La alternativa comunitaria
Ya antes de la revoluci¨®n fallida de mayo de 1968 exist¨ªa un ambiente propicio y algunas tentativas de organizarse al margen de la c¨¦lula familiar, pero mayo del 68 marc¨® sin duda la etapa de despegue. Francia, Alemania e incluso Espa?a, aunque en menor medida, ven surgir comunidades nuevas, no basadas en la pareja que intenta abrirse camino en medio de enormes dificultades.Son en un principio comunas de signo izquierdista, por llamarlo de alguna manera, inspiradas en Reich pero poco a poco acaban por abandonar toda clase de connotaciones pol¨ªticas. Su progresismo se sit¨²a al margen de ellas y su car¨¢cter de mero ensayo se va a dejar sentir muy pronto en la disminuci¨®n del n¨²mero de miembros y en la rotaci¨®n de los mismos. La pareja no funciona, pero para estos grupos resulta muy dif¨ªcil encontrarle una alternativa.
Las comunas as¨ª planteadas se han organizado sobre la base de un grupo peque?o de hombres y mujeres dispuestos a romper con todas las estructuras y tab¨²es. Muchas de ellas son comunas agrarias en las que se trabaja el campo y se obtienen los elementos b¨¢sicos para la subsistencia. El cap¨ªtulo de la liberaci¨®n sexual y las relaciones afectivas ha sido abordado en la mayor¨ªa de los casos despu¨¦s de un cierto tiempo de ?rodaje? y de hecho ha sido en la mayor¨ªa el punto clave y la barrera contra la que se han estrellado los mejores prop¨®sitos.
Incluso en pa¨ªses como Suecia, cuya legislaci¨®n civil y liberalismo en las normas sexuales dan buena muestra de un estado avanzado y supercivilizado, el conflicto no ha dejado de plantearse en estos t¨¦rminos. Tambi¨¦n en el caso de Francia, cuyos ciudadanos disfrutan el derecho al divorcio desde 1883, los cambios de pareja suponen una prueba excesiva en la vida de las comunas. En muchos casos lo que naci¨® como tal termina por convertirse en una especie de ?gran familia? que repite los mismos esquemas, que la tradicional.
Familias nuevas en casas antiguas
El fallo de estos grupos humanos en busca de una salida reside indiscutiblemente en el pasado de cada uno, o, como afirmaba un profesor de arquitectura del Instituto de Tecnolog¨ªa de Estocolmo, al enfocar este problema, porque ?las comunas han sido como familias nuevas viviendo en casas antiguas?, es decir inmersas en estructuras ya desgastadas.
En Alemania se dio tras el mayo franc¨¦s un interesante fen¨®meno que acabar¨ªa fracasando tambi¨¦n. Dos comunas con enfoques diversos, las famosas K1 y K2, terminaron por desarrollarse opuestamente a como en un principio hab¨ªan sido constituidas. As¨ª, la K1, que pretendi¨® centrarse en la b¨²squeda de nuevas posibilidades de relaci¨®n sexual y afectiva termin¨® convirti¨¦ndose en poco m¨¢s que un grupo de personas dedicadas al estudio de temas pol¨ªtico. Camino inverso sigui¨® la K2, que hab¨ªa nacido con este ¨²ltimo presupuesto. En cualquier caso fueron un buen ejemplo de las dificultades de mantener una l¨ªnea determinada, de presuponer ning¨²n camino en terrenos casi completamente desconocidos.
Tanto las comunas de la Breta?a francesa, como los grupos agrarios de Catalu?a, o las ex¨®ticas comunas suecas o alemanas han tropezado con el mismo escollo, romper con los papeles que la sociedad establece para cada individuo, para cada relaci¨®n. Suprimir el papel de madre que supuso invariablemente una deserci¨®n de muchas mujeres, sin contar con la inevitable aparici¨®n de un l¨ªder o una pareja-n¨²cleo permanentes en una comuna cambiante.
El car¨¢cter progresista de la comuna como alternativa a la familia se pierde en casos concretos como las comunas alemanas de acci¨®n AAO, basadas en parte en las teor¨ªas sexuales de Wilhelm Reich pero alimentadas por un evidente antimarxismo, defensoras de la cultura de Occidente y tachadas de nazis por la izquierda. En ellas las relaciones con el l¨ªder y de los integrantes entre s¨ª est¨¢n te?idas de un fanatismo que preocupa a no pocos estudiosos de este fen¨®meno.
La familia nuclear
Qu¨¦ puede quedar de esta instituci¨®n-s¨ªmbolo dentro de cien a?os de ?progreso?. Qu¨¦ se har¨¢ del juego de papeles hombre-mujer que algunos sectores minoritarios y supercivilizados han intentado e intentan alterar sin demasiado ¨¦xito.
Para Kate Millet, escritora feminista norteamericana, ?La familia patriarcal est¨¢ en v¨ªas de desaparici¨®n?. Respodiendo a una encuesta sobre el futuro de la familia, la escritora afirma: ?El divorcio abierto a las mujeres le ha dado el primer golpe.? Nuevas formas de familias por asociaci¨®n voluntaria comienzan a aparecer. Todo lo que la familia tiene de positivo puede muy bien mantenerse entre gentes que viven juntas sin sanci¨®n gubernamental. Adem¨¢s otras formas est¨¢n a punto de nacer, comunidades, matrimonios de grupo, parejas homosexuales estar¨¢n dentro de poco tan bien vistas como la familia tradicional.
Herbert Marcuse interpreta bastante diferentemente el porvenir al declarar: ?Pienso que la familia nuclear permanece como la c¨¦lula base para formar a los ni?os y acostumbrarles a vivir en sociedad aceptando los valores de ¨¦sta. Pero, mientras antiguamente la familia era un refugio contra la sociedad, hoy est¨¢ totalmente abierta al influjo de los "mass media", as¨ª pues el conflicto potencial que exist¨ªa entre familia y sociedad est¨¢ pr¨¢cticamente desencadenado.?
Hacer predicciones en un tema tan complejo es seguramente demasiado dif¨ªcil incluso para importantes soci¨®logos, escritores o fil¨®sofos pero lo m¨¢s presumible es posiblemente el porvenir que se?alaba el siquiatra franc¨¦s Claude Olivenstein quien considera: ?Dentro de cien a?os coexistir¨¢n varias formas, familias tradicionales, como hoy d¨ªa, grupos familiares comunitarios, familias de homosexuales, comunas de ni?os y hasta familias de laboratorio con beb¨¦s de probeta y selecci¨®n de la especie.?
Un incierto futuro del que nadie descarta la vida comunitaria a pesar de sus muchos fallos, ni por supuesto la solid¨ªsima familia tradicional. Otra f¨®rmula que funciona con excesiva frecuencia en las grandes ciudades del mundo desarrollado son los ?hogares? de uno s¨®lo o a lo sumo de dos, la simple, escueta pareja sin hijos, que en Suecia representan, por ejemplo, el 55% de la totalidad de los hogares.
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