Un programa del Centro y un Gobierno de concentraci¨®n
(Partido Comunista de Espa?a)El plan de urgencia en materia econ¨®mica, que ha hecho p¨²blico el Gobierno el pasado d¨ªa 24, desarrolla toda una serie de cuestiones planteadas previamente en la declaraci¨®n program¨¢tica del d¨ªa 11. Con este plan de urgencia se aprecia claramente lo que de forma expl¨ªcita ha venido manifestando desde hace tiempo el ahora vicepresidente para Asuntos Econ¨®micos: el prop¨®sito de restablecer ?los dos equilibrios fundamentales de la econom¨ªa espa?ola?.
En definitiva, y sin que se haya dich6, nos hallamos ante un aut¨¦ntico plan de estabilizaci¨®n, formulado con el prop¨®sito de frenar la subida de precios y para detener el endeudamiento exterior, y en el que se relegan a un segundo o incluso un tercer plano cuestiones sociales de tanta trascendencia como son el paro y el nivel de vida de las clases trabajadoras.
La novedad m¨¢s importante de este plan de estabilizaci¨®n consiste en que de forma simult¨¢nea se plantea una reforma fiscal, que ir¨¢ precedida de un esfuerzo recaudatorio extraordinario y previo para cubrir el d¨¦ficit presupuestario. Se quiere as¨ª reconstruir la econom¨ªa del aparato del Estado, que evidentemente se encuentra hoy en dificultades extremas.
?De aquellos polvos, vienen estos lodos?. La situaci¨®n por que atravesamos es, efectivamente, el resultado de m¨¢s de tres a?os y medio de Gobiernos ?aperturistas? y ?reformadores?, que no prestaron a los temas m¨¢s estrictamente econ¨®micos la m¨ªnima atenci¨®n indispensable para evitar un deterioro que se fue haciendo cada vez m¨¢s acentuado. La crisis energ¨¦tica no se abord¨® a tiempo de forma decidida. La ?huelga de inversiones? del gran capital se consider¨® como algo perfectamente normal. La flotaci¨®n de la peseta, oficialmente establecida en febrero de 1974, no se utiliz¨® para pr¨¢cticamente nada, y en vez de aceptar realmente un tipo de cambio fluctuante, se prefiri¨® seguir con el m¨¦todo de las devaluaciones cl¨¢sicas.
Pero todo lo anterior es historia pasada, y de nada servir¨ªa rememorar aqu¨ª de forma pormenorizada las numerosas cr¨ªticas que d¨ªa a d¨ªa se le hicieron a los sucesivos Gobiernos por su inhibici¨®n interesada en materia econ¨®mica. El caso es que el segundo Gabinete Su¨¢rez no ha tenido ya m¨¢s remedio que enfrentarse con la cruda realidad, simplemente porque la situaci¨®n alcanza su cota m¨¢s grave desde que la crisis econ¨®mica y pol¨ªtica se inici¨® en 1973.
La verdadera cuesti¨®n ahora es apreciar si la forma en que el Gobierno se ha enfrentado con los problemas econ¨®micos es la m¨¢s idonea. Personalmente, creo que no, que este plan de urgencia es inadecuado por su car¨¢cter antisocial, insuficiente por la escasez de recursos con que se emprende, y lo m¨¢s seguro que imposible de llevar a la pr¨¢ctica por la falta de base pol¨ªtica.
El plan es inadecuado por su car¨¢cter antisocial, lo que se refleja cuantitativamente en la aspiraci¨®n del Gobierno de que la masa salarial no crezca este a?o en m¨¢s de un 17 %, cuando simult¨¢neamente se anuncia que el coste de la vida se situar¨¢ entre un 22 y un 23 %. Aparte de que el crecimiento de los precios al consumidor seguramente experimentar¨¢ en la realidad un alza superior al indicado, lo que ya est¨¢ bien claro es que esa diferencia inicial de cinco o seis puntos entre masa salarial y coste de la vida significa que el peso de la crisis se quiere seguir cargando sobre los trabajadores.
Dif¨ªcilmente va a lograr el Gobierno el clima de cooperaci¨®n al que pretendidamente aspira para ?moderar el crecimiento de los salarios?, cuando de hecho lo que plantea es la disminuci¨®n del nivel de vida de la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles, esto es, una contracci¨®n del consumo popular, que incluso podr¨ªa acentuar la crisis, si como es previsible la inversi¨®n no experimentase. una expansi¨®n m¨ªnimamente suficiente para compensar la ca¨ªda de la demanda.
