La narrativa sicol¨®gica
Del cielo cuelgan ciudades.Javier del Amo. La Gaya Ciencia.
Barcelona, 1977.
Esta colecci¨®n de cuentos y narraciones acreditan a un joven escritor de muchas y brillantes posibilidades en el futuro.
Su estilo es fluido, ¨¢gil, directo y espont¨¢neo. Sabe dar amenidad al relato y tiene la suficiente garra dram¨¢tica, sin caer en sensibler¨ªas que desentonen.
Quiz¨¢ uno de sus mayores m¨¦ritos consista en el tono po¨¦tico que, como un marco invisible, envuelve la narraci¨®n. Aunque el rasgo m¨¢s caracter¨ªstico de estos cuentos sea el rigor sicol¨®gico de los personajes.
Son hombres y mujeres, esencialmente libres, que se desatan, se desgarran del rigor de los efectos naturales. Sus anhelos, sus ilusiones, la ¨ªntima frustaci¨®n de sus sue?os, no se convierten en una amargura seca y desesperada como en los personajes de Pasternak. A lo sumo se esfuman en una niebla suave y melanc¨®lica.
Hay en este volumen relatos como Madrugada y Las tazas azules que son aut¨¦nticas novelas, que el autor las ha comprimido en una s¨ªntesis precisa, sin reducirlas en belleza y valor argumental.
Se podr¨¢ arg¨¹ir que en la obra, se percibe una excesiva inclinaci¨®n al escepticismo.
Pero Javier del Amo retrata la ¨¦poca que le ha tocado vivir. Sus entes de ficci¨®n son, en definitiva, su circunstancia. Y hay que reconocer que el tiempo en que transcurre la acci¨®n no ha sido nada lisonjero. Ha salvado el peligro de que estas narraciones se redujesen a ?unos cent¨ªmetros c¨²bicos de tristeza en sangre?. O al cinismo de la bola de sebo, de Maupassant.
El autor, que conoce bien la obra de Azor¨ªn, ha recibido positivas influencias del escritor de Mon¨®var. Esa frase corta, lacerante, reveladora. Ese adjetivo exacto que define absolutamente.
En el relato El fin, el marido que llora por la tremenda fealdad de su mujer dice: ?Me sent¨ª culpable. Nunca, jam¨¢s hab¨ªa llorado, y por eso las l¨¢grimas eran, yo lo sent¨ªa, como un juguete prohibido, como una herramienta que manejara por primera vez, un mecanismo virgen para calmar el amargor de aquella revelaci¨®n de la fealdad de Jesusa aquella afirmaci¨®n tan l¨²cida y tan conscientemente afirmada por m¨ª. Le dije mirando al suelo, cansado ya, avergonzado, aburrido, mintiendo: Lloro de quererte tanto...?
El cuento Todos los ni?os del mundo juzgan a Samuel Beckett es una primorosa iron¨ªa azoriniana llena de ternura e intenci¨®n.
Hay que esperar nuevas obras de Javier del Amo. Seguramente nos dar¨¢ gratas sorpresas de su buen hacer literario. Con ¨¦sta que comentamos, Del cielo cuelgan ciudades, ha demostrado que la narrativa sicol¨®gica es compatible con el supremo buen sentido. que es la poes¨ªa.
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