El catastrofismo de la Junta de Energ¨ªa Nuclear
Un mensajero del presidente americano va a venir en oto?o a pedirnos cuentas nucleares. Este es un hecho m¨¢s de los muchos acumulados en el ¨²ltimo a?o con respecto a los nuevos condicionantes de la pol¨ªtica nuclear en nuestro pa¨ªs. Y como siempre, de lo poco que nos enteramos en este terreno, es por fuentes extranjeras o de la industria privada nacional. Despu¨¦s de haber sabido, entre otras, por esos conductos las dificultades lo mismo para el suministro de uranio que para el almacenamiento de residuos, ahora como remate nos llega el asunto del mensajero y las declaraciones del presidente de Fecsa, quien p¨²blicamente nos ?ha tranquilizado? afirmando que Espa?a tiene asegurado su suministro de uranio y que nuestro pa¨ªs no tiene ninguna intenci¨®n de fabricar la bomba at¨®mica.Lo malo del caso es que en cambio la informaci¨®n oficial sobre asuntos nucleares es nula. La Junta de Energ¨ªa Nuclear contin¨²a con la misma cerraz¨®n informativa que cuando fue fundada hace veinticinco a?os; nunca publica en los medios de informaci¨®n ni un informe ni una panor¨¢mica general, ni un calendario de proyectos, ni una delimitaci¨®n de prioridades. Nada.Todo este opaco silencio se ve agravado m¨¢s todav¨ªa por la cada vez mayor tendencia de la JEN hacia posturas terror¨ªficas. Es curioso comprobar que est¨¢ cayendo precisamente en el defecto que siempre achac¨® a los adversarios de las centrales nucleares el catastrofismo. Cualquier peque?a objeci¨®n que se haga a la pol¨ªtica o t¨¦cnica nuclear es rechazada con el argumento de lo toma o lo deja: o lo nuclear o la Edad Media.
Afortunadamente, el Ministerio de Industria ha anunciado una nueva etapa de discusi¨®n abierta ante el pa¨ªs del conjunto de la pol¨ªtica nuclear. Sin embargo, el Ministerio tiene que ser consciente de que como siga permitiendo la antipol¨ªtica informativa nuclear a la opini¨®n p¨²blica, va a serle cada vez m¨¢s dif¨ªcil imponer medidas incluso racionales y decididas a la luz del d¨ªa. Hechos como el que sucede actualmente en Soria, donde sin resolver ni responder a miles de impugnaciones presentadas en el per¨ªodo de informaci¨®n p¨²blica del Centro Nuclear, se han reactivado los trabajos, con un secreto custodiado por la Guardia Civil, son totalmente inadmisibles en la nueva situaci¨®n.
El momento ecol¨®gico europeo es preocupante porque est¨¢ desembocando en un divorcio entre los Gobiernos y fuerzas pol¨ªticas, por un lado, y el creciente movimiento medioambiental, por otro. Los sindicatos y los partidos est¨¢n demostrando dificultades de asimilaci¨®n de las corrientes pioneras de lo que en el fondo no es sino una intuici¨®n del nuevo modelo de desarrollo -sobre todo con respecto a tipolog¨ªas de consumos de energ¨ªa- de la civilizaci¨®n que se avecina. El Gobierno alem¨¢n est¨¢ dando los primeros pasos en el nuevo camino. El ministro federal de Investigaci¨®n ha comunicado que si en el plan energ¨¦tico de 1972 la proporci¨®n de dinero dedicado a la investigaci¨®n nuclear y no nuclear era de ochenta a uno, en 1980 ser¨¢ s¨®lo de tres a uno.
La integraci¨®n ecol¨®gica en Espa?a
Espa?a est¨¢ todav¨ªa seguramente a tiempo de integrar las tendencias ecologistas en el nuevo modelo de sociedad que se est¨¢ estructurando a marchas forzadas. Hay que impedir, que, como caso l¨ªmite, la protesta antinuclear pueda ser s¨®lo encauzada por espectaculares medios represivos.Sin embargo, el tiempo apremia para lograr esta integraci¨®n, y ante todo se debe terminar radicalmente con la actitud de despotismo ilustrado por la que se considera al pueblo demasiado inculto para poder entender las grandes opciones que se presentan en la vida moderna. Quiz¨¢ en ning¨²n otro terreno ha resultado m¨¢s contraproducente la pol¨ªtica de silencio y decisiones en la sombra. Si ni siquiera en la situaci¨®n pol¨ªtica reci¨¦n terminada se consigui¨® acallar la protesta nuclear con una actitud de desprecio e ignorancia hacia sus oponentes, mantener esa l¨ªnea de conducta en la nueva situaci¨®n espa?ola podr¨ªa llevar a tensiones que s¨®lo podr¨¢n ser solventadas con el empleo m¨¢s masivo y brutal de fuerzas y medios policiales, como se ha visto claramente en Francia la semana pasada.
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