Carter propone la despenalizaci¨®n de la marihuana en Estados Unidos
Hace alg¨²n tiempo, cuando a¨²n Carter no hab¨ªa decidido siquiera presentar su candidatura a la presidencia de Estados Unidos, un hijo del hoy primer mandatario norteamericano fue expulsado de una academia naval, luego de que fuera sorprendido fumando marihuana. La cosa no tendr¨ªa mayor importancia si en la actualidad la cifra de los fumadores habituales de esta yerba no alcanzase a casi la mitad de la poblaci¨®n juvenil norteamericana: entre trece y quince millones de personas, en su mayor¨ªa escolares teenagers (entre trece y diecinueve a?os). Todo ello al margen de los 45 millones de ciudadanos que, seg¨²n un informe del Instituto Gallup, confiesan haber fumado en ocasiones este tipo de estimulante.Con esta decisi¨®n -a la espera de que el Congreso ratifique la decisi¨®n presidencial-, Estados Unidos entrar¨ªa en la esfera de pa¨ªses occidentales donde el uso de la marihuana est¨¢ legalizado (Dinamarca, Holanda) o, al menos, ampliamente tolerado. Y, al mismo tiempo, la actual legislaci¨®n sobre la marihuana quedar¨ªa unificada en los 51 estados de la Uni¨®n, en algunos de los cuales se llega a castigar con tres anos o m¨¢s de c¨¢rcel la posesi¨®n de esta droga, mientras que en otros est¨¢ tolerada.
Jimmy Carter, por otra parte, habr¨ªa dejado contentos a casi todos con su decisi¨®n, ya que al enviar al Congreso el proyecto de ley propone, al mismo tiempo, un amplio estudio sobre el consumo de barbit¨²ricos y sedantes para que se incremente la vigilancia sobre su uso. ?Mis objetivos son reducir el consumo de drogas en el pa¨ªs, incluido el uso excesivo de alcohol y tabaco?, afirma el presidente Carter en su comunicado al Congreso.
El boom de la marihuana
De todas las drogas conocidas, la marihuana es una de las consideradas m¨¢s blandas. Las principales plantaciones de esta yerba se encuentran en pa¨ªses de Am¨¦rica del Sur y en algunas zonas del norte de Africa, aunque se cultiva en pa¨ªses europeos (entre ellos Espa?a), al ser una planta de f¨¢cil crecimiento.
El uso de la marihuana se generaliza en Estados Unidos durante la d¨¦cada de los a?os sesenta, cuando numerosos grupos de intelectuales y artistas comenzaron a alabar sus excelencias, en cuanto pod¨ªa ser una v¨ªa de liberaci¨®n emocional y un camino en la lucha contra la represi¨®n interna ejercida como consecuencia de una educaci¨®n convencional que impide la manifestaci¨®n de afectos y sensaciones que deber¨ªan tenerse como normales. Bajo sus efectos, se argument¨®, las personas se sienten mejor y m¨¢s libres al poder manifestarse y realizarse en sus impulsos m¨¢s profundos.
Desde Estados Unidos, cuna de los movimientos que predicaron en su momento el absentismo social, el consumo de la marihuana se extiende a todo el mundo, haciendo mella fundamentalmente en las capas de poblaci¨®n m¨¢s j¨®venes, y fundamentalmente entre los escolares. En Espa?a, al Igual que en el resto de los pa¨ªses europeos, se sabe, a falta de datos concretos, que un importante n¨²mero de alumnos de ense?anza general b¨¢sica, con edades comprendidas entre los nueve y los doce a?os, son adictos a la marihuana y al hach¨ªs, cuyo polvo, debidamente mezclado con tabaco es fumado en un buen n¨²mero de colegios de las principales ciudades espa?olas.
Desde siempre, el caballo de batalla de cara a la legalizaci¨®n o tolerancia de las drogas blandas (marihuana, hach¨ªs, cannabis, etc¨¦tera) en los pa¨ªses occidentales (en Espa?a, su tr¨¢fico y tenencia est¨¢ penalizada en la legislaci¨®n actual) ha sido su peligrosidad y su grado de dependencia. Numerosos cient¨ªficos se han pronunciado sobre el tema y consideran que estos estimulantes son menos peligrosos que el alcohol y el tabaco, y que su grado de dependencia es menor. El uso habitual de la marihuana durante varios anos no provoca necesariamente el deterioro del cerebro, seg¨²n dos informes publicados recientemente en Norteam¨¦rica por la revista Journal of the American Association. Dos equipos de investigadores demostraron que no hab¨ªan hallado ning¨²n tipo de deterioro cerebral en doce hombres entre veinte y treinta a?os de edad que fumaron una media de nueve cigarrillos diarios durante, al menos, cinco a?os.
Sobre todo, los j¨®venes
Espa?a es en la actualidad uno de los pocos pa¨ªses europeos donde est¨¢n m¨¢s perseguidos el tr¨¢fico y el consumo de estupefacientes. Seg¨²n datos facilitados por la Brigada Especial de Estupefacientes, durante 1976 fueron detenidas m¨¢s de 3.000 personas acusadas de tr¨¢fico y tenencia de drogas, lo que supuso un incremento del 7,5% con relaci¨®n a 1975. Seg¨²n las mismas fuentes, fueron las drogas menores las m¨¢s utilizadas, y las ciudades m¨¢s afectadas fueron: Sevilla, Madrid, Granada y Barcelona, por este orden. Sevilla, al igual que la mayor¨ªa de las grandes ciudades espa?olas, duplic¨® su poblaci¨®n en pocos a?os, lo que, por m¨²ltiples razones, ha producido una zona perif¨¦rica con una calidad de vida ¨ªnfima. Baste decir que, seg¨²n cifras no oficiales, entre un 75 y un 80% de esa poblaci¨®n perif¨¦rica en edades comprendidas entre los diecis¨¦is y los veinte a?os son fumadores habituales de drogas.
Con relaci¨®n a los datos de edad, sexo y estado de los detenidos, los mayores porcentajes se encuentran en personas cuyas edades oscilan entre los diecinueve y los veinticinco a?os, as¨ª como en las personas solteras. En cuanto a la profesi¨®n de los detenidos, la mayor¨ªa de ellos carec¨ªan de dedicaci¨®n laboral alguna en el momento de ser aprehendidos.
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