En segundo t¨¦rmino, el plan de urgencia, dec¨ªa antes, es insuficiente para la escasez de recursos con que se emprende. El rendimiento del impuesto extraordinario sobre el patrimonio no superar¨¢ seguramente los 10.000 millones de pesetas. El recargo excepcional sobre las rentas m¨¢s elevadas del trabajo personal dif¨ªcilmente alcanzar¨¢ los 7.000 millones de pesetas, y del aumento de la imposici¨®n sobre el lujo, para determinados conceptos, no se obtendr¨¢ una incidencia sustancial por la contracci¨®n que, sin duda, va a comportar en el consumo. A la postre, sumando a esos 17.000 millones de pesetas la emisi¨®n extraordinaria de deuda p¨²blica de 20.000 millones -una cifra irrisoria- resulta un total, para los pr¨®ximos meses, de s¨®lo 37.000 millones adicionales. Con tan menguados recursos ser¨¢ t¨¦cnicamente imposible cumplir las promesas de corregir la situaci¨®n de paro, mejorar el seguro de desempleo, y, en ¨²ltima instancia, comenzar la superaci¨®n de la crisis.
Es cierto que la reforma fiscal podr¨¢ suponer un aumento recaudatorio ya muy notable en 1978, por la mayor presi¨®n efectiva en la imposici¨®n directa sobre personas f¨ªsicas y sociedades. Sobre todo, si el impuesto extraordinario sobre el p,atrimonio y el recargo excepcional sobre las rentas de trabajo personal sirven para esclarecer las fuentes tributarias m¨¢s importantes de este pa¨ªs. Pero, en cualquier caso, los problemas m¨¢s perentorios est¨¢n ah¨ª, y de lo que ahora se trata es de saber si la situaci¨®n en vez de mejorar va a seguir deterior¨¢ndose y al final ni siquiera habr¨¢ reforma fiscal. Lo m¨¢s preocupante es pensar si, en fin de cuentas, en el oto?o nos vamos a encontrar con un escenario pol¨ªtico y social tan dif¨ªcil que incluso puede traducirse en dificultades para continuar con el proceso de normalizaci¨®n democr¨¢tica del pa¨ªs. Esta ¨²ltima reflexi¨®n es la que precisamente me lleva al tercer punto antes destacado, de si el plan ser¨¢ posible cumplirlo con la base pol¨ªtica del actual Gobierno.
Creo que ser¨¢ muy dificil que el plan econ¨®mico de urgencia pueda aplicarse tal como se ha esbozado, y desde la plataforma pol¨ªtica en que ahora se apoya. Con las pretensiones estabilizadoras, el equipo econ¨®mico de Su¨¢rez va a tener dificultades muy serias con las centrales sindicales. Con la reforma fiscal es esperable una fuerte reacci¨®n de la oligarqu¨ªa financiera. Y esos dos futuros enfrentamientos se mezclar¨¢n con las posibles disensiones que puedan producirse en el seno de la UCD, como consecuencia de las inevitables posturas conservadoras que ir¨¢n surgiendo frente a un programa econ¨®mico de corte socialdem¨®crata radical en lo que respecta a los temas fiscales y financieros.
El momento, sin entrar en toda una serie de pormenores -que por lo dem¨¢s no contribuir¨ªan a mejorar el an¨¢lisis-, es para una profunda reflexi¨®n, que puede hacerse sin esperar a la cuantificaci¨®n del plan de urgencia que oficiosamente el Gobierno ha prometido.
El verdadero fondo del problema en una visi¨®n del presente como historia y en funci¨®n de la experiencia ajena, consiste en decidir si vamos a seguir algo parecido a la v¨ªa de la resistencia continua y esforzada a lo que en Italia se llama el ?compromiso hist¨®rico?, o si, por el contrario, vamos a asumir una pol¨ªtica de verdadera responsabilidad nacional. La sociedad y la econom¨ªa italianas est¨¢n en permanente crisis, por lo menos desde 1964, por la resistencia de la derecha olig¨¢rquica a aceptar como inevitables toda una serie de profundas reformas que son necesarias. En Espa?a podr¨ªamos ahorrarnos el equivalente a esos trece a?os de crisis si las principales fuerzas pol¨ªticas y sociales supieran asumir una pol¨ªtica de responsabilidad nacional que permitiera conjuntar esfuerzos para superar la crisis y, simult¨¢neamente, se empezara a transformar el modelo de crecimiento olig¨¢rquico y autoritario de los a?os sesenta y de los primeros setenta en un nuevo modelo de desarrollo con formas democr¨¢ticas para las instituciones, y con profundas reformas en los sectores agrario y energ¨¦tico, en las empresas p¨²blicas, etc¨¦tera.
Para terminar, lo que hoy preguntamos a los hombres de la Uni¨®n de Centro, y en definitiva del Gobierno, es si realmente van a contar con las fuerzas pol¨ªticas suficientes para superar la crisis. D¨ªa a d¨ªa, la idea planteada por el PCE de un Gobierno de concentraci¨®n nacional, para asumir responsablemente toda la gravedad de la situaci¨®n, va extendi¨¦ndose como la ¨²nica soluci¨®n posible. Cada semana que pase se ir¨¢ haciendo m¨¢s evidente esa necesidad. En noviembre, cuando ya est¨¦n en marcha las negociaciones para los convenios colectivos -o las tensiones sociales que podr¨ªa provocar su cancelaci¨®n-, la situaci¨®n ser¨¢ todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil que hoy. ?Por qu¨¦ esperar a noviembre?
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