Un detective privado llamado Marlowe
?Llen¨¦ la pipa y la encend¨ª, y me sent¨¦ a fumar. Nadie entr¨®, nadie llam¨®, nadie pas¨®, a nadie le import¨® si yo memor¨ªa o me iba a El Paso.? La amarga meditaci¨®n de Philip Marlowe va a chocar con el timbre del tel¨¦fono. Trabaja por veinticinco d¨®lares diarios y los gastos. Aunque el cliente prescinda de sus servicios, no abandona la disparidad de unos hechos que provocan descubrir una verdad y una justicia cargadas de neutralidad moral. Su nombre figura en las tarjetas que reparte o en la gu¨ªa telef¨®nica. Detective privado. En sus indagaciones muestra una sucesi¨®n de acontecimientos, que surgen o provoca. Los inevitables cad¨¢veres obedecen a una norma de conducta: nunca son materia para desarrollar la l¨®gica o la intuici¨®n. El centro de su investigaci¨®n es el comportamiento, convertido en actos humanos y lenguaje. Cuando finaliza su trabajo, Philip Marlowe siente cansancio, vuelve a su casa, se pone la ropa m¨¢s vieja y c¨®moda, bebe whisky o agua helada, y juega en solitario una partida de ajedrez, un ajedrez ?hermoso, fr¨ªo, sin remordimientos, casi t¨¦trico en su silenciosa implacabilidad?.El personaje no va en busca de su autor. El escritor norteamericano Raymond Chandler 1888-1959) coloca a Philip Marlowe en su mismo ambiente: la alta sociedad de California. En siete ocasiones, el detective penetra en esa sociedad, conoce a sus miembros y sus relaciones, observa sus casas, recorre calles y barrios. En siete novelas, Marlowe se siente cada vez m¨¢s asqueado y aislado, pero no pasar¨¢ un informe, sociol¨®gico de los a?os cuarenta y cincuenta, con apartados sobre la violencia, la corrupci¨®n o la moralidad. Como dijo su creador, ?es la clase de hombre que se comporta de acuerdo con la compa?¨ªa que tiene?.
La ventana siniestra
Raymond Chandler. Editorial Bruguera. Barcelona, 1977.
En La ventana siniestra, publicada en 1943, tambi¨¦n Chandler sit¨²a al detective como narrador. De esta forma, el lector no pone distancia ante los hechos, ni opone frialdad a los movimientos presenciados. La atracci¨®n fascinada hacia Marlowe es ya total. Descubrir¨¢ que la novela polic¨ªaca es s¨®lo un pre-texto.
Varias constantes de la serie Marlowe vuelven a esta novela. Chandler atacaba con raz¨®n el g¨¦nero polic¨ªaco tradicional. En esta ocasi¨®n, Marlowe tiene que encontrar una valiosa moneda. El lector habitual de novela negra abandonar¨ªa en la cuarta p¨¢gina. Pero Chandler tiene el arma del di¨¢logo (fue guionista de cine) y el encantamiento de Marlowe (fue su ¨¦xito no deseado). No se puede abandonar la acci¨®n y junto a Marlowe. Nunca he podido ver cortinas ?que se plegaban y desplegaban como los labios de un dormido viejo desdentado?. Las pocas veces que alarga sus descripciones es que necesita tiempo para pensar. Cuando conoce una mujer, los rasgos no definen: ?El rimel era tan espeso, que sus pesta?as parec¨ªan rejillas de hierro en miniatura ( ... ) su cabello era tan artificial como el hall de un cabaret. ?
Lejos de un entendimiento moral de su trabajo, el detective no colabora con la represi¨®n, ni con la justicia. Sus relaciones con la polic¨ªa: ?No es necesario que me amen, pero tienen que estar razonablemente seguros de que no los enga?o.? Su concepto de la Justicia: ?La luz lechosa de la noche era fr¨ªa y clara, como la justicia que so?amos, pero no encontramos.? Toda identificaci¨®n de Marlowe con la imagen del detective impuesta por la televisi¨®n es delito de ceguera. No se podr¨¢ desprender de su propio Marlowe, pero si se empe?a en no so?arlo corra a ver las pel¨ªculas El sue?o eterno, de Hawks, o Un largo adi¨®s, de Altman.
La traducci¨®n de la novela coincide con la publicaci¨®n, por la misma editorial, de una biograf¨ªa del autor escrita por Frank MacShane. Un documento valioso para descubrir a Chandler. que, junto a escritores como Dashiell Hammett, Ross MacDonald u Horace McCoy, destrozaron los esquemas del g¨¦nero polic¨ªaco, despreciado como subcultura para convertirlo en obra literaria.
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