Las limitaciones de un buen programa
(Grupo de economistas del PSOE)El anuncio de algunas medidas econ¨®micas -especialmente el levantamiento del secreto bancario, la implantaci¨®n del delito fiscal y la moratoria fiscal para ?reconocer? declaraciones falsas- hab¨ªan producido entre la burgues¨ªa m¨¢s reaccionaria una ?consternaci¨®n? e hizo pensar a m¨¢s de un ingenuo en el posible fracaso del nuevo equipo econ¨®mico en su tarea de modernizar el pa¨ªs, a causa de la oposici¨®n despertada y avalada por el Wall Street Journal. La izquierda deber¨ªa jugar entonces un papel de apoyo relativo al Gobierno para que ¨¦ste -atacado por la derecha (??)- no se viese desasistido y el socialismo se viese en la eventualidad de heredar un sistema econ¨®mico capitalista en crisis, en lugar de sano.
Sanear el sistema -en un r¨¦gimen capitalista- significa aumentar la tasa de beneficio. Ciertamente el empresario ha visto deteriorarse sus beneficios de forma importante y sabe que el plan econ¨®mico del Gobierno har¨¢ posible la recuperaci¨®n de la burgues¨ªa. Por todo esto, la consternaci¨®n es resignada y la oposici¨®n de la derecha reaccionaria a las medidas no es m¨¢s que un intento de rebajar el alcance de algunas de ellas.
En efecto, el Gobierno da prioridad al problema de la inflaci¨®n y su soluci¨®n la basa fundamentalniente en la reducci¨®n del salario real como forma de reducir el coste de la mano de obra en las empresas. A cambio promete una reforma fiscal y adelanta unas medidas insuficientes para hacer posible la asignaci¨®n de recursos significativos a actividades creadoras de empleo o de protecci¨®n del paro, y al mismo tiempo reforma el sistema financiero de forma incompleta y racionaliza la econom¨ªa en un sentido m¨¢s liberal.
Qu¨¦ duda cabe que muchas de las medidas son positivas en su enunciado, pero el problema hoy ya no es de ret¨®rico de lo que ser bueno o malo, sino de la efectividad real de las medidas positivas, esto es, s¨®lo nos preocupa que se cumplan y se controlen democr¨¢ticamente; y de denuncia constante de lo que va en contra de los intereses de la clase trabajadora.
En este ¨²ltimo sentido entiendo que existen tres peligros graves en el programa del Gobierno. El primero es el de considerar las subidas de salarios como la principal causa -o remedio- de la inflaci¨®n, problema prioritario para el Gobierno. En realidad los salarios s¨®lo representan el 55% de la renta nacional; una gran parte de las subidas de precios provienen de alzas aut¨®nomas de los productos importados, la devaluaci¨®n del 25% producir¨¢ un aumento del coste de la vida de por lo menos tres puntos; el exceso de capacidad en las empresas y la huelga de inversiones es responsable de la baja productividad y del encarecimiento de los costes unitarios; los defectos estructurales de la agricultura, la especulaci¨®n del suelo, el poder de los monopolios, en fin, son factores distintos del salario que empujan al alza de precios, La frustraci¨®n de la clase trabajadora ser¨ªa tremenda y es probable que lo sea, si despu¨¦s de soportar una reducci¨®n del salario real, del orden del 9% en un a?o, y todos los costes de la crisis a corto plazo, los efectos del control salarial son escasos en la reducci¨®n de la inflaci¨®n y ha de ser acompa?ada de restricciones monetarias que provoquen m¨¢s paro.
Cierto que, en previsi¨®n de la posible frustraci¨®n de la clase trabajadora, se le ofrece una reforma fiscal como promesa, por supuesto bienvenida, de una redistribuci¨®n de rentas que compense en el futuro la reducci¨®n de salarios actual. Pero me temo que lo he dicho m¨¢s claro yo, que el Gobierno, porque, y este es el segundo peligro, el Gobierno no ha explicado qu¨¦ va a hacer con la reforma fiscal. Es urgente y esencial la generalizaci¨®n, actualizaci¨®n y mejora en todas las prestaciones de la Seguridad Social y el establecimiento de la educaci¨®n p¨²blica y gratuita para todos como los dos fines prioritarios en una nueva asignaci¨®n de recursos hecha posible por una reforma fiscal.
El tercer peligro es el de creer que ?aqu¨ª no ha pasado nada?, cuando la actitud debe ser que ?aqu¨ª tiene que pasar algo?. Me refiero a los necesarios cambios institucionales. No basta con reformas fiscales y medidas de urgencia y de pretendido equilibrio, sino que hace falta reconocer una indudable democratizaci¨®n real que en el plano econ¨®mico pasa por comprender que puede ser necesaria la nacionalizaci¨®n en el caso de empresas que s¨®lo se muevan en una perspectiva ego¨ªsta y de boicot al progreso; que es necesaria e ineludible la gesti¨®n de la Seguridad Social y de los servicios de empleo por los trabajadores, que es lo mismo que decir que los sindicatos de clase, democr¨¢ticos, y acabar con el autoritarismo en las empresas.
Conscientemente no entro a analizar la coherencia t¨¦cnica del programa. Pienso que el ?equipo econ¨®mico? es el mejor que pod¨ªa haber encontrado la UCD. El problema no es de personas, sino ideol¨®gico, y en este sentido se presiente un relevo r¨¢pido para ¨¦l que los socialistas debemos estar preparados cuando adem¨¢s de la raz¨®n tengamos una Constituci¨®n democr¨¢tica, unos sindicatos fuertes y municipios democr¨¢ticos.
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