. o¨ªr m¨¢s o menos solapadamente: la mujer s¨®lo puede (perd¨®n por la expresi¨®n) pensar con el sexo, el obrero con el est¨®mago, nosotros pensamos con la cabeza, ello(a)s no la tienen, luego nosotros pensaremos por/y para ello(a)s.
La pretendida novedad de esta filosofia consiste en atribuir el lugar vac¨ªo, mudo, al t¨¦rmino de la contradicci¨®n que rechaza el orden establecido; consiste en negarle toda fuerza, en borrarle desesperadamente del mapa. (El ?Angel? de los ?nuevos? fill¨®sofos resulta un ?angel exterminador? que poco tiene de ?nuevo?.)
(1) Clavel, Le Nouvel Observateur, n.? 496,13-18 mayo 1974.
(2) Jambet y Lardreau, Le Magasine Literaire.
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