Hacienda p¨²blica y autonom¨ªa / 2
Naturalmente, la aceptaci¨®n de este sistema presupone, en aras de la desaparici¨®n de desigualdades privilegiadas, la necesidad de que se acomoden a ¨¦l las autonom¨ªas financieras ya existentes, por muy ancladas en la historia que se presenten. Presupone que todas las partes del territorio puedan, si as¨ª lo estiman conveniente, acogerse a ¨¦l. Que lo hagan todas o s¨®lo una parte de ellas es indiferente. Cualquiera de estas posibilidades es f¨¢cilmente encarable por el sistema, desde una perspectiva t¨¦cnica.Aceptada esta soluci¨®n, queda el problema de fijar el porcentaje de participaci¨®n de los territorios aut¨®nomos en las sumas totales ingresadas. No hay un ¨®ptimo econ¨®mico objetivo. Depende de las tareas que se encomienden a cada una de las partes y ¨¦stas de la importancia que, pol¨ªticamente, se le quiera dar a los. territorios aut¨®nomos. Casi dir¨ªa que la fijaci¨®n del porcentaje es previa. Si se quiere que los territorios aut¨®nomos tengan mucha importancia se acordar¨¢ para ellos, por ejemplo, el 40%. Si se quiere que tengan menos, el 10%. Se trata de una decisi¨®n pol¨ªtica en su sentido m¨¢s puro.
La Constituci¨®n puede, por otra parte, fijar un porcentaje para los primeros a?os que, a medida de la puesta en marcha del sistema, aumente hasta un tope m¨¢ximo._Puede se?alar un m¨ªnimo y,un m¨¢ximo dejando a la ley ordinaria el porcentaje-exacto. O puede reconocer simplemente el derecho de los territorios a participar en las sumas recaudadas dejando, totalmente, a la ley ordinaria la tarea de fijar los porcentajes.
Una vez decidido este porcentaje se presenta un nuevo problema.
C¨®mo repartir el fondo que. corresponde a todos los entes aut¨®nomos fijando la cantidad que corresponde a cada uno de ellos.
A mi juicio pueden seguirse dos criterios no dificiles de aplicar.
De acuerdo con el primero de ellos, a cada territorio corresponder¨ªa una suma proporcional a los impuestos que en ¨¦l se recaudaran.
Los territorios m¨¢s ricos, los de mayor concentraci¨®n industrial y comercial, se ver¨ªan as¨ª favorecidos. Pero esto no es totalmente injusto. Se trata de reconocer el esfuerzo creador y trabajador de estos territorios; se trata tambi¨¦n de
una prima a la honradez en. el pago de los tributos. Sin embargo,tampoco es totalmente justo. Las actividades comerciales e industriales y las ganancias que de eflas se derivan, y que sirven de base al impuesto, se originar¨¢n, de hecho, en gran medida, no s¨®lo donde radique la sede central de la empresa y, ,por tanto, donde ¨¦sta paga el impuesto, sino tambi¨¦n en otras zonas del territorio nacional. Por otra parte, seguir s¨®lo este criterio supone un premio al, ego¨ªsmo y a la insolidaridad.
. Para corregir estos defectos se puede combinar con el anterior otro criterio, el del n¨²mero de habitantes. Cada territorio recibirla una suma proporcional a sus habitantes, sin tener en cuenta la mayor o menor riqueza de los mismos. Aun as¨ª, las zonas m¨¢s ricas y m¨¢s pobladas se ver¨ªan favorecidas.
La correcci¨®n de estos desequilibrios as¨ª como los otros problemas t¨¦cnicos (participaci¨®n en cr¨¦dito p¨²blico, tasas, contribuciones, etc¨¦tera) que presenta este segundo sistema no tienen, t¨¦cnicamente hablando, dificil soluci¨®n.
Claro est¨¢, cabe un tercer sistema que sea la mezcla de los' dos anteriores. Dando al Estado central ciertos impuestos, a los territorios aut¨®nomos otros, y dando un tercer grupo de impuestos al Estado central y territorios aut¨®nomos conjuntamente. Creo que esto ser¨ªa mezclar los defectos del primer sistema con las virtudes del segundo, sin ventaJa para nadie.
El segundo sistema-, puro y lim,pio, creo ofrece todas las ventajas de la autonom¨ªa, fundarrientalm¨¦nte la de acercar el ejercicio del poder a los ciudadanos, facilitando el control y la participaci¨®n. No puedo representarme, desde el punto de vista autonomista, ninguna desventaja.
Una vez que cada territorio disponga de los fondos que le corresponden seg¨²n la Constituci¨®n, no que le han dado, puede ordenar su presupuesto en la forma que mejor le parezca. Claro.est¨¢, exigencias de pol¨ªtica econ¨®mica hacen necesario un ¨®rgano en que representantes de todos los territorios aut¨®nomos y del Estado central fijen las medidas de pol¨ªtica econ¨®mica a seguir. Medidas que no se imponen por una a otra de las partes, sino que todos deben acordar e imponerse en aras de la necesaria unidad de acci¨®n de toda la econom¨ªa p¨²blica sobre toda la econom¨ªa nacional.
No pueden, por ¨²ltimo, por obvias razones de espacio, figurar en este art¨ªculo ni todas las matizaciones-que son necesarias en cada uno de sus puntos ni todas las razones que podr¨ªan aducirse a favor del sistema que he presentado como, a mijuicio, m¨¢s racional para un pa¨ªs que decida ejercer el poder pol¨ªtico a trav¨¦s del Estado y de territorios dotados de autonom¨ªa. Tampoco me pronuncio a favor o en contra de esta decisi¨®n. Corresponde a cada ciudadano y a cada uno de los representantes de todos ellos el tomarla. Yo s¨®lo espero que, en cuesti¨®n tan trascendental, se use m¨¢s la raz¨®n que el coraz¨®n.
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