Un kilo de setecientos gramos
EL SECTOR panadero anunci¨® ayer a la opini¨®n p¨²blica algo tan alucinante como inadmisible: que el kilo de pan -que nunca ha sido tal kilo- pasar¨¢ a pesar, de no ser satisfechas sus demandas de aumento de precios, setecientos gramos.Los empresarios panaderos, quiz¨¢ por la incidencia que tiene todav¨ªa el producto que fabrican en el consumidor, nunca han gozado de una buena imagen; imagen que nunca se han preocupado por alcanzar, aunque en ocasiones han tenido sobrados motivos para conseguirla. La hist¨®rica realidad de un sector que siempre se ha identificado con los estratos m¨¢s reaccionarios del r¨¦gimen -recu¨¦rdense nombres como el de Constantino P¨¦rez Pilado-, ha tenido la virtud, o desgracia, de identificarse como una mafia, sambenito que por la afirmaci¨®n con que comienza este editorial no parece tener deseos en que desaparezca.
La amenaza de un sector de quien depende el aprovisionamiento de pan, llevada en los t¨¦rminos con que se ha presentado, es, cuando menos, de juzgado de guardia, y esperamos que la Administraci¨®n no consienta un chantaje de tan mal gusto como el lanzado por los miembros del sector.
Es del dominio p¨²blico que el precio del trigo se ha incrementado, que de la misma manera suben los costos de mano de obra, electricidad, carburantes, etc¨¦tera, y que todas estas alzas repercuten, sin lugar a dudas, en el precio del producto final. Nunca se ha puesto en duda la necesidad de llegar a un acuerdo mediante negociaci¨®n, y cuando no se llega a acuerdo poder utilizar una serie de bazas admitidas en todos los pa¨ªses. Pero chantajear de esa forma a toda una sociedad para que la Administraci¨®n se vea forzada a admitir unas alzas en los precios del pan, muy por encima de lo que ¨¦sta entiende que es razonable, es algo -repetimos- inadmisible.
Si el sector industrial, cuyos precios est¨¢n sometidos al r¨¦gimen de regulaci¨®n especial, decide elevarlos unilateralmente,
seguro que se hace merecedor de una importante sanci¨®n. Dado que los precios se fijan en base a unas cantidades de producto determinadas, reducir ¨¦stas equivale a incrementar el precio, s¨®lo que de otra manera.
La sanci¨®n, pues, se impone. A la Administraci¨®n corresponde aplicarla.
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