La legalizaci¨®n de la marihuana
UN CONSUMO moderado de marihuana puede ser en breve despenalizado en Estados Unidos a nivel federal -ya lo est¨¢ en algunos Estados-, si el Congreso aprueba el proyecto de ley que sobre el tema ha elaborado la Administraci¨®n del presidente Carter. Uno de los grandes tab¨²es de la moral m¨¢s convencional y represora se encuentra al borde de ser tocado. Se trata de un problema, al tiempo relacionado con las libertades sociales y el libre albedr¨ªo, que, una vez m¨¢s, se aborda desde perspectivas contrarias a la ¨¦tica y objetivamente reaccionarias.En numerosos pa¨ªses a¨²n es motivo de persecuci¨®n judicial el consumo o comercio de las llamadas drogas blandas, entre las que se incluye la marihuana. Drogas de escaso poder de adici¨®n, pr¨¢cticamente de nula incidencia en los comportamientos sociales o intelectuales y, comparativamente, con una pobre capacidad de deterioro fisiol¨®gico.
No es una meditaci¨®n balad¨ª el plantear la hiriente contradicci¨®n de unas sociedades que fomentan por sus canales de comunicaci¨®n y con sus c¨®digos de conducta el consumo de alcohol, tabaco o sedantes -se ha llegado a hablar, y con propiedad, de la civilizaci¨®n del valium-, y que encarcelan o denostan a un fumador de marihuana. A este respecto el caso espa?ol es harto ilustrativo. Los servicios exteriores de pa¨ªses como Gran Breta?a han llegado a editar paneles publicitarios para sus embajadas y departamentos de pasaportes en los que se advierte a sus s¨²bditos de los riesgos judiciales de penetrar en Espa?a portando drogas, aunque sean blandas y para uso personal. Empero, los habitantes naturales u ocasionales de este pa¨ªs tienen plena libertad y no pocos est¨ªmulos para envenenarse met¨®dica y concienzudamente por los derroteros del alcoholismo, la nicotina o los sedantes.
Ahora el proyecto de ley sobre la marihuana del presidente Carter (v¨¦ase ¨²ltima p¨¢gina) deber¨ªa ser objeto de reflexi¨®n sobre estas cuestiones en los pa¨ªses que reciben la influencia estadounidense. Sobre este punto no podemos llamarnos a enga?o. Grandes compa?¨ªas tabaqueras estadounidenses ya tienen almacenados considerables stocks de cajetillas de cigarros de marihuana y desarrollado su marketing de penetraci¨®n en otros mercados. La despenalizac¨ª¨®n de la marihuana en Estados Unidos no es una opci¨®n ni cient¨ªfica, ni moral, ni ¨¦tica; su trasfondo comercial y econ¨®mico es excesivamente evidente. Y su alcance internacional, tambi¨¦n. Si el Congreso estadounidense aprueba este proyecto de ley, antes de un a?o compraremos marihuana en los estancos.
As¨ª, la doble historia de la marihuana podr¨¢ servirnos al menos, de motivo de reflexi¨®n sobre la subordinaci¨®n de las conductas a los criterios de inter¨¦s econ¨®mico. Una droga escasamente da?ina, pero socialmente perseguida, ser¨¢ elevada a la categor¨ªa de la moda y de la tolerancia. Terminar¨¢ la marihuana de droga perseguida en refinamiento snob. Y se extender¨¢ su uso hasta niveles artificiales, logrados por las exigencias del mercado. De esta forma, una medida inteligente y tolerante devendr¨¢ en un mero factor m¨¢s de enriquecimiento de los vendedores de alienaci¨®n no perseguidos por ning¨²n c¨®digo.
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