Sobre el divorcio de los cat¨®licos
Quisiera responder brevemente al art¨ªculo publicado por ustedes el pasado domingo, y que firma Alfredo Fierro, sobre el divorcio de los cat¨®licos. Sin faltar al respeto a todos debido, quisiera decir a este se?or que no debe hablar -y mucho menos publicar- lo que a todas luces desconoce, ya que ser ciego ?gu¨ªa de ciegos? puede ser una gran responsabilidad en su momento. D¨¦jeseme enumerar alguno de los puntos b¨¢sicos en que debiera apoyarse cualquier argumentaci¨®n que pretende afectar a los cat¨®licos, miembros vivos de la Iglesia:En primer lugar, la Iglesia es una sociedad jer¨¢rquica y no democr¨¢tica; la verdad de la que ella es, por voluntad de su Fundador, depositaria y ¨²nica administradora, est¨¢ por encima de sufragios, universales o no, y -desde luego- por encima de opiniones particulares, por sagaces que aparenten ser.
En segundo lugar, y siendo su misi¨®n algo que trascilende las estructuras espacio-temporales, los t¨¦rminos del magisterio eclesi¨¢stico son -han de ser- verdades no evidentes, lo cual no es obst¨¢culo para sostenerlas, puesto que el fundamento es la autoridad divina y no las entendederas humanas, por muy perspicaces que se crean. En cierto modo, y aunque posiblemente muchos no est¨¦n dispuestos a aceptarlo, el no entender las razones de la l¨®gica de Dios es una tranquilidad: ?Qu¨¦ poca cosa ser¨ªa Dios si pudiera ser abarcado por nuestras pobres mentes! Pero, claro, esto s¨®lo es razonable para los humildes, y la presunci¨®n de que hace gala el se?or Fierro raya en lo rid¨ªculo.
En tercer lugar, y muy rel¨¢cionado con lo anterior, quisiera pedirle a este se?or que plantee como opiniones personales lo que contrar¨ªa la verdad sostenida por quienes tienen autoridad para ello, y que no afirme taxativamente -y en apariencia ?desde dentro?- falsedades que son un c¨¢ncer en la vida de la Iglesia y que, por desconocimiento o egoismo, pueden confundir a tantos -hable desde su ?Tribuna libre? como librepensador, pero no como cat¨®lico- que no lo es, de hecho, quien no se manifiesta unido al Papa y a sus ense?anzas. Muy atentamente.
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